La primera conferencia importante sobre la crisis financiera y económica que afecta a todos los países terminó con un bloqueo muy fuerte de los países ricos a las reformas substanciales que exigían los países en desarrollo. La conferencia de la ONU sin embargo, sí hizo pasar asuntos importantes para la agenda internacional, tales como la necesidad de un mejor sistema para las reservas internacionales, y la de tener un espacio real político para los países en desarrollo. El Norte y el Sur lucharon hasta llegar a un callejón sin salida.
La Conferencia de la ONU sobre la Crisis Económica y Financiera Global y sus impactos sobre el Desarrollo, la cual terminó el 26 de junio, fue la primera oportunidad que tuvieron todos los países del mundo para discutir la crisis en términos de igualdad. Durante la difícil preparación, los países en desarrollo que querían reformas importantes al sistema económico y financiero global, lucharon en contra de los países ricos que querían limitar el rol de la conferencia y de la ONU.
Divergiendo de la cumbre G20 en Londres (ver Boletín 65) donde las negociaciones fueron manejadas privadamente, los borradores del documento final de la ONU circularon libremente por lo que las organizaciones de la sociedad civil tuvieron acceso constante a las negociaciones. El grupo G77 de 130 países en desarrollo estaba tratando de insertar un texto como mandato para que la ONU tuviera un rol importante enfrentando la crisis y pudiera así respaldar un conjunto comprensivo de reformas, mientras que los países del Norte, incluyendo a EE.UU. y los de la Unión Europea hacían un juego de bloqueo. También hubo complicaciones tempranas ya que el presidente de la Asamblea General, Miguel D’Escoto Brockmann, publicó su propio borrador del documento final, el cual tuvo que ser reconciliado con el de los cofacilitadores. Él también pospuso la Conferencia tres semanas para dar más tiempo a la formación del consenso. Los países occidentales lo atacaron en la prensa furiosos con las poco ortodoxas tácticas, y por su respaldo a las reformas radicales y al fuerte rol de la ONU.
governments had failed the test, with the outcome falling far below what is necessary
Al final ambos lados lucharon hasta llegar a un callejón sin salida. Dos días antes de que llegaran las/los ministros y cabezas de estado, los cofacilitadores del proceso, los Países Bajos y San Vicente y las Granadinas produjeron un borrador de compromiso del documento final, el cual sorprendentemente fue aceptado por todos los países. Sabiendo cómo era de amplia la divergencia entre las dos posiciones, ninguno de los lados quiso reiniciar la discusión sobre el texto por temor a ser culpados por el colapso de las negociaciones. Por lo tanto no hubo más cambios para el texto del documento final, dejando a las/los altos delegados sin nada más que hacer que pasar el tiempo durante los tres días de la conferencia. Diana Aguiar, de la Red Internacional de Género y Comercio dijo que “la presión sobre el grupo G77 de los países en desarrollo por parte de los países ricos e industrializados socavó la habilidad del Grupo para oponerse a un documento que fue extremadamente pobre.”
Tal vez la característica más sobresaliente de este proceso, fue el hecho de que el grupo G77 se agrupó alrededor de un conjunto comprensivo de reformas, incluyendo muchas de las propuestas por la Comisión Stiglitz (ver Boletín 65), tales como las reformas del gobierno del FMI y los acercamientos políticos, un consejo global económico, y una mayor asignación de los Derechos Especiales de Giro (SDRs – ver Boletín 65), todo lo cual será un paso muy importante hacia la creación de una divisa global de reserva.
Asuntos clave mencionados pero poco concreto convenido
Como conclusión, el documento final fue despojado por los países occidentales de la mayoría de las propuestas para el cambio, pero incluyó un lenguaje específico sobre muchos de los asuntos críticos mencionados por los países en desarrollo, y la génesis de un proceso de seguimiento que podrá expandir el rol de la ONU en esta área.
La Conferencia produjo la más honesta evaluación de la naturaleza de “la peor crisis financiera y económica desde la Gran Depresión” producida hasta el momento por un foro intergubernamental. Los vínculos entre la crisis financiera, la desigualdad global, “la inseguridad alimentaria en aumento, la energía volátil, los precios de los servicios y el cambio climático” fueron todos señalados. Se coloca la responsabilidad a la puerta de los países en desarrollo, y se reconoce “la pérdida de confianza en el sistema económico internacional”. Hubo "fallas tremendas en la regulación financiera" las cuales fueron aumentadas por "la demasiada dependencia de la autorregulación del mercado" demostrando "la necesidad de la intervención gubernamental más efectiva para asegurar un equilibrio apropiado entre el mercado y el interés público.”
Aunque el lenguaje en el texto final fue diluido en comparación con el de los borradores previos, en dos áreas clave va más allá de lo logrado previamente en los acuerdos internacionales. Primero, resalta la necesidad de que exista un espacio político para los países en desarrollo. Para desagrado de EE.UU. y de otros, quienes emitieron declaraciones distanciándose de varios párrafos, el documento incluye un reconocimiento de que los países “tienen el derecho de usar medidas legítimas de defensa comercial” y el “imponer restricciones de capital temporales.”
El asunto de la condicionalidad del FMI, fue uno de los tópicos más controvertidos durante las negociaciones y muchos países en desarrollo hablaron fuertemente en su contra desde la plataforma de la asamblea general. En las reuniones del FMI, donde no están en términos de igualdad con los países occidentales como lo están en la ONU, los países en desarrollo tienden a ser más reticentes para expresar sus opiniones. Sin embargo, a pesar de que los borradores previos habían usado un lenguaje fuerte sobre el uso continuado de las condicionalidades procíclicas por las IFIs, (ver Boletín 65), el texto final del documento solo dijo que los programas nuevos y los actuales [de las IFIs] no deberían incluir “condicionalidades procíclicas innecesarias.”
Segundo, se habló del asunto de la creación de una divisa de reserva internacional para reemplazar el dólar, aunque en un lenguaje tentativo. El “potencial de los Derechos Especiales de Giro (SDRs), para ayudar a aumentar la liquidez global, y para ayudar a prevenir las crisis futuras” debe “ser estudiado” y se reconocen “los llamados de muchos países para un estudio adicional de la viabilidad y la conveniencia de un sistema de reservas más eficiente”, pero no se mencionó la forma de darle seguimiento. El tema de promover diferentes puntos importantes, pero sin medidas para su seguimiento continuó a través de todo el documento. La reforma de gobierno de las instituciones de Bretton Woods es “una urgente necesidad”, pero el texto y el cronograma solo fueron copiados del comunicado de la reunión G20 en abril de 2009. Sin embargo, el reconocimiento de que debe haber "una representación equitativa de los países en desarrollo" hace referencia a un movimiento hacia la exigencia del grupo G24 de los países en desarrollo en el Banco Mundial, para conseguir la igualdad en voz y voto entre prestamistas y beneficiarios.
La reforma del sector financiero que ha sido el centro de los esfuerzos de quienes crean las políticas en todo el globo durante los últimos meses, solo consiguió dos párrafos. Hay una “necesidad crítica de expandir el alcance de las regulaciones y la supervisión y de hacerlos más efectivos, con respecto a todos los centros financieros importantes, los instrumentos y los actores.” Se pide a los organismos normales como la Junta de Estabilidad Financiera y al Comité Basel para la Supervisión Bancaria (ver Boletín 63) que “revisen su membresía” para aumentar “la representación de los países en desarrollo según sea apropiado". Las/los participantes observadores en esta Conferencia, notaron que muchos de los paraísos fiscales del mundo habían enviado fuertes representaciones a la Conferencia, así que no fue sorprendente que no hubiera habido nada nuevo para luchar contra la evasión de los impuestos y el vuelo de los capitales. La Conferencia pidió "estándares internacionales para el intercambio de información" pero no mencionó quién debería implementarlos o qué tan rigurosos deberían ser. Los compromisos para “examinar el fortalecimiento de la cooperación internacional en asuntos fiscales” incluyendo el Comité Fiscal de la ONU no tuvieron más acuerdos que los logrados en Doha en la Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo de la ONU, en diciembre de 2008.
Los compromisos anteriores de negociaciones comerciales fueron reiterados, y una vez más, hubo un llamado para que se completara la Ronda Comercial de Doha. No hay mucho nuevo sobre la financiación de emergencia o la ayuda, a pesar de que a los donantes se les anima a “trabajar con los cronogramas nacionales para cumplir con las metas ODA", lo cual supuestamente significa el 0.7 por ciento como meta, aunque no fue explicado en detalle. Algo interesante fue que a pesar del fuerte empuje de la Unión Europea y de otros, la Declaración de París sobre la Efectividad de la Ayuda y su seguimiento del año pasado en la Agenda Accra para la Acción, no fueron mencionados, reflejando con ello una falta de interés y voluntad por parte de los países en desarrollo de llamar la atención sobre el proceso liderado por OECD. La financiación innovativa consigue un párrafo en el documento, y el hecho de que esto debe ser un “suplemento y no un sustituto de las fuentes tradicionales" refleja una petición de largo tiempo de las ONGs. Sin embargo, no hay nuevos compromisos. Martin Khor, jefe del Centro del Sur (South Centre), una institución intergubernamental que representa a 50 países en desarrollo dijo: “La más grande deficiencia fue que no se tomaron decisiones para dar financiación concreta a los países que actualmente están enfrentando grandes problemas.”
A pesar de los avisos de muchos de que otra crisis de deuda global es inminente, el lenguaje fue débil. Se anuncian las “paradas temporales de la deuda”, aunque solo como un posible acuerdo que puede ser logrado entre deudores y acreedores. Se urge a los donantes que “consideren proveer subvenciones y préstamos concesionales.” La afirmación de la necesidad de usar “los marcos y principios existentes” no será de confort para los críticos de los procesos tales como la Iniciativa para los Países Altamente Endeudados (HIPC – Highly Indebted Poor Countries), la cual contiene pesadas condicionalidades y limitada cancelación de la deuda. Sin embargo, la necesidad de explorar “la viabilidad de un marco más estructurado para la cooperación internacional" deja la puerta abierta para las/los activistas que tanto tiempo llevan trabajando por un mecanismo de procesamiento de la deuda internacional que sea transparente y que siga los principios de equidad y justicia.
Finalmente, también se mencionó la necesidad de un acuerdo sobre el clima en la próxima cumbre de Copenhagen, pero el lenguaje general de la recuperación verde, tal como en el G20, fue débil: “Reconocemos que la respuesta a la crisis representa una oportunidad para promover las iniciativas verdes económicas.” Una declaración de la sociedad civil publicada en la conferencia señala la necesidad del pensamiento y la acción avanzados en relación con toda una variedad de asuntos, pero una marcación general de la sociedad civil sobre la conferencia decidió que los gobiernos no habían pasado la prueba, ya que los resultados quedaron “Muy por debajo de lo que era necesario para dar a los países en desarrollo los recursos y herramientas que necesitan para enfrentar la crisis.”
¿Y qué pasa ahora?
Ahora toda la atención estará concentrada en el “grupo abierto ad hoc de la Asamblea General”, el cual ha recibido el mandato de continuar con la tarea de dar seguimiento al documento con los resultados. El éxito de este grupo dependerá del nivel en el que está y del grado de apoyo que reciba de los estados miembro, de la sociedad civil y otros, y no empezará a trabajar oficialmente sino hasta después de la reunión de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2009. Muchas otras de las propuestas concretas relacionadas con mecanismos de seguimiento fueron despojadas de su garra en el documento final. En vez de ello se pidió al Consejo Económico y Social de la ONU (ECOSOC – UN’s Economic and Social Council) que elaborara más recomendaciones y que considerara “la posibilidad de establecer un panel de expertos ad hoc sobre la crisis económica global y su impacto sobre el desarrollo.”
La oposición de los países occidentales de utilizar a la ONU para coordinar o dirigir los asuntos económicos internacionales fue expresada vigorosamente por EE.UU.: “Nuestro fuerte punto de vista es que la ONU no tiene la especialización o el mandato para servir como foro para un diálogo significativo, o para dar dirección a los asuntos tales como los sistemas de reserva, las instituciones financieras internacionales, y la arquitectura financiera internacional.” “Los EE.UU. y la Unión Europea parecen estar resistiendo aun la exploración del cambio estructural, a pesar de que las cifras del Banco Mundial muestran que las economías de los países más pobres este año perderán alrededor de un billón de dólares,” dice Raman Mehta, de ActionAid India.
Al tiempo que la conferencia reclamó “Haber resaltado la importancia del rol de las Naciones Unidas en los asuntos económicos internacionales” y de que todas las naciones firmaron un documento diciendo que estaban “resueltas” a fortalecer el papel de la ONU en “los asuntos económicos y financieros”, está claro que los países más ricos del mundo continuarán luchando contra la idea de que la ONU tome el liderazgo. Aun así, el principal mensaje de esta Conferencia es que no lograrán hacerlo sin una fuerte lucha.