A pesar del programa de ajuste de la Troika (ver Boletín Feb 2014), la deuda del país según la proporción del PIB subió del 129 por ciento en 2009 al 170 por ciento antes de las elecciones del 2015.
Desde su inicio en 2010, los directores ejecutivos de FMI se vienen preguntando sobre la sostenibilidad de este programa del FMI. Según las minutas filtradas de la reunión de la Junta Ejecutiva del FMI en mayo de 2010, antes de la aprobación del primer programa, el director ejecutivo de Brasil, Paulo Nogueira Batista, anotó: «los riesgos de este programa son inmensos… Grecia… tendrá que realizar un ajuste brutal…»
En junio de 2013, en la Cuarta Revisión de Grecia, el FMI subrayó que posiblemente se iba a necesitar la reducción «para mantener la deuda en el sendero programado». La necesidad de la reducción de la deuda ha sido, por mucho tiempo, una fuente de tensión entre los socios de la Troika (ver Observador Otoño 2013). La revisión más reciente del FMI en junio de 2014, mencionó nuevamente la necesidad potencial de que los socios europeos se pongan de acuerdo sobre cierto grado de reducción de la deuda. El FMI anunció a finales de diciembre de 2014 que no procesaría la última revisión de Grecia hasta después de que un nuevo gobierno fuera formado, postergando así cualquier decisión sobre la reducción de la deuda.
El objetivo del programa del FMI con una deuda en la proporción del PIB del 124 por ciento para 2020, implica una disminución relativamente pequeña del 5,7 por ciento de la carga de la deuda del país en el 2009 y, requeriría un crecimiento anual en la región del cuatro por ciento. El cuestionamiento acerca de las proyecciones del crecimiento y la sostenibilidad de la deuda de Grecia fueron reveladas por la admisión del FMI en 2013 sobre sus errores en Grecia (ver Boletín 86), y por el informe de la Oficina de Evaluación Independiente del FMI en febrero de 2014 sobre los pronósticos del FMI para el crecimiento a mediano plazo. En un artículo publicado por The New York Times a finales de enero de 2015, Paul Krugman, economista laureado con el premio Nobel, criticó a la Troika por sus «proyecciones desenfrenadamente optimistas» y anotó que el FMI «había subestimado enormemente el daño que causaría la austeridad al país».