La Junta Ejecutiva del FMI convino en revisar el marco legal de la vigilancia bilateral en junio de 2007, con el texto final incorporando muchas de las salvaguardias exigidas por los países en desarrollo pero aún así, provocando la ira de los chinos.
El FMI desde el año pasado ha estado contemplando un cambio en la Decisión de Vigilancia de 1977 sobre las políticas de las tasas de cambio, el documento que detalla las obligaciones de los estados miembros y la forma como el FMI les hará seguimiento (ver Boletín 53). La decisión de junio de finalmente revisar el marco de vigilancia no añade más obligaciones pero sí un nuevo principio para guiar la política de los estados miembro del FMI: “Los miembros deberán evitar las políticas de tasas de cambio que produzcan inestabilidad externa.”
Llegar a un acuerdo sobre la definición de “inestabilidad externa” fue una de las tareas más difíciles de la discusión. Al final los Directores aprobaron lo siguiente: ‘”La estabilidad externa,” se refiere a una posición del balance de pagos, que “no produce, o posiblemente no produzca, movimientos perjudiciales de la tasa de cambio.” Por lo tanto, es un balance consistente de exceso o déficit de pagos que no lleve a fluctuaciones descontroladas en las tasas de cambio para que automáticamente no se salgan de este principio. Los borradores iniciales del texto incluyeron: “la desalineación de la tasa de cambio fundamental” como una indicación de inestabilidad externa.
En un esfuerzo para llegar a un acuerdo, la cláusula sobre la desalineación se dejó para una sección posterior de la decisión la cual describe indicadores que “requerirán de una revisión cuidadosa y que pueden indicar la necesidad de discusión con un miembro.” Un análisis más cuidadoso también sería puesto en marcha por "grandes y prolongados déficits o excesos de las cuentas actuales." El lenguaje sobre las desalineaciones fundamentales ha sido vigorosamente opuesto por algunos de los países con mercados emergentes, particularmente China, pues considera que es una luz verde para que el FMI aplique fuertes tasa de cambio a los países en desarrollo. Hubo muchas quejas y la Junta reconoció en su discusión que medir los desalineamientos es una tarea incierta y difícil. El Director Ejecutivo de China fue el oponente más fuerte del texto final, con Irán y Egipto también expresando sus reservas.
Otra salvaguardia exigida por el Grupo G24 de países en desarrollo está relacionada con la carga de la prueba por las violaciones alegadas de los principios. El G24 ganó la concesión de que los miembros recibirán “el beneficio de la duda razonable, incluyendo aquella relacionada con la evaluación de la desalineación fundamental de la tasa de cambio."
La decisión, que solo se aplica a la vigilancia bilateral y no a los acuerdos de préstamos o a la vigilancia multilateral, también indicó que "el Fondo se enfocará en las políticas de miembros que puedan influenciar significativamente la estabilidad externa presente o futura.” Esto reducirá el trabajo analítico del FMI a las áreas sectoriales, los asuntos macroeconómicos y las políticas económicas que no estén directamente relacionadas con el riesgo de los movimientos perjudiciales de la tasa de cambio, tales como la reforma de las pensiones públicas.
Tampoco está claro cómo esta decisión impactará la práctica actual de la vigilancia bilateral, la cual se lleva a cabo a través del Artículo IV del Informe que produce el FMI en relación con la salud económica de los países miembro, porque aún no se ha producido la Nota Directriz de la Directiva para el personal. Las notas directrices operacionales no están disponibles para el público.
Informe IEO levanta olas
El Informe de la Oficina de Evaluación Independiente (IEO – Independent Evaluation Office) sobre la vigilancia de la tasa de cambio se terminó temprano para alimentar las discusiones sobre la revisión del marco de vigilancia. El Informe publicado en mayo de 2007, encontró que de 1999 a 2005, “el FMI simplemente no fue tan eficaz como debía haberlo sido tanto en su análisis y asesoría, como en su diálogo con los países miembro.”
La evaluación citó numerosas y complejas razones incluyendo fracasos del personal, de la Directiva, de la Junta Ejecutiva y de los países miembro. Uno de los pasajes en letra pequeña del informe, el cual produjo discusiones subsecuentes, fue la acusación de que la vigilancia no era realizada en forma equitativa simplemente debido a que el FMI no tenía la habilidad de influenciar las decisiones de la política de la tasa de cambio de las economías avanzadas. La evaluación descubrió que: “La tracción reducida está en peligro de ser extendida a las grandes economías de mercados emergentes, y más allá. Semejante evolución es corrosiva, cultiva el cinismo en el personal tanto como en los miembros, y se apoya en la percepción de la falta de manejo equitativo.”
La recomendación principal de la IEO fue la necesidad de clarificar las reglas del juego, revisar la decisión de 1977, y desarrollar una guía práctica de la política sobre las áreas clave de la política potencialmente controversial de la tasa de cambio.
El personal del FMI se ofendió con la afirmación de la IEO de que la vigilancia de las tasas de cambio era ineficaz, por lo que escribió un informe de 18 páginas en respuesta, señalando el progreso realizado desde 1999 y el trabajo que se está realizando para mejorar la vigilancia. El personal del FMI dice: “En su totalidad, el tono negativo del informe no muestra información valiosa y tampoco conclusiones útiles.” El Director General en la misma forma sintió que el informe “no da una perspectiva equilibrada en la identificación de las debilidades existentes y de su relativa importancia.”
A pesar de las reservas del personal, la Junta encontró que había bastante con lo cual estar de acuerdo en el informe, y por ello respaldó la conclusión de que el Fondo no era tan efectivo como necesitaba serlo. La Junta estuvo de acuerdo con que el FMI necesitaba “dirigir cualquier percepción de asimetría en su vigilancia de la tasa de cambio.” A pesar de que la mayoría de los directores estuvieron de acuerdo con que las reglas del juego continuaban siendo poco claras, no hubo consenso sobre si se iban a desarrollar directrices claras de política, o sobre cómo hacerlo. Sin embargo, los directores sí estuvieron de acuerdo en que “hay espacio para explorar las formas para mejorar el diálogo entre los países miembro y para dirigir cualquier percepción de falta de equidad.”