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No cumple con las/los pequeños granjeros: El Banco Mundial y la agricultura

19 diciembre 2007

Picado por la crítica de su propia Unidad de Evaluación sobre su trabajo agrícola en el Subsahara Africano, el Banco Mundial publicó su Informe estrella sobre la Agricultura en octubre del 2007, el cual ha recibido fuertes críticas de la sociedad civil.

El hallazgo central del informe del Grupo Independiente de Evaluación (IEG – Independent Evaluation Group) sobre los programas agrícolas del Banco en el Subsahara Africano entre 1991 y el 2006, fue que el Banco, los donantes y los gobiernos habían descuidado la agricultura, y que la poca actividad agrícola del Banco había sido de ‘inferior calidad’. Durante el período estudiado, el Banco dedicó $2.800 millones a préstamos agrícolas, lo cual constituye solo el 8% de sus inversiones de préstamos en la región.

Los autores del Informe del IEG dirigieron una serie de fuertes críticas al trabajo del Banco:

En la mayoría de los países donde hubo reforma el sector privado no actuó para llenar el vacío dejado por la salida del sector público.
  • Respecto a su asesoría: Por presionar a los gobiernos para que cerraran sus compañías de semillas, “los proyectos del Banco han tenido poco éxito promoviendo la participación del sector privado en la producción de semillas.”
  • Respecto a la reforma agraria: El Banco demostró “un cálculo inadecuado del tiempo necesario para construir el consenso sobre temas sensibles tales como la reforma agraria."
  • Respecto a la reforma del mercadeo: “En la mayoría de los países donde hubo reforma el sector privado no actuó para llenar el vacío dejado por la salida del sector público.” Los resultados fueron inferiores a los esperados debido al ”inadecuado trabajo analítico de los antecedentes, al débil apoyo político y al aprecio insuficiente por los sistemas de incentivos.”

Los evaluadores concluyeron diciendo que “a pesar de haber estado más de dos décadas en varios países, el Banco hasta el momento no había ayudado a los países a aumentar su productividad agrícola lo suficiente para evitar el declive de las disponibilidad alimentaria per capita.”

A su vez la gerencia criticó duramente el Informe del IEG. Notando que la evaluación servía como piloto de una revisión planeada de la asistencia del Banco a la agricultura mundial, la gerencia del Banco le pidió al IEG que se asegurara de que la próxima evaluación “estuviera basada en el análisis más riguroso posible." En la discusión de la evaluación, la Junta pidió una actualización de la estrategia del desarrollo del sector rural del Banco, revisada por última vez en el 2002.

Hubo un gran interés ante la publicación del Informe sobre el Desarrollo Mundial de la Agricultura (WDR – World Development Report) del Banco en octubre del 2007. Los donantes, los investigadores y los grupos de la sociedad civil consideran que el Informe jugará un rol central determinando el ‘regreso’ de la dirección del Banco a la agricultura. Todas las partes están de acuerdo en que la agricultura juega un rol vital en la reducción de la pobreza. El Banco estima que “el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) proveniente de la agricultura es por lo menos doblemente eficaz en la reducción de la pobreza, que el crecimiento del PIB en los sectores no agrícolas.”

Sin embargo, y partiendo de este punto común, los informes de la sociedad civil sobre el Informe del Banco revelan grandes diferencias de comprensión en relación con el rol que la agricultura debe jugar en el desarrollo. Los autores del WDR toman un abordaje instrumental, enfocándose en la forma como el negocio del agro puede desarrollarse lo mejor posible para aumentar las rentas.

El marco de trabajo del WDR divide al mundo en tres partes: la basada en la agricultura, la que se está transformando y la urbanizada – enfatizando el rol en declive de la agricultura en el PIB y en el empleo en la medida en que los países se enriquecen. En contraste, las ONGs enfatizaron la seguridad y la política alimentaria. Murphy y Santarius de la ONG alemana Misereor, utilizan un marco de trabajo de tres mundos rurales: el industrializado, aquel con propiedad familiar y el de la subsistencia, enfatizando la forma como estos mundos interactúan entre sí.

