El Banco Mundial dará inicio este otoño a la revisión de su estrategia para el sector energético, pero los nuevos estudios realizados muestran que sus préstamos destinados a combustibles fósiles se encuentran en alza.
El sector energético alrededor de todo el mundo es responsable por la parte del león en materia de emisiones de gases de efecto invernadero y las inversiones energéticas del Banco no son una excepción. El Centro de Información Bancaria (BIC, por sus siglas en inglés) – ONG con sede en Estados Unidos – publicó recientemente un estudio titulado: Préstamos al sector energético del Banco Mundial: Fomentando la adicción mundial a los combustibles fósiles. Esta evaluación concluye que los beneficios en energía renovable y eficiencia energética de los últimos años no llegan a compensar el gran desequilibrio en materia de financiamiento a favor de los combustibles fósiles.
El estudio del BIC muestra que los préstamos del Banco para combustibles fósiles se encuentran en alza, especialmente los destinados al carbón. Durante el año fiscal 2008, el Grupo del Banco Mundial aumentó el financiamiento destinado a combustibles fósiles en un 102 por ciento, comparado con solo el 11 por ciento otorgado para nuevas fuentes de energía renovable (solar, eólica, biomasa, geotérmica e hidráulica a pequeña escala). El incremento trianual promedio del 73 por ciento registrado por el Banco en lo que refiere a energía renovable y eficiencia energética constituye un valor de referencia bajo si se lo compara con los proyectos para combustibles fósiles.
En promedio, el financiamiento otorgado por el Banco en materia de combustibles fósiles continúa siendo dos veces mayor al suministrado para proyectos de energía renovable y eficiencia energética en conjunto y cinco veces mayor si se toman en consideración solamente los proyectos para nuevas energías renovables. La rama del Grupo del Banco que se encarga del sector privado, la Corporación Financiera Internacional (CFI), se encuentra rezagada con respecto a sus pares en lo referente a esfuerzos en materia de energía renovable. Excluyendo a los proyectos hidroeléctricos, la CFI se encuentra actualmente involucrada en tan solo diez proyectos de energía renovable en todo el mundo: dos relacionados con la energía eólica, dos con la energía geotérmica y otros seis más.
En los últimos tres años, el Banco gastó un 19 por ciento más en carbón que en nuevas fuentes de energía renovable. Durante el año fiscal 2008, el Banco proporcionó aproximadamente US$1000 millones en proyectos relacionados con el carbón, incluyendo la súper crítica planta de carbono en India, Tata Ultra Mega, dos proyectos para la privatización de plantas que queman carbón en Filipinas (ver Boletín 62), y la planta energética a carbón de Indonesia, PT Makmur Sejahtera Wisesa.
Nuevos proyectos relacionados con el carbono
No hay ningún final a la vista para la participación del Banco en proyectos de combustibles fósiles, incluyendo el carbón. Por ejemplo, la CFI estará involucrada en el desarrollo del yacimiento petrolífero mar adentro Jubilee, recientemente descubierto en Ghana (ver Boletín 65).
Además, la CFI llegó recientemente a un «acuerdo de principio» para otorgar US$5000 millones en el transcurso de cinco años para la expansión de Eskom, la gigante compañía energética estatal sudafricana (ver Boletín 64). Además de los miles de millones suministrados por la CFI, el Banco Africano de Desarrollo ha aprobado la suma de US$500 millones – el mayor proyecto del sector privado hasta la fecha. Si bien se continúan discutiendo los detalles con respecto a los fondos de la CFI, es probable que una cantidad significativa sea adjudicada para los proyectos relacionados con el carbón. Eskom suministra el 95 por ciento de la electricidad en Sudáfrica, de la cual el 90 por ciento se genera con carbón. Según Reuters, Eskom ha lanzado un nuevo programa de inversión energética que asciende a US$33000 millones, el cual cuenta con dos plantas energéticas quemadoras de carbón con una capacidad de 4800 MW que habrán de entrar en actividad en 2015 y 2016.
El Banco defiende el apoyo al carbón en base al fundamento de que la necesidad de electricidad es tan grande en el mundo en desarrollo que las plantas a carbón van a ser construidas de todos modos con o sin su respaldo. Sostiene además que sin el apoyo de la institución habrían de proliferar plantas a carbón mucho más sucias y baratas.
