Durante casi seis meses, Grecia, y a través de ella, el resto de Europa, ha estado sufriendo una terrible crisis de deuda. Esta es la llamada “tercera fase” de una crisis que comenzó en el sector financiero, se contagió a la economía real y ahora está afectando todas las facetas de la vida política y social. La “expresión griega” de la crisis reveló una gran variedad de asuntos relacionados no solo con los problemas estructurales de la economía griega, sino también de la Unión Europea (UE) como un área económica con una divisa común, y una falta de voluntad o incapacidad de reaccionar ante el problema a tiempo y en forma significativa y colectiva. Lo que llama más la atención sobre la crisis griega fue su abrupta aparición.
Dos años atrás cuando la crisis financiera comenzó, la economía griega no parecía estar muy afectada, debido especialmente a las características estructurales del sector bancario incluyendo un desarrollo moderado y una baja exposición a los productos financieros “tóxicos”. El crecimiento del PIB durante el 2008 fue del 2.9 por ciento y el Banco Central de Grecia predijo un estancamiento para el 2009. De acuerdo con Eurostat, el PIB griego de hecho se redujo en un 2 por ciento en el 2009, y las predicciones son que se reducirá en un 3 por ciento en el 2010.
El déficit primario del gobierno griego en el 2008 comenzó en un 3.7 por ciento con un estimativo de aumento de un 4 por ciento para el 2009. Sin embargo, desde septiembre de 2009, el déficit del gobierno griego se reestimó al 7- 8 por ciento y finalmente en un 13 por ciento del PIB. Consecuentemente, el procedimiento del exceso del déficit de la UE fue activado por lo que se propuso en un primer paquete de austeridad, incluyendo el corte de los salarios, el aumento de los impuestos, y el congelamiento de nuevas contrataciones en el sector público. Sin embargo, fue claro después de las elecciones de octubre de 2009 en Grecia con el triunfo del partido socialista PASOK, que las seguridades iniciales del gobierno, de que el país podía solucionar sus problemas financieros por su cuenta y sin contar con la ayuda externa no se habían confirmado en la realidad.
El 11 de abril de 2010, el gobierno griego estuvo de acuerdo en activar un “mecanismo de apoyo” que incluyó €110.000 millones (US$135.000 millones) en préstamos del FMI y de la Unión Europea (ver see Boletín 71). Las medidas de austeridad implementadas incluyen: la reducción de los beneficios en el sector público de un 10 por ciento; la abolición de los pagos suplementarios estacionales para las/los empleados públicos actuales y los jubilados, lo cual produjo un corte inmediato de salarios y pensiones de hasta el 25 por ciento; un aumento del 10 por ciento en el impuesto de cigarrillos, bebidas y combustibles, y un aumento en el impuesto de valor agregado del 19 al 23 por ciento.
Además, la ley para activar el mecanismo de apoyo también requiere que todas las decisiones de implementación y la aprobación de cualquier otro contrato con el Banco Central Europeo, con la UE o con el FMI, sean promulgadas por el ministro de finanzas por medio de un decreto presidencial y sin ninguna discusión o acuerdo con el parlamento griego.
El anuncio de las medidas de austeridad produjo huelgas generalizadas y demostraciones masivas de los sindicatos griegos de izquierda. A pesar de la hostilidad general y desconfianza de la opinión pública hacia el FMI, había una comprensión parcial de que el gobierno griego ya había tenido este tipo de políticas económicas antes de que el FMI se involucrara formalmente. Además, como los servicios públicos griegos ya están muy privatizados, y el mercado griego ya se había desregulado en gran medida, el espacio para el “paquete de consolidación” del FMI está bastante restringido. Aun así, parece que el FMI todavía está tratando de reparar su mala reputación. A mediados de junio de 2010, los medios de prensa revelaron que funcionarios del FMI se habían reunido con periodistas, editores y empresarios tratando de mejorar la imagen del Fondo ante los ojos del público griego.
El desempleo en Grecia empeora día a día. El consumo, las inversiones y el gasto público se han reducido. Una estrategia de desarrollo brilla por su ausencia y están en marcha los desarrollos políticos y el malestar social. Aunque es poco probable que las medidas de austeridad reduzcan la deuda, ciertamente están hundiendo la economía griega en una depresión aun más larga y profunda. Lo que se necesita es un aumento efectivo de la demanda por medio del apoyo a los ingresos y al gasto público, tanto como el apoyo colectivo y solidario de la Unión Europea. Las preguntas que deben ser formuladas son: ¿Qué pueden esperar las/los trabajadores griegos de este “plan de racionalización financiera”? ¿Cuándo se restaurará su nivel de vida? ¿Por qué la carga de pagar por esta crisis cae de nuevo sobre sus hombros?
www.poulantzas.gr
epapadopoulou@poulantzas.gr