Análisis

El Banco Mundial, la CFI y los antecedentes de la crisis financiera

16 diciembre 2008 | Documento de resumen

Si bien la crisis financiera pareció como surgida de la nada, Paulo dos Santos de la Universidad de Londres sostiene que las condiciones estuvieron dadas como consecuencia de la privatización, liberalización y desregulación del sector financiero. Lejos de quedar restringidas al mundo rico, el Banco Mundial y la CFI han desempeñado un papel primordial en impulsar estas políticas en todos los mercados emergentes, exponiéndolos así a las repercusiones de la crisis financiera.


El Banco Mundial no perdió tiempo en utilizar las dificultades financieras para hacer que las economías de mediano ingreso promuevan una agenda privatizadora y recortes en el gasto social del estado. Sin embargo, la prescripción ortodoxa de trasladar los costos de una crisis financiera a la gente común a través de recortes en los servicios sociales es particularmente objetable en la situación actual. Esto habrá de empeorar la recesión, y plantea una pasmosa doble moral en un momento en el que estados de Estados Unidos y países de Europa occidental se preparan para gastar más con el fin de minimizar el daño infligido a sus economías por la recesión mundial que se viene desarrollando.

También resulta especialmente ofensivo teniendo en cuenta que la incidencia y programación del Banco Mundial en los últimos diez años contribuyó directamente a las vulnerabilidades financieras que hoy en día provocan tensiones en las economías de América Latina, Asia del Este y Europa Central y del Este. Fueron los economistas del Banco los que encabezaron el impulso político para el ingreso de los grandes bancos internacionales a las economías de mediano ingreso. La Corporación Financiera Internacional (CFI) proporcionó un considerable apoyo económico para el desarrollo de muchos de los modelos e instrumentos financieros que se encuentran en medio de esta crisis, incluyendo préstamos de consumo y préstamos hipotecarios, titularización de préstamos, valores con respaldo hipotecario, obligaciones de deuda colaterales, y modelos de negocios del tipo «originar para distribuir» en esos países.

la CFI contribuyó a estimular el auge crediticio, los desequilibrios económicos y la propagación de instrumentos financieros y modelos de negocios problemáticos

Fue a través de estas acciones que el Grupo del Banco Mundial contribuyó a instalar las mismísimas prácticas, instrumentos, instituciones y desequilibrios financieros que dispararon la actual crisis financiera. Como en Estados Unidos, los sistemas de crédito pasaron a concentrarse en otorgar préstamos a hogares individuales, lo cual derivó en deudas personales cada vez mayores, y en transferir las crecientes ganancias provenientes de sueldos al sistema financiero en la forma de pagos por el servicio de la deuda y tarifas varias.

En muchos países, este auge de los créditos concedidos a los hogares derivó en grandes altibajos en materia de especulaciones inmobiliarias así como en déficit comerciales cada vez mayores provocados por los gastos de consumo. Por último, los sistemas financieros desarrollaron serias vulnerabilidades frente a las caídas de los mercados de valores internacionales y de las economías de origen de los bancos extranjeros.

Como sugieren los últimos acontecimientos registrados en economías de Europa Central y del Este, los bancos provenientes de economías desarrolladas fueron claves en lo que respecta a extender la actual crisis financiera a los países de mediano ingreso. Al enfrentar problemas de liquidez en sus economías de origen, estos bancos cortaron los créditos en los mercados emergentes. Y lo que es más importante, su comportamiento en materia crediticia y de financiamiento en los últimos diez años llevó a crear serios desequilibrios y vulnerabilidades económicas y financieras en los países de acogida.

Por ahora las peores consecuencias de estas políticas han sido enfrentadas solo por ciertas economías de Europa Central y del Este. Sin embargo, el mundo en desarrollo todavía mantiene muchas vulnerabilidades, de las cuales son significativamente responsables aquellos que invocan el mantra de la «disciplina fiscal».

