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La contribución del crecimiento de China a la reducción de la pobreza desafía las políticas neoliberales del Banco Mundial y del FMI

10 enero 2018 | Traducción: Gustavo Alzugaray

World Bank president Jim Yong Kim talks with Wang Zhikun, a farmer at the Xinfu Village, China, 2012 Credit: Wa Zhiyi, World Bank

El 17 de octubre se cumplió el 25 aniversario de el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. De acuerdo al sitio web de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los ejemplo de impresionantes logros recientes en el combate a la pobreza extrema incluyen una caída de la tasa mundial de pobreza, de 28% en 1999 a 11% en 2013. El relato estándar, repetido por el ex-presidente de Estados Unidos Barak Obama, durante su discurso en la ONU de septiembre de 2016, afirma que las políticas neoliberales de ‘globalización’ y ‘apertura del mercado’ han sido el motor para la significativa caída de las tasas de pobreza (véase el Observador de Primavera de 2016).

Tal como afirman Babb y Kentikelenis en su documento de 2017, el Banco Mundial y el FMI han tenido, a su vez, un papel clave en el desarrollo y el reforzamiento de las políticas neoliberales asociadas a, entre otras cosas, la globalización y la apertura de mercados en el mundo. Aunque probablemente por el temor a una reacción antiglobalización (véanse las reuniones anuales de comunicación de 2017) y quizás en consonancia con la evaluación de la UNCTAD de que “la ansiedad se está convirtiendo rápidamente en el nuevo espíritu de la época de la economía mundial del siglo XXI”, se ha pedido al Banco y al Fondo que suavicen su postura sobre los ajustes estructurales y el neoliberalismo en general (véanse el Observador de Verano de 2016 y el de Verano de 2017).

IBW – ¿se dan un crédito indebido?

A pesar de estas reevaluaciones retóricas, el Banco y el Fondo, al igual que Obama, no tienen dudas de que puede atribuirse el éxito por la reducción de la pobreza mundial a las prescripciones políticas que promulgaron enérgicamente durante los últimos 25 años. Hablando en Washington antes de las reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI en octubre, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, calificó los esfuerzos de China para eliminar la pobreza histórica, señalando que “al incorporarse al mercado mundial, China ha sacado a más de 800 millones de personas de la pobreza”. Kim tiene razón en su afirmación de que los esfuerzos chinos han sido históricos. Un informe de octubre del Center for Economic and Policy Research (CEPR), con sede en Estados Unidos, respalda su punto y señala que “durante los 25 años [hasta 2016] … dos tercios de los aproximadamente 1.100 millones de personas que superaron la línea de extrema pobreza estaba en China”, y agrega que “de 1981 a 2010, es aún más una historia de éxito chino: alrededor del 94% de la reducción de la pobreza extrema se produjo en China”. Sin embargo, la afirmación implícita de Kim de que el crecimiento chino se debe a su inserción en los mercados mundiales, en línea con las recetas neoliberales del Banco y el Fondo, ha sido fuertemente cuestionada.

a integración económica mundial de China no se basó en las reformas o políticas neoliberales adoptadas por la inmensa mayoría de los países de ingreso bajo o medio desde la década de 1980CEPR, The scorecard on development

El crecimiento de China no se debe a las políticas neoliberales

El informe de CEPR enfatiza que “la integración económica mundial de China no se basó en las reformas o políticas neoliberales adoptadas por la inmensa mayoría de los países de ingreso bajo o medio desde la década de 1980”. El documento afirma: “China no crea un Banco Central independiente ni abandona las políticas industriales y de desarrollo de las décadas precedentes. […] Mantuvieron el control del Estado sobre el sistema bancario, ejercieron controles cambiarios y un enorme papel de las empresas estatales y, hasta hace muy poco, el Estado controlaba la mayor parte de las inversiones”.

El fracaso del neoliberalismo para impulsar el crecimiento

El hecho de que el crecimiento de China se haya logrado en gran medida mediante políticas que contravienen las recetas del Banco y del Fondo supone un desafío importante para la legitimidad de los modelos que históricamente han apoyado. El alejamiento de China del modelo neoliberal también es enfatizada por Ha-Joon Chang. Poniendo el problema en contexto histórico, Chang ha señalado que “la impresión popular, en gran medida creada por la propaganda neoliberal, es que el neoliberalismo … es capaz de generar un rápido crecimiento, aunque a menudo a costa de empeorar otros ‘problemas sociales’”. Sin embargo, enfatizó que “el crecimiento del ingreso per cápita en los países desarrollados se desaceleró de 3,2% a 2,2% entre el período intervencionista 1960-1980 y el período neoliberal 1980-1999, mientras que en el mundo en desarrollo se redujo a la mitad de 3% a 1,5%”. Concordando con el artículo de 2016 de Prates y Peruffo, What is left of the rising South [Lo que queda del sur emergente], Chang, subrayó que “sin … China e India, dos países que definitivamente no han seguido la receta neoliberal, la tasa del 1,5% habría estado cercana al 1%”.

La importancia del espacio político

El Informe de Comercio y Desarrollo 2017 de UNCTAD también debe haber resultado incómodo para el Banco y el Fondo, ya que señaló que el consenso internacional durante el alto crecimiento, la intervención y la denominada edad de oro del capitalismo “exigía que las principales economías (y sus empresas) aceptar algunas limitaciones a su capacidad para dominar los mercados internacionales y mover el capital libremente de un lugar a otro” – lo que claramente no sucede bajo las políticas neoliberales apoyadas por el Banco y el Fondo. Observando a la ruptura con el consenso siguió la hiperglobalización en la década de 1980, el informe describió sus características y consecuencias: “una desregulación amplia de los mercados, en particular los financieros y monetarios … y la reducción, incluso a veces la eliminación, de medidas políticas previamente utilizadas por los Estados para gestionar su integración en la economía global”. Como Chang y otros han argumentado, el espacio de políticas disponible para que China administre su integración en la economía mundial ha sido fundamental para su éxito. Sin embargo, esto está notoriamente ausente de la historia del Banco y el Fondo. Como se señala en el informe de la UNCTAD, esta libertad fue en gran medida negada a quienes adhirieron a las políticas neoliberales del Banco y el Fondo (véanse el Observador de Verano de 2017, Verano de 2016 e Invierno de 2014).

Estos informes y documentos desafían la afirmación del Banco y del Fondo de que la adopción de políticas neoliberales, si bien puede ser dolorosa a corto plazo, vale la pena a largo plazo. Dados los impactos negativos bien documentados de los años de programas de ajuste estructural impuestos a los países durante el período de crecimiento lento de la hiperglobalización (véase el Observador de Invierno de 2015), la confirmación de que la mayor parte del progreso logrado en la erradicación mundial de la pobreza puede atribuirse a políticas que contravienen los dogmas del Banco y el Fondo es realmente condenatorio.