Un informe retrasado por un buen tiempo del Banco Mundial, sigue apoyando la adquisición de tierras a gran escala en los países en desarrollo por los inversionistas extranjeros, aunque reconoce los importantes riesgos para las poblaciones vulnerables. Grupos de la sociedad civil han argumentado que el Banco es cómplice de las violaciones de los derechos humanos asociadas con la llamada ‘rapiña de la tierra’ (ver Boletín 71), a través de sus servicios de asesoría de inversión.
El informe del Banco, prometido en abril de 2010, fue finalmente publicado a principios de septiembre. Éste documenta el drástico aumento del interés de los inversionistas en las tierras agrícolas desde la subida de precios de alimentos en 2008.
El Banco destaca una serie de casos donde las inversiones a gran escala en tierra han tenido éxito, incluyendo las subastas del Perú de terrenos públicos por casi US$50 millones.
Bank should not be allowed to sweep the damning findings under the rug
A pesar de estos aparentes éxitos, el informe subraya la naturaleza explotadora de muchas inversiones, encontrando que los inversionistas se han orientado hacia los países con un “gobierno débil de la tierra”, permitiéndoles ganar tierras “casi gratis y con muy poco respeto por los derechos locales.” De acuerdo con el informe, las ofertas de tierras entre los inversionistas y los gobiernos se han producido en forma secreta y marginando a las comunidades afectadas.
El informe también afirma que los inversionistas no han creado el número de puestos de trabajo prometidos, y que no han invertido eficazmente en las tierras adquiridas. También señala que las adquisiciones exacerbaron los problemas existentes de discriminación de género. Un informe de abril por la ONG ActionAid Internacional, se refiere a esta discriminación como uno de los obstáculos claves para la reducción del hambre en el mundo en desarrollo.
No obstante, el Banco afirma que estos riesgos “son equivalentes a grandes oportunidades” para “aumentar la productividad y la eficiencia” en la utilización de grandes extensiones de tierras no cultivadas anteriormente. Esto está en consonancia con el enfoque del Banco en la agricultura y la inversión de tierra a gran escala (ver Boletines 61,58). El informe aboga por la aplicación de los siete principios sobre las inversiones de la tierra que ayudó a preparar, los cuales fueron criticados por legitimizar la ‘rapiña de la tierra’ (ver Boletín 71).
Hablando en una Conferencia de las Naciones Unidas en mayo de 2010, el Reportero Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, argumentó que la asignación de prioridades de las formas capitalizadas de la agricultura a gran escala, descuida a las/los pequeños propietarios quienes son los que alimentan las comunidades locales, y afirmó que tales métodos no solucionarán los problemas del hambre y la desnutrición.
El grupo de pensadores estadounidenses del Instituto de Oakland ha puesto de relieve la contradicción entre las conclusiones del informe y las políticas agrícolas del Banco (ver Boletín 71). Anuradha Mittal, director del Instituto de Oakland pide que se realice un “mejor examen de las actividades del Banco”, diciendo que no se debe permitir que los hallazgos y conclusiones críticas del informe “sean barridos bajo el tapete.”