Durante el año pasado el economista jefe del Banco Mundial, Justin Lin, trató de reiniciar el debate en el Banco, sobre si los gobiernos de los países en desarrollo deberían adoptar las políticas industriales activas, que anteriormente habían sido tabú en la institución. Su tesis es que aunque el mercado sigue siendo el motor del desarrollo económico, "los gobiernos deben desempeñar un papel activo en la facilitación de la modernización industrial y la mejora de la infraestructura." Robert Wade, académico de la Facultad de Economía de Londres, en respuesta a Lin, en enero de 2011, sostiene que la "apertura de la puerta" de este argumento puede ser la señal de un alejamiento del "consenso de Washington" de que "el crecimiento económico es una función del tamaño y la competitividad de los mercados" y que la "intervención gubernamental" tiende a ser más costosa que ‘el fracaso del mercado’."
Lin también introdujo algo de sutileza a la defensa de la inversión extranjera directa acreditada al Banco sin mayor mérito de éste, argumentando que mientras mucha de la inversión en el extranjero puede ser buena para las economías en desarrollo, ciertos tipos de inversión pueden causar problemas graves (ver Boletín 75). Él enfatiza diciendo que la inversión de cartera en acciones y participaciones (stocks and shares) "tiende a concentrar las actividades especulativas (principalmente en los mercados de valores o el sector de la vivienda), lo cual crea burbujas y fluctuaciones. Estos son volátiles por naturaleza y, a menudo contribuyen a la enfermedad holandesa y a las crisis monetarias." Este enfoque parece estar en contradicción con la sabiduría tradicional del Banco, según lo refleja el fuerte impulso de FDI por la liberalización en su informe Inversión a Través de las Fronteras (ver Boletín 72), y la clasificación del informe Haciendo Negocios (ver Boletines 67 y 66). Collins Magalasi de la ONG Foro Africano y Red sobre Deuda y Desarrollo (Afrodad), comentó "la verdad es que el Banco Mundial hace varias décadas viene socavando la habilidad de los países en forma consistente e imprudente, al promover el tipo de liberalización y desregulación de ‘una talla para todos’, debido a lo cual es imposible para los países utilizar una política industrial razonable."
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