Una importante divergencia es aquella relacionada con los roles a ser desempeñados por el estado y el mercado. Los autores del WDR dicen que los fracasos del mercado son “generalizados” en los países cuya economía está basada en la agricultura. Ellos animan la regulación del mercado para asegurar la competencia y permitir situaciones donde se asegura la intervención del estado para proveer lo necesario, y donde se garantizan los mercados. En la investigación de la ONG noruega Church Aid, Mark Curtis captura el dilema en el que se encuentran muchos países africanos: “tienen lo peor de los dos mundos: la intervención gubernamental no es suficiente para beneficiar a las personas pobres, pero sí es suficiente para obstaculizar el crecimiento tan necesitado en el desarrollo del sector privado.”

ActionAid afirma que la admisión del Banco de los fracasos del mercado no significa reconocer las severas restricciones colocadas sobre las habilidades estatales para manejar el poder del mercado, debido a la “posición dominante global de los conglomerados de los grandes negocios del agro.” La concentración del mercado ha distorsionado las relaciones entre granjeros y compradores. También ha producido una “pronunciada tendencia en contra de las mujeres,” asignándoles tareas de labor intensiva y de bajas habilidades. Esto es indicativo, dice la ONG Oxfam, de la “falta de la comprensión de la perspectiva de género del WDR.”

La segunda divergencia importante trata el rol de la ciencia y la tecnología. Los autores del WDR piden un gran aumento de las inversiones en la investigación y el desarrollo y en las asociaciones públicas y privadas. Las respuestas que dan para el aumento de la productividad están tanto en los procesos ecológicos (minimizando el uso de los componentes externos de la producción), como en los “avances revolucionarios biotecnológicos", incluyendo un aumento al apoyo de los organismos modificados genéticamente – OMGs (GMOs – genetically modified organisms). Un empuje importante del informe radica en la ‘necesidad de una revolución verde’ en la tecnología agraria para África. Los autores dicen que los derechos de propiedad intelectual (IPRs – intelectual property rights) en la industria de las semillas han tenido “poco impacto hasta la fecha” debido a que “no hay indicaciones de que se hayan hecho cumplir sus reglas.”

Murphy y Santarius describen la evaluación del Banco del potencial de los OMGs como “de color de rosa”, algo injustificado y representativo de la demasiada dependencia de las tecnologías del capital intensivo, que se supone eventualmente beneficiarán a las personas pobres. Esto se refleja en la “poca discusión sobre las tecnologías de bajo costo lideradas por las/los granjeros.” ActionAid pregunta por qué, a pesar de reconocer las limitaciones de los IPRs, el Banco todavía no apoya la investigación financiada públicamente. Advierten que los entusiastas de la ‘revolución verde’ no deben olvidar los impactos ambientales de la revolución verde asiática, y el rol de los cultivos de mayor producción, como una forma de resistencia a una verdadera reforma agraria.

La tercera gran divergencia entre los informes de la sociedad civil y el Informe del Banco, es la del rol del comercio internacional. El WDR opera suponiendo que el objetivo deseado es la liberalización completa del mercado, con una compensación para los posibles perdedores. En un mundo liberalizado la pregunta es: ¿cómo vincular a las/los pequeños granjeros con las cadenas de suministro de alto valor? Esto requiere asistencia con inversión de infraestructura, la conformidad con los estándares internacionales y el manejo del riesgo del precio.

Todos los informes de las ONGs comentan la caracterización del Banco de un mercado idealizado en comparación con la realidad de los grandes desequilibrios de poder en la cadena de suministro global. Murphy y Santarius describen como ‘superficial’ la discusión del Banco sobre los beneficios de la actual ronda de negociaciones del comercio global. Oxfam advierte que “los ingresos de las oportunidades de exportación frecuentemente solo llegan a los granjeros con mejores recursos y a los negocios del agro."

WDR 2009: Disparidades espaciales en el desarrollo

El WDR del año entrante estará dividido en tres partes. La primera parte documentará la urbanización y la evolución de las brechas entre diferentes áreas en los países, y entre los países en las regiones. La segunda parte analizará las fuerzas que motivan esos cambios, teniendo en cuenta cómo los movimientos de personas y capital ayudan a "realizar la concentración y las ganancias de escala." La tercera parte propondrá políticas para aprovechar estas transformaciones, y hablará de las preocupaciones sobre la distribución. Su autor principal, Indermit Gill, es un economista laboral que se unió al Banco en 1993 y actualmente trabaja para la Unidad de Desarrollo Humano en la región de Latinoamérica y el Caribe.