Finanzas

Análisis

Grecia debe incumplir el pago de los préstamos al FMI

13 julio 2015 | Análisis externo | Traducción: Maria Eugenia Arzayús

June solidarity protest against Greek debt, London; credit: Global Justice Greece

No importa quién sea que pierde en una crisis de la deuda, el FMI nunca pierde. Grecia debe no sólo aplazar los pagos de los préstamos al FMI sino también negarse a pagarlos (ver Observador Primavera 2015). Esto ayudaría a que finalmente se diera una reforma en el FMI para que la institución dejara de actuar como un títere político y de nuevo actuara como una institución que da respuestas reales y efectivas a las crisis. Es una práctica común que los prestatarios dan carácter de acreedor privilegiado al FMI, por lo que pagan sus préstamos en su totalidad y de manera oportuna. Al tiempo que la condición de acreedor privilegiado del FMI no está escrita en el derecho internacional, o en el Convenio Constitutivo del FMI, todos los países tradicionalmente se apegan a esta práctica.

El pago de los préstamos al FMI generalmente representa un alto costo para el desarrollo de los países prestatarios y para sus otros acreedores que a menudo pierden. El hecho de que todo el mundo cumple con los pagos al FMI significa que la concesión de préstamos es esencialmente libre de riesgo para el FMI. Y como en todos los demás casos donde los préstamos son considerados libres de riesgo, esto alienta al prestamista a actuar en forma irresponsable.

Secuestro político del FMI

La participación del FMI en los préstamos a Grecia a través de la Troika (Banco Central Europeo y Comisión Europea) desde 2010, ha sido principalmente para el beneficio de los acreedores privados de Grecia. Desde el principio había quedado claro que Grecia era insolvente y que los préstamos no iban a devolver al país a un punto donde la deuda fuera sostenible. El pago del 90 por ciento de la devolución de los préstamos fue para llenar las arcas de los acreedores privados. Se obligó a Grecia a refinanciar los pagos a acreedores que luego se fueron del país. Grecia nunca habría sido capaz de pagar esos préstamos, ya que las medidas ni siquiera trataron de abordar el problema de la insolvencia sino simplemente de cambiar la estructura de los acreedores, de tenedores de bonos, al FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.

Hasta que llegó la crisis griega, el propio reglamento del FMI exigía que un país con una deuda insostenible, primero tenía que reestructurar y reducir su carga de la deuda, antes de poder acceder a los préstamos del FMI. Sin embargo, algunos de los «grandes accionistas del FMI estaban interesados en salvar sus propios bancos e inversiones que había prestado en forma imprudente a Grecia. En 2010, la Junta Directiva del FMI aprobó rápidamente la «cláusula de exención sistémica», que legalizó los préstamos a Grecia. Entre otros bancos extranjeros, los bancos franceses fueron los principales beneficiarios de los préstamos, seguidos por los bancos alemanes y británicos.

La coalición de «accionistas principales» a favor de un préstamo fue lo suficientemente fuerte como para superar la resistencia de las voces más prudentes. Paulo Batista, quien representa al Brasil y a otros países de América Latina en el directorio del FMI y que estuvo presente en la decisión original de prestar dinero a Grecia, confirmó en marzo de 2015 que el FMI «había puesto el dinero para ayudar a los bancos alemanes y franceses y no a Grecia… y que esto había puesto una carga excesiva en Grecia y no una carga suficiente sobre los acreedores de Grecia» (ver Observador Primavera 2015).

Esta tragedia griega es sólo uno de los muchos casos de préstamos irresponsables que el FMI ha tenido que realizar debido a la presión política de los «grandes accionistas», quienes tienden a «secuestrar» esta institución internacional con una composición casi universal de 188 países, para favorecer sus mezquinos intereses económicos y geoestratégicos. Un ejemplo reciente es el generoso préstamo del FMI a Ucrania, país que está claramente más allá de cualquier consideración sobre la sostenibilidad de la deuda (ver Boletín Nov 2014).

A menudo, son los miembros más pequeños del FMI quienes tratan de evitar que el FMI participe en operaciones de préstamo irresponsables, pero el sistema de votación del FMI de «un dólar, un voto» concede muy poca influencia a los países con pequeñas economías (ver Observador Otoño 2014). Por otra parte, en virtud del sistema actual, al FMI siempre le devuelven el dinero. No importa cómo sean de irresponsables los préstamos, es muy fácil convencer a la Junta Directiva del FMI a que firme los préstamos con motivaciones políticas que no tienen ningún sentido económico.

Reforma del FMI: de títere político a instrumento de gestión de crisis

La forma más efectiva de evitar los préstamos irresponsables es dejar claro para los prestamistas que no recuperarán el dinero si prestan en forma irresponsable. Es por esta razón que Grecia no debe pagar la deuda contraída con los préstamos del FMI y forzar al FMI a que los considere una pérdida. Esto ayudaría a fortalecer sustancialmente la voces más prudentes en el FMI, durante el proceso de la toma de decisiones.

El FMI sólo se convertirá en una institución de crédito responsable una vez experimente el riesgo de incumplimiento. Sólo con la inclusión del FMI en la reestructuración de la deuda soberana cuando estas son necesarias, podremos asegurarnos de que en el futuro los recursos del FMI no vayan a ser utilizados para rescatar a los acreedores privados. Grecia, con su incumplimiento del pago a los préstamos del FMI, podría producir al fin un proceso de rendición de cuentas que forzaría al FMI a dedicarse al asunto de sus negocios centrales, a abstenerse de préstamos políticos en nombre de los «grandes accionistas» y a proporcionar liquidez de emergencia a los países en situaciones excepcionales de escasez de recursos financieros, de acuerdo con reglas establecidas que sean claras y justas.


Bodo Ellmers, Eurodad, Belgium