La competencia sin precedentes por la presidencia del Banco Mundial, con dos experimentados candidatos de países en desarrollo propuestos además del candidato estadounidense, ha planteado exigencias para la reforma de la estrategia del Banco relacionada con los países de medianos ingresos, los derechos humanos, el medio ambiente y el sector privado, entre otros.
El 23 de marzo de 2012, la Junta de Directores del Banco cerró las nominaciones para la selección del sucesor de Robert Zoellick, quien anunció su intención de retirarse en junio de 2012 al final de su primer mandato (ver Boletín 79). Por lo tanto hay tres candidatos: el gobierno de Estados Unidos designó al ciudadano estadounidense, Jim Yong Kim, presidente de Dartmouth College; Sudáfrica, Nigeria y Angola designaron a la ministra de Hacienda de Nigeria, Ngozi Okonjo-Iweala; y Brasil nominó al ex ministro de hacienda colombiano José Antonio Ocampo. El profesor estadounidense, Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, quien había presentado su nominación públicamente para el cargo se retiró cuando Kim fue nominado.
Esta es la primera vez que ha habido un concurso para el cargo, al tiempo que la nominación de un candidato por parte de Estados Unidos muestra su deseo de aferrarse al largo convenio no escrito de que el jefe del Banco siempre sea estadounidense. Elizabeth Stuart de la ONG Oxfam Internacional, declaró: "Ya no es defendible para Estados Unidos ungir al líder del Banco Mundial detrás de puertas cerradas. El Banco va a poner en entredicho su legitimidad si este proceso de la entrevista continúa siendo una farsa con un resultado predeterminado."
Las evaluaciones de los tres candidatos han dominado los debates en los medios y también creado una polémica acerca de las principales reformas necesarias en el Banco. Los analistas coinciden en que el próximo presidente debe centrar su atención en la extensa gama de actividades del Banco, la única pregunta es cómo va a hacerlo.
Uno de los problemas más acuciantes es cómo trabajar eficazmente con las grandes economías de los mercados emergentes. En la cumbre BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) celebrada a finales de marzo de 2012, los líderes pidieron "una institución financiera multilateral que realmente reflejara la visión de todos sus miembros, incluyendo una estructura de gobierno que reflejara las actuales realidades económicas y políticas". Al tiempo que la reforma de la gestión pública no está estrictamente en el poder del presidente del Banco Mundial, el presidente puede abogar por, y exigir cambios en el alineamiento de poder entre los accionistas. Luego, según Roberto Bissio, el coordinador de la red de ONGs Social Watch, "el Banco debe practicar lo que predica y dar la bienvenida a la competencia". En lugar de intentar cooptar instituciones del grupo BRICS (ver Boletín 80), el Banco "no debe interferir con la aparición de alternativas que ofrecen más opciones a sus países clientes".
Al mismo tiempo que debe sortear un papel cada vez mayor para los países de medianos ingresos, el próximo presidente del Banco Mundial también está llamado a proteger los derechos de las personas afectadas por los proyectos del Banco. Actualmente, el Banco no reconoce que tiene el deber de respetar y proteger los derechos humanos, y generalmente categoriza estos derechos como "políticos" en lugar de "económicos" o relacionados con la "pobreza". Titi Soentoro, de la ONG Aksi de Indonesia dijo, "si el Banco va a impulsar el papel de los países de medianos ingresos eso debe ir de la mano con el fortalecimiento de las salvaguardias ambientales y sociales".
El medio ambiente es uno de los importantes campos de batalla para la próxima administración, ya que los esfuerzos realizados para llamar al Banco "el Banco del medio ambiente" han irritado a los grupos de la sociedad civil que durante mucho tiempo han señalado el daño causado por proyectos financiados por el Banco. Entre ellos la financiación de centrales eléctricas de combustibles fósiles, al tiempo que ignora las necesidades que las personas vulnerables tienen para acceder a la energía (ver Boletín 75). El Banco últimamente se ha venido posicionando en la política internacional como el protector de los bienes públicos mundiales, desde el cambio climático hasta la biodiversidad (ver Boletín 80). Red Constantino de Iniciativa del Sur BASIC dice: "El Banco no tiene derecho de generar bienes públicos mundiales cuando ni siquiera puede formular bien sus propios fundamentos del cambio climático. Es necesario que el Banco de un paso atrás y deje la gestión de la financiación del clima a instituciones más democráticas como la ONU."
Por último, al tiempo que durante los últimos diez años ha habido una tendencia a la reducción de la financiación directa del Banco para los gobiernos de los países de medianos ingresos en proporción del total de su financiación, también ha habido un aumento masivo en el tamaño de las operaciones en el sector privado a través de la Corporación Financiera Internacional (CFI), donde los préstamos son cada vez mayores para las operaciones corporativas en los países de medianos ingresos. Además, la mitad de sus fondos ahora está siendo canalizada a través de intermediarios financieros. La CFI es también la parte del Banco que ha sido más criticada por facilitar "la rapiña de la tierra", por parte de inversores extranjeros tratando de adquirir tierras agrícolas en los países en desarrollo (ver Boletín 77). Soren Ambrose, de la ONG ActionAid Internacional, dijo: "El gran riesgo es que el nuevo presidente deje a la CFI por su cuenta en lugar de tratar de controlar sus prácticas descarriladas. La CFI necesita una revisión completa, desde la selección de proyectos hasta los incentivos para el personal y la orientación sectorial, para que deje de prestar tanta atención al bienestar corporativo y verdaderamente se dedique al mandato de desarrollo".