Medio ambiente

Análisis

Cruzada del Banco Mundial sobre el cambio climático: ¿retórica o realidad?

8 abril 2014 | Traducción:Maria Eugenia Arzayús

Fishing under the shadow of coal plants in Mundra, India (Joe Athialy)

Desde que Jim Yong Kim se posesionó como presidente del Banco Mundial en el 2012, él ha venido declarado el cambio climático como una prioridad en la agenda del Banco (ver Boletín 83). Sin embargo, los críticos dicen que las soluciones del Banco no corresponden a la nueva retórica.

 

En septiembre de 2013, Kim dijo: «Sabemos que el cambio climático incontrolado amenaza la salud, los hogares y los medios de vida de millones de personas alrededor del mundo, siendo las personas más pobres y más vulnerables las mayores afectadas.» Sus advertencias están basadas en una serie de informes, incluyendo el informe clave de 2012 Afrontando el cambio climático (Turn down the heat en inglés), en el cual se advierte que el planeta podría calentarse 4 grados más para 2100. Para finales de 2013 el Banco publicó varios informes sobre los contaminadores del clima a corto plazo desde cocinas de leña hasta el metano de las basuras sólidas. Los informes sostienen que es fundamental reducir estas emisiones ya que están derritiendo los glaciares en regiones como el Himalaya.

 

El Banco todavía financia la energía sucia

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La muy divulgada publicidad del Banco en julio de 2013 afirmando que sólo financiaría proyectos de carbón en «circunstancias excepcionales», reforzó su imagen de líder en la lucha contra el cambio climático. En enero de 2014, Kim dijo: «este es el año para tomar medidas sobre el cambio climático». Sin embargo, a pesar de lo anterior, el Grupo del Banco Mundial todavía continúa financiando nuevos proyectos de carbón. En febrero de 2014, la Corporación Financiera Internacional (CFI – el brazo del sector privado del Banco) aprobó la financiación de una planta de celulosa en China, un proyecto de la multinacional finlandesa Stora Enso. La planta incluirá una caldera de 50 MW de potencia, la cual quemará carbón y biomasa. En los tres primeros años del proyecto, alrededor del 80 por ciento de la energía de la planta se derivará del carbón. En línea con la nueva política de Estados Unidos (ver El Observador de Invierno 2014), el director ejecutivo estadounidense del Banco votó en contra de la inversión, pero aun así el proyecto fue aprobado.

 

El Banco está sopesando la decisión de si financiar una polémica planta de carbón en Kosovo al tiempo que continúa financiando los proyectos de carbón en la India e Indonesia (ver El Boletín de Diciembre 2013). En el caso de la planta de carbón Mundra Tata en la India financiada por la CFI, los pescadores presentaron una petición a Kim en marzo de 2014, pidiéndole que retirara la financiación para el proyecto, el cual emite polvo de carbón que «afecta la salud de nuestros niños, ancianos y animales». Sin embargo y a pesar de las críticas debidas a sus nocivos efectos ambientales, el Banco sigue dando un gran respaldo a proyectos de gas natural alegando que esto se debe a que representan un papel importante como combustible de transición (ver El Observador de Otoño 2013).

 

Dándole un precio al carbono

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Una de las principales políticas del Banco Mundial al cambio climático es la de dar precio a las emisiones de gases de efecto invernadero. Al posesionarse de su cargo, Rachel Kyte, una nueva enviada especial sobre el cambio climático del Banco, escribió en enero de 2014, «un precio alto y previsible del carbono incentiva a las empresas para invertir en energía de baja emisión de fuentes de carbono». El Banco sigue promoviendo los mercados de carbono como uno de los mejores mecanismos para darle un precio al carbono, especialmente a través de la Asociación para la Preparación del Mercado (PMR – Partnership for Market Readiness) – ver Boletín 85 y 81. En un blog de enero de 2014, Kyte señaló que la PMR está soportando a más de 30 países que «tienen o están planeando lanzar los mercados de carbono en los próximos años». La PMR fue establecida en 2010 para «ayudar a los países en desarrollo a lanzar su mercados de carbono», hasta la fecha alrededor de US$110 millones han sido comprometidos. El Banco no publicó su informe anual sobre el estado de los mercados de carbono en 2013 diciendo que: «las condiciones actuales del mercado invalidaban cualquier intento e interés de llevar a cabo este tipo de análisis». En lugar de ello, trabajó con la empresa holandesa consultora de energía Ecofys para asignar precios a las iniciativas de carbono. El informe reconoce que «los precios en los principales mercados de carbono existentes se encuentran en sus mínimos históricos».

 

Las organizaciones de la sociedad civil critican los mercados de carbono, argumentando que son operaciones con fines de lucro y una distracción de la verdadera reducción de las emisiones en su origen (ver Boletín 79 y 59). En una presentación informativa de marzo de 2014, la ONG estadounidense Veeduría de Alimentos y Agua (Food and Water Watch) dijo: «Los mercados de carbono no sirven para las reducciones de emisiones, sino más bien para  encontrar la forma más barata de gestionar la contaminación». Sunita Dubey de la ONG hindú, la Fundación Vasudha, cuestiona si el Banco va a llegar a ser congruente entre su retórica y su práctica sobre el cambio climático. «El Banco es conocido por la financiación de grandes proyectos y cree que los beneficios se van destilando hacia abajo. Por lo tanto, la pregunta es si el Banco tiene, o puede desarrollar, la especialización institucional, financiera y los conocimientos técnicos necesarios para aplicar el concepto de bajo costo y de bajas emisiones de sistemas energéticos de carbono descentralizados para el beneficio de las personas pobres».

 

Crítica a las represas costosas

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El historial del Banco Mundial muestra que ha desplazado gran número de comunidades e inundando muchos ecosistemas frágiles, todo porque la institución cree que los grandes proyectos de energía hidroeléctrica son una forma eficaz de aumentar la energía sin emisiones de carbono. En marzo de 2014, el Banco aprobó la financiación relacionada con el polémico proyecto de la represa Inga 3 en la República Democrática del Congo (ver El Boletín de Febrero 2014). Por otro lado, un estudio académico publicado en marzo de 2014 afirma que las grandes represas a menudo no son rentables ni neutras con las emisiones de carbono.