Promoción de los Bancos Extranjeros

El Banco Mundial lideró los esfuerzos en materia de investigación e incidencia a favor del ingreso de los bancos extranjeros a los países en desarrollo, al tiempo que consistentemente restó importancia a las inquietudes con respecto a los potenciales riesgos planteados por esta política. Ya en el año 1988 el banco defendía el ingreso de bancos extranjeros a Filipinas, poco después de que los negociadores estadounidenses intentaran por primera vez incluir los servicios financieros en la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales. Para fines de los ’90, los economistas del Banco habían proporcionado los documentos de investigación teóricos y empíricos más ampliamente citados, motivando el ingreso de los bancos extranjeros a los países en desarrollo.

Sus argumentos eran principalmente microeconómicos. Los bancos extranjeros beneficiarían a los países en desarrollo, haciendo que sus sistemas bancarios se tornaran más «eficientes», disminuyendo los costos generales, estrechando los márgenes de las tasas de interés, y reduciendo la rentabilidad bancaria. También introducirían productos y prácticas «sofisticadas», estimularían el desarrollo de entidades calificadoras y contribuirían a una mejor regulación. Pocos intentos se llevaron a cabo por conceptualizar el impacto del ingreso de la banca extranjera en el desarrollo, más allá de los estrechos parámetros mencionados a un micronivel. En realidad, los economistas del Banco desoyeron las preocupaciones con respecto a que los bancos extranjeros podrían seleccionar solo lo que les resultara más deseable y concentrarse profundamente en segmentos de mercado particulares, sosteniendo que dicho comportamiento constituiría simplemente parte de la «competencia del mercado».

Durante los ’90, una serie de estados eliminaron las restricciones sobre los bancos extranjeros, típicamente con apoyo del Banco Mundial y con posterioridad a una crisis financiera. Los bancos extranjeros se replegaron rápidamente a los mercados latinoamericanos, de Europa Central y del Este y a muchos mercados asiáticos. En México, los bancos de Estados Unidos, España y Gran Bretaña llegaron a controlar cerca del 80 por ciento del sistema bancario. En Europa, especialmente en los nuevos estados miembros de la UE, son los bancos austríacos, italianos, alemanes, suizos y griegos los que dominan actualmente los sistemas bancarios. Muchos de estos bancos recibieron un considerable apoyo financiero de la CFI durante estas expansiones. Raiffeisen International, un banco austríaco que opera por toda Europa Central y del Este, recibió un capital significativo y cientos de millones de dólares en préstamos de la CFI.

Reorientación del crédito

Los bancos extranjeros reorientaron al crédito, alejándolo de la producción de bienes y servicios y acercando los préstamos a los individuos. Introdujeron o extendieron ampliamente los préstamos sobre tarjetas de crédito, los préstamos de consumo, las hipotecas, y los «préstamos de día de pago» garantizados por futuros ingresos por sueldos. Estas actividades produjeron grandes ganancias a costa del ingreso de personas comunes y corrientes, y llevaron a que los bancos locales sobrevivientes siguieran el mismo ejemplo.

En México, conjuntamente con el ingreso de los bancos extranjeros, los préstamos hipotecarios y de consumo registraron un incremento del 15 al 45 por ciento de todos los préstamos otorgados entre 1999 y 2007. En Estonia, donde más del 98 por ciento de los activos bancarios se hallaban controlados por instituciones financieras para el año 2004, los préstamos a individuos pasaron del 10 al 46 por ciento de todos los préstamos concedidos entre 1995 y el verano de 2008. En el sistema financiero húngaro, una tercera parte de todos los préstamos fue adjudicada a hogares a comienzos del año 2008.

Los informes corporativos sugieren que esta actividad crediticia impone costos muy altos sobre las personas comunes. En México, el Citigroup y HSBC recibieron US$1.900 millones el año pasado como resultado de las ganancias derivadas de los préstamos a los hogares y servicios financieros personales relacionados. Tan solo en los primeros seis meses de este año, Raifeissen International recaudó 288 millones de euros en ganancias provenientes de su segmento dedicado a los préstamos y servicios financieros a individuos.

Hacia el año 2006, era cada vez mayor la evidencia que apuntaba a estos cambios y a su probable impacto negativo sobre el desarrollo. Aun así, los economistas continuaban defendiendo la expansión del ingreso de bancos extranjeros sobre la base de que fomentaba la «eficiencia» microeconómica. Para ese entonces, la reorientación del crédito desatada por los bancos extranjeros ya había configurado serios desequilibrios económicos y financieros.

