El gobierno egipcio al fin llegó a un acuerdo con el FMI para un préstamo inicial después de dos años de continuas negociaciones. El acuerdo debe ser aprobado por el directorio del FMI y, a continuación, firmado y ratificado por el presidente de Egipto, quien posee los poderes ejecutivo y legislativo tras la disolución del parlamento hace varios meses. El gobierno espera que el préstamo ayudará a superar los problemas crónicos fiscales y financieros de Egipto que ahora son apremiantes, debido a la agitación política posterior al derrocamiento de Mubarak en febrero de 2011.
La economía egipcia está sufriendo un creciente déficit fiscal que ha superado el 11 por ciento del PIB en el último año fiscal. El pronóstico es que este déficit llegará al 13 por ciento a finales del presente año fiscal. Por otra parte, la economía de Egipto ha venido sufriendo la disminución de las reservas de divisas y un deterioro de la balanza de pagos, con grandes salidas de capital, bajas tasas de inversión y una lenta recuperación en el sector del turismo.
Por lo tanto, se ve al préstamo del FMI como una solución para salir de esta compleja crisis. El gobierno afirma que la deuda exterior de Egipto no es tan grande (alrededor de US$32 mil millones) y que el costo de los créditos en el exterior es mucho menor que los préstamos internos. También afirma que el préstamo del FMI abrirá las puertas a una mayor afluencia de capital, incluidos los préstamos de otras instituciones financieras internacionales y que se atraerá la inversión extranjera.
Sin embargo, este préstamo del FMI no podrá solucionar todos los problemas económicos de Egipto por muchas razones. Para empezar, el préstamo del FMI es por un valor de 30 mil millones de libras egipcias (US$4,9 mil millones), lo cual apenas es suficiente para cubrir el déficit presupuestario previsto, que se espera será de 170 a 200 mil millones de libras egipcias.
En segundo lugar, incluso si el acuerdo con el FMI abre las puertas a nuevos préstamos, la mayor parte del dinero será destinada a sufragar los gastos corrientes a menos de que el presupuesto de Egipto sea fuertemente restructurado. El nuevo régimen ha demostrado que es incapaz de hacer frente a sensibles cuestiones económicas, tales como los subsidios a la energía, el tipo de cambio y las políticas fiscales. La restructuración del gasto público es un problema a mediano plazo que depende de la voluntad política del nuevo gobierno y de su capacidad para forjar una amplia alianza sociopolítica que pueda ayudarle a emprender las reformas necesarias. Este proceso es completamente independiente del préstamo del FMI y se relaciona con los asentamientos políticos más amplios post-revolucionarios en Egipto. Si no se produce una restructuración, los préstamos extranjeros sólo producirán un ciclo de aumento de la deuda, contraída simplemente para financiar los gastos recurrentes, con poca o ninguna devolución, con lo que todo el proceso de endeudamiento no será muy sostenible.
En tercer lugar, el gobierno afirma que el préstamo del FMI servirá como un indicador de que la economía de Egipto está en vías de recuperación y que el país tiene un claro conjunto de políticas. Se espera que esto apoyará el impulso de recuperación de Egipto al atraer la inversión extranjera directamente y con ello generar mayores tasas de crecimiento. Sin embargo éste es un pobre argumento, ya que existen otras variables que influencian la inversión extranjera como: la estabilidad política, la crisis financiera internacional y la seguridad nacional, para nombrar algunas.
Por lo tanto, se puede afirmar con seguridad que el préstamo del FMI a duras penas puede contribuir a la recuperación económica de Egipto. Este préstamo probablemente tratará de resolver los problemas fiscales del estado a través de un aumento en los impuestos indirectos, recortando las subvenciones y devaluando la moneda local. El objetivo del préstamo no es necesariamente el de apoyar la economía y sacarla de una inminente recesión. Más bien, representa un riesgo ya que empujará a Egipto hacia una espiral de endeudamiento público que profundizará su crisis fiscal y financiera, y socavará las posibilidades reales de democratización.
Lo que el préstamo del FMI ofrece es el apoyo a un conjunto de opciones político económicas que son predominantemente conservadoras, y cuya finalidad es la de reproducir los mismos viejos intereses y bases económicas, los cuales no ofrecen ninguna posibilidad de cambio después de la revolución. El presente conjunto de medidas del FMI simplemente hará que un número mayor de egipcios se vea obligado a pagar por el reajuste de la economía. Este paquete de reformas contradice en forma significativa las aspiraciones del pueblo egipcio, ya que no producirá un nuevo paradigma para un desarrollo más justo e incluyente en Egipto.
Amr Adly, Director, Unidad de Justicia Económica y Social (Egyptian Initiative for Personal Rights, Cairo, Egypt)