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Las políticas del Banco Mundial "facilitan" la rapiña de las tierras de &Aa

28 septiembre 2011

La agricultura y la crisis alimentaria son temas de alto perfil en la agenda de las reuniones del Banco Mundial en 2012, aunque aumentan las voces críticas debido al enfoque del Banco sobre la volatilidad de los precios de los alimentos (ver Boletín 77). Una reciente investigación de fondo del Instituto Oakland plantea más preguntas difíciles sobre la política agrícola de los funcionarios del Banco. El informe implica al Grupo del Banco Mundial en la rapiña de la tierra en aumento en los países en desarrollo por los inversores privados y los países ricos, que los críticos están llamando "la rapiña global de la tierra" (ver Boletines 76, 71 y 68).

La investigación publicada entre marzo y junio de 2011, analiza la serie de apropiaciones de tierras en los países de África y encuentra que estas compras a menudo son hechas por los grandes inversionistas institucionales, son muy poco reguladas, producen pocos de los beneficios prometidos a las poblaciones locales, y en su lugar están desalojando a miles de pequeñas comunidades agrícolas de sus tierras ancestrales, creando una grave inseguridad alimentaria y causando la destrucción del medio ambiente.

En un blog de la agencia Reuters, Joan Baxter, una investigadora del Instituto Oakland, dice que "más que cualquier otra institución u organismo, el Grupo del Banco Mundial ha estado promoviendo la inversión extranjera directa en África, y permitiendo la rapiña de la tierra." Sus reportajes en profundidad sobre Malí y Sierra Leona, revelan cómo el Grupo del Banco Mundial (GBM) "ha formado el entorno económico, fiscal y legal… de tal manera que favorece la adquisición de grandes extensiones de tierras fértiles por unos pocos intereses privados en lugar de aportar soluciones a la pobreza y el hambre."

el Grupo del Banco Mundial ha estado promoviendo la inversión extranjera directa en África, y permitiendo la rapiña de la tierra

El Instituto Oakland encuentra que el Grupo del Banco Mundial, a través de una serie de diferentes políticas, ha orquestado un cambio que prioriza la agroindustria comercial a gran escala a través de la atracción y promoción de las inversiones agrícolas extranjeras. El Banco ha financiado la reforma de los mecanismos legales que están promoviendo rápidos cambios en las leyes de tenencia de la tierra, “impulsados por el deseo de facilitar la inversión agrícola a gran escala."

El Banco también ha estado financiando a las agencias de promoción de inversiones en los países africanos, las cuales ponen a los asesores del sector privado en los principales ministerios del gobierno, incluyendo las oficinas presidenciales. Esta fue una parte clave del proyecto de Apoyo al Crecimiento de Malí, financiado por un préstamo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el brazo para países de bajos ingresos del Banco. Los sueldos de los directores de la agencia de promoción de inversiones de Malí son pagados por el préstamo de la AIF. La agencia también incluye consultores de la CFI y garantiza las inversiones a través de la Agencia de Garantía de Inversiones Multilaterales (MIGA), organismo de seguros de riesgos del Banco.

Baxter observa que estas agencias "están desarrollando y difundiendo un verdadero paquete de incentivos no sólo para atraer la inversión extranjera en tierras de cultivo, sino también para garantizar el máximo beneficio para los inversores. Estos incluyen exenciones fiscales muy generosas por 10 o incluso 30 años, cero por ciento de impuestos de importación, y un fácil acceso a grandes extensiones de tierra, a veces más de 100.000 hectáreas. Los inversores sólo tienen que pagar un puñado de dólares por hectárea al año por la tierra, y en Malí, a veces ni siquiera tienen que pagar renta."

Los informes de Sierra Leona y Malí también argumentan que las ofertas de la tierra facilitadas por las políticas de promoción del Banco no cumplen con los principios del propio Banco sobre la inversión agrícola responsable a gran escala (RAI en inglés, ver Boletines 76 y 71). El informe sobre Sierra Leona dice que los principios RAI son "vagos y mínimos", y que "se basan en el polémico principio de que la agroindustria y el uso del suelo pueden aumentar la producción de alimentos e impulsar el crecimiento económico en los países receptores”, y que "no tienen en cuenta las preguntas en general sobre los enormes riesgos y las injusticias inherentes a la rapiña global de la tierra por los inversores y las naciones." El informe argumenta que los negocios de la tierra en Sierra Leona no cumplen con los principios RAI, mientras que el informe sobre Malí afirma que "el Banco ignora sus propios principios al apoyar instituciones y reformas políticas que las pasan por alto."

Mientras tanto, la CFI abandonó la propuesta de una controvertida inversión con una empresa acusada de la rapiña de la tierra. Había planeado prestar US$ 30 millones a Calyx Agro Ltd, filial argentina de una empresa francesa de materias primas, la cual tiene tierras agrícolas a través de América del Sur. En junio de 2011, un grupo de ONGs y movimientos sociales, incluyendo a Vía Campesina y Enfoque en el Sur Global, envió una carta a Lars Thunell, jefe de la CFI, oponiéndose a la inversión. La carta afirma que "en estos momentos en que los movimientos sociales en América Latina y en todo el mundo están pidiendo el final de la "rapiña de la tierra" "y donde muchos de los gobiernos de la región están tomando medidas para restringir la inversión extranjera en sus tierras de cultivo, es inaceptable que una institución multilateral como el Banco Mundial esté ofreciendo apoyo directo a algunos de los actores más importantes del mundo involucrados en la rapiña de la tierra."