Desde el año 2000 en adelante, el auge de los préstamos de consumo hizo aumentar las importaciones, particularmente en Europa Central y del Este. Los crecientes déficit comerciales implicaban una creciente dependencia de los flujos de entrada de capital. Además, el auge de los préstamos hipotecarios infló las burbujas inmobiliarias de toda la región. Ambos procesos fueron desatados por una innovación particular promovida por los bancos extranjeros: préstamos denominados en euros y francos suizos. Dichos préstamos se fueron extendiendo cada vez más a individuos particulares, especialmente luego del ingreso a la UE de ocho países de Europa Central y del Este en 2004.

Esta actividad crediticia compartía importantes características con los préstamos de alto riesgo (o «subprime») en Estados Unidos. En primer lugar, a menudo contenía elementos depredadores, aprovechándose de tendencias documentadas de los prestatarios a concentrarse exclusivamente en los reembolsos mensuales y no en la totalidad de la carga de la deuda al asumir una hipoteca. Al igual que con las tasas iniciales reducidas («teaser rates» en inglés) en Estados Unidos, los bancos insistían con pagos mensuales bajos y préstamos más altos que podían obtenerse con créditos en moneda extranjera, sin explicar con frecuencia los riesgos que implican los movimientos del tipo de cambio.

En segundo lugar, los bancos extranjeros contribuyeron a colocar a los prestatarios ordinarios en posiciones financieras especuladoras, que solo resultan sostenibles a través de una combinación de aumentos sostenidos de los precios de origen y una posible futura adopción del euro por parte de la economía huésped. Y en tercer lugar, esta actividad crediticia fue llevada a cabo y fomentada por el fácil acceso a fondos mayoristas baratos en los mercados de valores internacionales.

La actual turbulencia financiera ha expuesto lo frágiles que se volvieron muchas economías de Europa Central y del Este como resultado de esto. El problema crediticio invirtió drásticamente los flujos de capital. Es probable que esto conduzca a devaluaciones que habrán de imponer costos prohibitivos al servicio de la deuda así como la insolvencia masiva de personas comunes y corrientes que tomaron préstamos aparentemente baratos en euros o francos suizos de bancos extranjeros «sofisticados». El Banco Mundial tiene buena parte de la responsabilidad por este resultado.

Crédito y titularización

Desde el año 2000, la CFI ha proporcionado un considerable apoyo financiero a los bancos y otras empresas financieras, concentrándose en los préstamos a individuos, incluyendo «préstamos de día de pago» a hogares de bajo y mediano ingreso, mayores préstamos de consumo, hipotecas y titularización hipotecaria. De acuerdo con su propia divulgación de proyectos individuales, desde el año 2002 la CFI ha aprobado la adjudicación de al menos US$3.100 millones para respaldar esta actividad crediticia en grandes economías de América Latina y de Europa Central y del Este. Al mismo tiempo, se adjudicaron menos de US$2.000 millones para respaldar préstamos otorgados a pequeñas y medianas empresas en esos países. A través de su apoyo a los préstamos concedidos a los hogares, la CFI contribuyó a estimular el auge crediticio, los desequilibrios económicos y la propagación de instrumentos financieros y modelos de negocios problemáticos.

La mayoría de estos programas apuntaban a préstamos hipotecarios como parte de un esfuerzo más amplio por ofrecer soluciones basadas en el mercado al grave problema de la vivienda en esas economías. A este respecto, la titularización se suponía que iba a desbloquear los mercados financieros internacionales y hacerlos «funcionar para los pobres».

Se destinaron casi US$1.800 millones del apoyo de la CFI a la promoción del modelo «originar para distribuir» en los créditos hipotecarios, donde los prestamistas no mantienen ni supervisan los préstamos sino que los transfieren en forma de paquetes a inversionistas del mercado de capitales. La CFI desempeñó un papel decisivo en el desarrollo de la titularización hipotecaria y de los créditos al consumidor en México y en Europa Central y del Este. La misma afirmaba que los mercados secundarios y la titularización habrían de contribuir a respaldar «un funcionamiento eficiente de los mercados financieros locales e internacionales».

