El FMI confirmó que la moneda china, el yuan o remnimbi, será incluida en el cálculo del FMI de su activo internacional de reservas a partir de octubre de 2016. Creados en 1969, los Derechos Especiales de Giro (DEGs) son una forma de activo interno utilizado por el FMI para asignar las obligaciones financieras de los países dentro del Fondo (ver Boletín 65). El DEG no es una moneda propia, sino que es utilizado por el FMI como un sistema de cuenta. A los países miembros se les asignan determinadas cantidades de DEGs de acuerdo a las cuotas financieras con las que contribuyen al Fondo. Los DEGs pueden ser utilizados para efectuar los pagos cuando hay aumentos de las cuotas y para liquidar deudas con el FMI.
La moneda china será tratada como una moneda de reserva junto con las otras monedas DEG (dólar estadounidense, euro, libra esterlina y yen). Será más fácil para el banco central de cualquier país usar el yuan como una reserva o depósito de valor, para intercambiar con su propia moneda o para pagar las deudas internacionales. El yuan representará una cuota del 10,92 por ciento, en ponderación, del valor del DEG. China ha sostenido por mucho tiempo que su peso económico y su importancia mundial deberían ser reflejados en la inclusión del yuan en la canasta del DEG. Para lograr esto, el yuan tenía que ser considerado por el FMI como “fácil de usar”, es decir, fácilmente cambiable.
En noviembre de 2015, la Directora Ejecutiva del FMI, Christine Lagarde, dijo que la inclusión del yuan era “una clara indicación de las reformas que se habían ejecutado y que se continuarán ejecutando”. Después del anuncio, el Banco Popular de China confirmó que “profundizará y acelerará las reformas económicas y la apertura financiera.” Por otro lado, la agencia de noticias Reuters interpretó el anuncio del FMI como algo “más que todo simbólico, con pocas repercusiones inmediatas para los mercados financieros”. La agencia nacional de noticias china, Xinhua, sin embargo, cuestionó ese punto de vista en un artículo a finales de noviembre de 2015, argumentando que la decisión del FMI “era más que simbólica”. Incierta de si el FMI iba a apoyar la inclusión del yuan o no, China, según Reuters, implementó una “oleada” de reformas para asegurar una inclusión exitosa. El artículo también pronosticó que los mercados financieros “continuarán siendo cautos siempre y cuando China no libere completamente los controles de capital, o permita que la divisa flote libremente”.
En diciembre de 2015, Paola Subacchi, del instituto de investigación británico, Chatham House, escribió en Nikkei Asian Review que: “los cinco años de la transformación del yuan para convertirse en una divisa internacional… han sido asombrosos”. Sin embargo, ella advierte que “no hay ninguna garantía de que continúe el progreso” debido a los controles que China continúa manteniendo sobre los flujos de capital hacia y fuera de China. En contraste, Kevin Gallagher de la Universidad de Boston, argumentó que “China continuará necesitando regular los flujos de capital para asegurar su estabilidad financiera y el crecimiento equilibrado. China debería ser premiada por esta estrategia, no ridiculizada.”