El Banco de hecho considera alguna de las actividades basadas en el carbón como proyectos bajos en carbono, como hacer que una central térmica que quema carbón se vuelva más eficiente con relación a un «escenario habitual». Calificar a cualquier planta quemadora de carbón como «baja en carbono» resulta en el mejor de los casos engañoso ya que aun las plantas a carbón de alta eficiencia emiten más del doble de CO2 por cada megawatt/hora que las centrales de ciclo combinado que utilizan gas natural. No existe evidencia alguna de que las recientes inversiones del Banco en materia de carbón hayan sido más necesarias o hayan derivado en una tecnología más eficiente de lo que sería si se hubieran utilizado de otra forma.
Contribución al cambio climático
El estudio del BIC también reveló que los proyectos del Banco relacionados con combustibles fósiles tienen un claro impacto sobre las emisiones globales de CO2. Al combustionarse los combustibles fósiles implicados en los proyectos crediticios del Banco Mundial y la CFI para el año fiscal 2008, la vida útil de las emisiones de CO2 del proyecto correspondientes a un año de financiamiento equivaldrán aproximadamente al siete por ciento del total anual de emisiones de CO2 del sector energético en todo el mundo, o a más del doble del total anual de emisiones del sector energético africano.
La continuidad de los préstamos del Banco para combustibles fósiles, especialmente los destinados al carbón y al petróleo, tornará muy difícil una transición hacia el «bajo carbono». Cada año fiscal en que el Banco apoya un proyecto basado en el carbón, el gas o el petróleo, representa un compromiso de 20 a 50 años con fuentes de energía intensivas en carbono. Además, muchos de los grandes proyectos del Banco relacionados con gasoductos y con la extracción de gas y de petróleo han tenido y continúan teniendo como objetivo las exportaciones a los países ricos, alimentando su apetito por los combustibles fósiles. De esta forma, el Banco no está alentando adecuadamente a los países a que reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero producidas por los combustibles fósiles.
¿Alternativas?
En contraste con el razonamiento del Banco, no resulta una conclusión obvia que los países en desarrollo necesiten continuar construyendo más plantas energéticas a carbón y otras fuentes de energía provenientes de los combustibles fósiles. Un informe reciente del Worldwatch Institute aboga por una hoja de ruta sin energía del carbono y demuestra que los países en desarrollo están bien posicionados para saltarse la vía de desarrollo intensiva en carbono del siglo XX y llegar directamente a los sistemas energéticos avanzados que son posibles en la actualidad. El informe señala que las tecnologías renovables y de eficiencia permitirán a los países en desarrollo aumentar su confianza en las fuentes indígenas y reducir su dependencia de los costosos e inestables combustibles importados. Sin embargo, para alcanzar el punto de inflexión a favor del desarrollo bajo en carbono, el informe sostiene que «se requerirán políticas públicas innovadoras y un fuerte liderazgo político».
Hoja de ruta para el futuro
Hasta ahora el Banco no ha demostrado un fuerte liderazgo, según lo comprueba su creciente financiamiento a favor de los combustibles fósiles. El Banco necesita reevaluar y revisar responsablemente su enfoque orientado al financiamiento del sector energético, incluyendo lo siguiente: calcular y revelar las emisiones de gases de efecto invernadero de los proyectos; incluyendo una valoración del carbono en los análisis costo-beneficio del proyecto; contratar más personal (especialmente dentro de la CFI) con conocimiento en materia de energía renovable; promover políticas innovadoras de bajo carbono sobre incentivos tributarios, transmisión, inversión, incentivos a la producción y políticas sobre el uso de tierras; y otorgar liderazgo convenciendo a los países miembros de que la inversión en fuentes de energía sin carbono resulta en su mejor interés.
Es de esperar que el cambio climático afecte negativamente a los países en desarrollo y a los pobres del mundo desproporcionadamente – los mismos países y personas que los programas del Banco pretenden beneficiar. Como tal, el Banco debe modificar significativamente su modelo de desarrollo y convertirse en un líder en lo ateniente a contribuir a crear economías bajas en carbono. En la revisión de su estrategia enfocada al sector energético, le haría muy bien al Banco recordar que su papel es el de no conducir a los países por el camino intensivo en carbono y económicamente inestable de los países desarrollados.