La crisis económica en Argentina en 2001 y la de Grecia hoy en día, son parecidas pero diferentes, por lo que debemos ser cautelosos al hacer comparaciones.
Los regímenes económicos que llevaron a la recesión en ambos países son parecidos. En el contexto de la desregulación económica y la liberalización financiera y comercial, la política de convertibilidad de Argentina, que puso el peso argentino a la par del dólar, y la adopción del euro en Grecia, ambos establecieron un régimen de tipo de cambio fijo y sobrevaluado. Esto ayudó a controlar la inflación, pero a costa del deterioro de la capacidad productiva local.
En ambos casos la estabilidad de la economía pasó a ser dependiente de los flujos de capital para estimular la demanda interna. Debido al déficit permanente del balance de pagos, las economías se volvieron dependientes de la deuda externa. Por lo tanto, el detonante de la crisis en ambos casos provino de la limitada financiación externa, y no de los déficits fiscales.
La crisis económica en Argentina en 2001 y la de Grecia hoy en día, son parecidas pero diferentes
Cuando las crisis de las cuentas de capital argentino y griego se profundizaron con la crisis financiera asiática de 1998, y la crisis de 2008 respectivamente, el mantra del momento para los acreedores fue la austeridad fiscal y la contracción de los salarios, pues los acreedores estaban interesados en mantener el régimen de tipo de cambio a fin de no sufrir pérdidas financieras. En Argentina, a pesar del contexto de una recesión, el FMI alentó la aplicación de medidas ortodoxas como la reducción del gasto social y la reducción de las protecciones laborales. En Grecia, tras un corto período de coqueteo con el keynesianismo, la troika (FMI, Unión Europea y el Banco Central Europeo) impuso impopulares ajustes parecidos a los impuestos en Argentina para garantizar la continuidad del régimen monetario y proteger las ganancias del sector financiero.
Tras el estallido de una crisis económica y social sin precedentes a finales de 2001, Argentina devaluó su moneda y falló por omisión en el pago de más del 65 por ciento del total de la deuda pública. Sin embargo, combinado con un auge de los recursos naturales, estas medidas contribuyeron posteriormente a un ciclo de crecimiento sin precedentes.
;La experiencia argentina de 2001 resuena en 2011 en Grecia: la restructuración de una deuda impagable y la mejora de la competitividad son elementos clave para la restauración de la creación de la producción y el empleo. ;Sin embargo, es difícil considerar que se trata exactamente del mismo caso debido a las diferencias en las políticas económicas de ambos países.
En primer lugar, un regreso a una moneda griega depreciada frente al euro enfrentará oposición de Alemania, pues esto afectaría su estrategia de crecimiento impulsado por las exportaciones. La limitada capacidad productiva de Grecia también obstaculiza la probabilidad de encontrar alternativas comerciales internacionales más allá de la Unión Europea (UE).
En segundo lugar, la deuda griega está concentrada en bancos franceses, alemanes y británicos. Por lo tanto, estos países son menos propensos a promover una restructuración lo suficientemente grande como para restaurar la solvencia de la deuda del Gobierno griego. En Argentina, sin embargo, la deuda estaba distribuida entre diversos acreedores individuales e institucionales (casi el 40 por ciento local, lo cual facilitó la negociación), y su estrategia de renegociación agresiva fue apoyada por Estados Unidos, el cual buscó reducir el riesgo moral en los mercados internacionales de capitales, haciendo un ejemplo de la Argentina. Además, en 2001 la economía mundial estaba al borde de un período de fuerte crecimiento, pero ahora está sumida en una profunda crisis internacional.
Tercero y como punto final, la intervención del FMI en Grecia se realiza con la participación de la UE y el Banco Central Europeo (BCE), los cuales dirigen el proceso. ;Por lo tanto, su papel se limita a proporcionar préstamos adjuntos al paquete de condicionalidad de austeridad fiscal y privatización de la Unión Europea y el BCE. ;En el caso argentino, las principales potencias mundiales no interfirieron y dejaron que el FMI estuviera a cargo.
El restablecimiento de una senda de crecimiento sostenible y comprensivo en Grecia es más difícil que en Argentina y requiere de un fuerte compromiso de todos los países de la UE para reducir las asimetrías en la región. La centralidad de la dimensión regional en la resolución de la crisis griega, significa que Europa debe reexaminar si está dispuesta a promover y salvaguardar los intereses financieros a costa de las bases sociales, sobre las cuales se fundamenta la Unión Europea.