Al tiempo que la Corporación Financiera Internacional (CFI) [brazo del sector privado del Banco], anuncia nuevas inversiones en su fondo de capital privado para el clima, los críticos sostienen que la inversión de los escasos fondos climáticos en el sector financiero es de efectividad no comprobada, que no llegará a las regiones más pobres del mundo y además que sus resultados y repercusión en el desarrollo son muy cuestionables.
El Fondo Catalizador del Clima de la CFI, un nuevo "fondo de fondos" de capital privado lanzado en noviembre de 2011 (ver Boletín 79), recibirá US$75 millones de capital inicial de la CFI, y tiene como objetivo movilizar la inversión de grandes inversionistas institucionales. Este nuevo Fondo invertirá en otros fondos de capital privado que se especialicen en lo que la CFI llama "empresas y proyectos de baja emisión de carbono y amigables con el clima" en los mercados emergentes. El nuevo Fondo también recibirá US$50 millones de inversión del Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID, sigla en inglés) del Reino Unido. Este dinero está incluido en un paquete del Reino Unido recién anunciado para el financiamiento del clima, y es parte de una iniciativa británica llamada Asociación Climática Público-Privada, o COP3 (Climate Public Private Partnership), una plataforma de inversión pública y privada diseñada en parte por la CFI. Su objetivo consiste en utilizar fondos públicos para movilizar grandes cantidades de capital privado para invertir en infraestructuras de bajas emisiones de carbono en los países en desarrollo (ver Boletines 78, 76). El DFID y la CFI afirman que cada £1 de finanzas públicas generará £30 de inversión privada.
Alex Scrivener, de la ONG británica Movimiento para el Desarrollo Mundial cuestiona esta estrategia: "El CP3 forma parte de una preocupante tendencia a desviar la escasa financiación climática del Reino Unido fuera de la ayuda para los proyectos de mitigación y adaptación en el mundo en desarrollo, en un esfuerzo por atraer inversionistas privados quienes buscan muy altas tasas de retorno. En otras palabras, esto podría llevar a que se abandonen proyectos más eficaces, aunque menos rentables, a favor de planes que son propensos a reportar grandes beneficios pero a corto plazo".
Mithka Mwenda de la Alianza Justicia Climática Panafricana observa: "Las estimaciones sobre el dinero capaz de ser apalancado son a menudo exageradas por lo que es necesario investigar mucho más. La CFI depende de intermediarios financieros que muy a menudo tienen impactos negativos en el desarrollo y el clima, representan riesgos financieros considerables y son capaces de eludir las salvaguardias, lo cual tiene graves consecuencias para la rendición de cuentas. La CFI también tiene la intención de invertir en los mercados emergentes, lo cual es un claro indicio de que las zonas vulnerables de África y de otras partes del mundo en desarrollo serán olvidadas por la institución".
Mwenda continúa: "Instamos a que la mayor parte de la financiación provenga del sector público el cual es respaldado por una buena rendición de cuentas, además es representativo, inclusivo, y tiene un gobierno transparente. Las inversiones del sector privado deben darse a nivel nacional, donde su participación pueda ser mejor decidida, gestionada, regulada e incentivada según las estrategias nacionales identificadas, incluyendo la participación de las personas más afectadas por el cambio climático".