En la declaración de la ONU de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (MDGs – UN declaration on the Millennium Development Goals) todos los estados que firmaron se comprometieron a realizar todos los esfuerzos para «liberar a nuestros semejantes, hombres, mujeres y niños de las condiciones abyectas y deshumanizantes de la pobreza extrema.» La consecución de los MDGs en el caso de Nicaragua, como es el caso de muchos países en desarrollo, está gravemente restringida por la relación del país con el FMI. Se estima que bajo las condicionalidades del FMI, solo la mitad de los objetivos del MDG se cumplirán en Nicaragua.
La importancia de lograr los MDGs en un país como Nicaragua es muy evidente. Nicaragua es el país más pobre de Latinoamérica después de Haití, Bolivia y Honduras. El 80 por ciento de su población vive con menos de $2 al día, y 46 por ciento con menos de $1 al día. El país registra niveles más altos que lo esperado en «ingresos de la pobreza», considerando sus ingresos per capita.
La pobreza de niños y niñas es muy alta en Nicaragua donde la educación debería ser una prioridad. Los niveles de la educación primarias son comparativamente más bajos que en otros países latinoamericanos, tales como Bolivia y Honduras. De hecho, solo el 41 por ciento de los niños y niñas de edad escolar secundaria van a la escuela. En comparación con otros países como Honduras y Bolivia, los cuales gastan aproximadamente un 7% del Producto Interno Bruto (PIB) en la educación pública, el gasto de Nicaragua en esta área es el más bajo, con solo un 4.3 por ciento de PIB.
Por primera vez en su historia, Nicaragua debería estar en la posición de confrontar sus problemas estructurales: en los años 90 el país no tuvo la capacidad de asumir la enorme inversión financiera requerida para el desarrollo humano, debido a la cantidad de recursos públicos requeridos para pagar su deuda externa. Desde 1994 a 1998, el gobierno dedicó aproximadamente el 51 por ciento de sus ingresos anuales de $455 millones para pagar la deuda. Habiendo calificado para el alivio de la deuda bajo la iniciativa para Países Pobres Altamente Endeudados (PPAE – HIPC- Highly Indebted Poor Countries), el país ahora dedica menos del 9 por ciento de sus recursos fiscales para el servicio a la deuda. Durante este período los ingresos gubernamentales se han duplicado hasta llegar a $900 millones, además Nicaragua recibe uno de los índices más elevados de ayuda extranjera: $580 millones al año desde 2002.
El principal obstáculo que tiene Nicaragua para aumentar su nivel de gastos para el capital humano, de acuerdo con el nivel requerido por los MDGs, es la entrega de la soberanía fiscal a las políticas del FMI. La condición macroeconómica más difícil es el requerimiento de realizar el pago de la deuda doméstica, como una prioridad absoluta. Esto se agrava por los requerimientos de aumentar las reservas de divisas extranjeras y de mantener los techos del gasto primario gubernamental y del déficit fiscal. Para poder alcanzar los niveles financieros requeridos para los MDGs, el país tendría que aumentar sus gastos por encima y más allá de los niveles impuestos por el FMI, lo cual significa que se tendrían que utilizar todos los recursos liberados bajo el PPAE.
Los pagos domésticos de la deuda de parte del gobierno fueron muy reducidos durante el período pre-PPAE, y ahora ya son inalcanzables. El servicio interno a la deuda está absorbiendo recursos liberados por el alivio a la deuda, los cuales deberían estar siendo utilizados para el gasto social adicional. Para un país donde el gasto gubernamental es de un total de $1.2 billones, lograr mantener una reserva de divisas extranjeras de $800 millones, es una carga demasiado pesada. Por ejemplo, si las importaciones crecen en un 20 por ciento el año próximo, las reservas centrales del Banco Central también deberán aumentar en un 20 por ciento, o sea $160 millones, una cantidad similar a la totalidad del presupuesto asignado al Ministerio de Educación.
Las nuevas condicionalidades del FMI establecen que el pago de la nómina gubernamental también tiene que estar congelado en términos reales. Esto quiere decir que será imposible lograr siquiera el objetivo fijado en el Plan Nacional de Desarrollo, de superar el enorme déficit de salarios en la educación y la salud, y por lo tanto no se podrán reclutar nuevos maestros ni al personal de la salud, necesarios para alcanzar los objetivos domésticos de la educación y la salud.
Es irónico ver que los donantes del Norte quienes dan apoyo al presupuesto nicarag_ense, demanden con una mano que el país alcance los Objetivos de Desarrollo del Milenio y con la otra insistan en que el país cumpla con las condiciones del FMI. Esto pone a Nicaragua en una situación literal de esquizofrenia. El paso más lógico es demandar que el principal propósito de los programas del FMI sea el contribuir a la consecución de los MDGs.