A través de estos métodos, la CFI ayudó a propagar las mismas técnicas para la gestión de riesgos, así como los instrumentos y prácticas calificadoras que contribuyeron con la crisis de los préstamos de alto riesgo en Estados Unidos. Esto se sumó a las actuales vulnerabilidades financieras de las economías latinoamericanas y de Europa Central y del Este.

La titularización de los préstamos se basa en la idea de que, en promedio, el desempeño crediticio a futuro se mantendrá de acuerdo con el desempeño pasado. Esto podría resultar adecuado cuando se intenta predecir el desempeño a partir de datos históricos a largo plazo sobre préstamos similares y en condiciones económicas equivalentes. Sin embargo, los recientes auges crediticios apuntaron a nuevos prestatarios sin ningún historial en materia de préstamos, y tuvieron lugar durante el inusual panorama macroeconómico benigno de los últimos años. Mientras los auges tenían lugar, el tema planteaba pocas inquietudes, sobre todo porque estas actividades continuaban siendo altamente rentables. Pero la actual inestabilidad financiera y la recesión mundial que se viene desarrollando afectará a los prestatarios de formas que no tienen precedentes, llevando a defaults imprevistos, activos con rendimiento por debajo del esperado, y más inestabilidad financiera.

Esto provoca serias preocupaciones en México. Desde el año 2004, la CFI canalizó US$718 millones en respaldo a la emisión de más de US$4.000 millones en valores con respaldo hipotecario, la mayoría de los cuales se encontraban respaldados por préstamos concedidos a hogares de bajo y mediano ingreso. A medida que se expandía esta emisión, los prestamistas parecen haber estado asumiendo hipotecas cada vez más riesgosas. Emisiones más recientes de dichos valores están registrando un aumento mucho más rápido de las tasas de morosidad e incumplimiento que valores anteriores. Dado que es probable que la economía mexicana se vea afectada adversamente por la caída de los Estados Unidos, sobre todo por la baja de las remesas, las tasas de incumplimiento serán mucho más altas de lo que se estimaba durante los «buenos tiempos».

¿Y ahora qué?

De manera nada sorprendente, las acciones del Banco están guiadas por la ortodoxia económica liberal. Los problemas de vivienda deberán ser resueltos a través del desarrollo de mercados de capitales. La competencia individual en los mercados bancarios habrá de garantizar supuestamente adjudicaciones de capital que resulten óptimas para el desarrollo económico, siempre que se cuente con una regulación prudencial adecuada.

En general, las políticas del Banco crearon negocios rentables para las empresas financieras más importantes, haciendo uso de las crecientes ganancias provenientes de ingresos por sueldos en los países en desarrollo. En realidad, la liberalización no hizo que los mercados financieros trabajaran para los pobres, sino que puso a los pobres a trabajar para los mercados financieros. A cambio de ello, los mercados financieros crearon serios desequilibrios tanto en las economías ricas como en las que se hallan en desarrollo. Ahora el Banco exige que los pobres asuman los costos de la crisis.

La crisis ofrece una oportunidad para discutir no solo dichas políticas y demandas, sino también sus fundamentos a favor del mercado. Es necesario avanzar en el suministro social de viviendas de calidad como una alternativa al suministro privado a través de los mercados de capitales, que ha demostrado ser tan dañino y costoso para la gente común. Lo mismo se aplica para el caso de las pensiones, la salud y la educación, donde la privatización ha ido crecientemente obligando a los individuos a acceder a los mercados de capital a través de los bancos, los fondos de inversión y las compañías de seguros para poder satisfacer sus necesidades básicas.

De forma más amplia, la crisis contribuye a subrayar el carácter inadecuado de las decisiones descentralizadas y guiadas por las ganancias que adoptan las empresas financieras como fundamento para el desarrollo económico. Las alternativas basadas en una gestión económica consciente deben ser urgentemente vueltas a colocar en la agenda del desarrollo.


Paulo L dos Santos es profesor de economía en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres.