En la medida en que las conversaciones sobre la financiación climática se van encaminando hacia la formulación de un acuerdo en diciembre de 2010 en Cancún, sigue creciendo la resistencia ante un posible rol central del Banco Mundial.
Las incongruencias encontradas en los préstamos recientes del Banco y las contribuciones a nuevos mecanismos para la financiación alternativa siguen alimentando los debates sobre el rol del Banco.
En una reciente sumisión al Marco de la Convención del Cambio Climático de la ONU (UNFCCC – United Nations Framework Convention on Climate Change), el gobierno de Estados Unidos afirmó que el Banco sería el fideicomisario “deseado” de un Nuevo Fondo Climático Verde de Copenhague, sugiriendo que el Banco creara el diseño del proceso. Este nuevo fondo de US$30.000 millones anuales fue propuesto para iniciar la financiación climática con el objetivo final de desembolsar US$100.000 millones anuales para el 2020.
Tanto el Banco como Estados Unidos apoyan un rol limitado para la institución como fideicomisario de un nuevo fondo climático. Sin embargo los analistas reconocen que existe la indención de que el Banco juegue un mayor papel en la toma de decisiones. Adicionalmente, y en la medida en que el Banco realiza reformas internas (ver Boletín 70), hay movimientos para que los fondos del fideicomiso sean controlados en forma tal que “estén mejor integrados con los fondos del fideicomiso y el presupuesto del Banco para traerlos en línea con los nuevos procesos para los préstamos de inversión y las actividades analíticas y de asesoría.”
En mayo de 2010, el Banco publicó un informe provisional como parte de su Marco Estratégico para el Desarrollo y el Cambio Climático (SFDCC – Strategic Framework for Development and Climate Change, ver Boletín 62). Este informe junto con los comentarios de Robert Zoellick, el presidente del Banco, en las reuniones de la primavera, afirman que hay una demanda creciente para la actuación del Banco en el clima, y que ya están trabajando en este sentido a través de sus préstamos a las inversiones, sus servicios de asesoría y los Fondos de Inversión en el Clima (CIFs – Climate Investment Funds) con sede en el Banco.
Crítica de los Fondos de Inversión en el Clima
En la medida en que los fondos climáticos existentes en el Banco empiezan a ser desembolsados, hay una persistente preocupación sobre la falta de participación de la sociedad civil. Los análisis iniciales de los informes de las misiones del Programa Piloto para la Resistencia Climática (PPCR – Pilot Programme for Climate Resilience), ponen de relieve la falta de participación de la sociedad civil en la elaboración de las misiones. El Banco ha consultado muy poco con la sociedad civil pues generalmente solo consulta a las ONGs más grandes, y no ofrece oportunidades de participación a los grupos pequeños ni a la mayoría de las comunidades afectadas por el clima.
Los CIFs han sido criticados continuamente, al igual que el Foro de Asociación (Partnership Forum) de Manila (ver Boletín 70) de la primavera, debido a la falta de participación de la sociedad civil en las reuniones de su comité de gobierno. Un informe reciente del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford señala la estructura vertical de los fondos, con un rol muy limitado para la sociedad civil. “Este modelo claramente no utiliza las fortalezas de la sociedad civil para asegurar una implementación efectiva nacional y local y para proteger los derechos de los más vulnerables.”
Los comités de gobierno de los CIFs se reunirán en Washington a finales de junio de 2010, – incluyendo el PPCR, el Programa de Escalada de la Energía Renovable para Personas Pobres (SREP – Scaling Up Renewable Energy for the Poor Programme), y el Programa de Inversión Forestal (FIP – Forest Investment Programme). Se espera que el SREP seleccione los países para el programa piloto y que precise los planes operacionales. El FIP propondrá seis países piloto adicionales y adoptará directrices operacionales, criterios de inversión y discutirá las propuestas para un marco de resultados.
El Fondo Multidonante de Bangladesh, que se está desarrollado actualmente como un vehículo para la ayuda climática bilateral del Reino Unido, todavía no está listo debido en parte al rol impreciso del Banco. El gobierno de Bangladesh busca limitar la asistencia del Banco solo al área fiduciaria pues no desea que la IFI actúe como administradora.
Incongruencias fortalecen la resistencia
Un reciente préstamo del Banco a Sur África de US$3.750 millones a la compañía estatal de energía Eskom (ver Boletín 70), para ser usado en gran parte en una nueva planta de carbón, ha aumentado la resistencia al rol del Banco en los préstamos climáticos. En Estados Unidos, ONGs como el Concejo para la Defensa de los Recursos Naturales y el Fondo para la Defensa Ambiental se han unido a los críticos del Banco, haciendo lobby en el congreso estadounidense en contra del rol para el Banco en la financiación climática. En una carta dirigida al presidente Barack Obama, firmada por más de 280 ONGs mundiales éstas piden un nuevo mecanismo de financiación del clima, expresando también su desacuerdo con que los fondos climáticos sean depositados y gestionados por el Banco Mundial.
La Red Constantino de la ONG internacional Instituto del Clima y Ciudades Sostenibles también enfatiza la incongruencia del préstamo de US$258 millones para las Filipinas en respuesta al impacto de dos tifones que golpearon al país el año pasado. “El Banco Mundial aprovechó esta tragedia para empujar préstamos como el de las Filipinas que promueven la institución al tiempo que empeoran el cambio climático con la financiación de más plantas de carbón alrededor del mundo.”
Un nuevo informe de la ONG británica Oxfam también hace eco a las preocupaciones sobre los préstamos climáticos, y concluye diciendo que la financiación pública para la adaptación al cambio climático debe ser provista en su totalidad en la forma de subsidios y no de préstamos.
Las alternativas ganan terreno
A finales de abril de 2010, España contribuyó con €45 millones (US$55 millones) al Fondo de Adaptación UNFCCC (AF – Adaptation Fund). Siendo la primera contribución de este tipo es un precedente importante para la financiación rápida, y también envía una señal de apoyo para las alternativas financieras climáticas, aparte de los CIFs con sede en el Banco Mundial. Los fondos serán desembolsados según la discreción de la junta del AF, para responder a las necesidades más apremiantes de los países en desarrollo, y no contienen ninguna condicionalidad impuesta por los donantes.
La Facilidad para el Medioambiente Global (GEF – Global Environment Facility) un fondo multilateral del medio ambiente, también recibió contribuciones récord en mayo de 2010, con más de 30 naciones comprometiéndose a donar US$4.250 millones. Los gobiernos se refieren al GEF como un primer paso multirateral significativo hacia los compromisos asumidos en Copenhague sobre el cambio climático y sobre otros acuerdos ambientales internacionales claves. Sin embargo, el GEF también ha enfrentado una serie de desafíos y críticas sobre su eficacia, así como el hecho de que el Banco es el fideicomisario (ver Boletín 8).