En octubre de 2015, el Banco Mundial anunció que había actualizado su umbral internacional de la pobreza (IPL – International Poverty Line) y su estimación del número de personas que viven en la pobreza extrema en todo el mundo. El IPL, que se dio a conocer con la figura de un dólar al día, creada por el Banco en 1990, es revisado periódicamente en función de los nuevos datos del Programa de Comparación Internacional independiente (ICP, sigla en inglés), el cual tiene su sede en el Banco Mundial. El nuevo umbral de US$ 2 se basa en cálculos ICP de la paridad del poder adquisitivo (PPA) y representan el equivalente internacional de lo que se podía comprar con US$ 1,90 en Estados Unidos en 2011. El nuevo umbral IPL de US$ 1,90 al día, reemplazó el umbral de US$ 1,25 al día, con datos de 2005.
De acuerdo con el Banco, “la pobreza mundial habría descendido de 902 millones de personas, o sea, el 12,8 por ciento de la población mundial en el año 2012, a 702 millones de personas, o sea, el 9,6 por ciento de la población mundial en 2015″. El anuncio del Banco puso de relieve un cambio en la composición de la pobreza, señalando que «en 1990, el Este de Asia representó la mitad de los pobres del mundo, mientras que un 15 por ciento de estos vivían en el África subsahariana; en los pronósticos de 2015, esto fue invertido casi exactamente: En el África subsahariana vive la mitad de los pobres del mundo, mientras que alrededor de un 12 por ciento vive en Asia Oriental».
La dependencia del Banco en el umbral IPL, sin embargo, ha sido cuestionada ampliamente por los críticos que cuestionan la metodología utilizada y ponen de relieve las deficiencias de un enfoque general econocéntrico (ver Boletín 80). En el informe sobre Cooperación para el Desarrollo de la OCDE en 2013, Stephan Klasen, profesor de economía del desarrollo de la Universidad de Göttingen, escribió un capítulo titulado: ¿Es hora de tener un nuevo índice del umbral de la pobreza internacional? donde hace varias preguntas sobre la idoneidad del umbral IPL, citando «las múltiples dimensiones de la pobreza, la falta de conexión entre los umbrales de pobreza nacionales e internacionales, la comparabilidad en el tiempo, y la necesidad de medir no solo la pobreza absoluta, sino también la pobreza relativa». También hizo hincapié en que la metodología excluye a las personas que viven en extrema pobreza en los países de medianos ingresos.
En un artículo publicado en marzo de 2016, en la revista New Left Review, los economistas de la Nueva Escuela de Investigación Social, Sanjay Reddy y Rahul Lahoti escribieron una crítica detallada de la metodología utilizada para la última actualización del umbral de la pobreza del Banco. Los autores destacaron, entre otras cosas, que para que el enfoque fuera coherente internamente, los US$ 1,90 al día deberían ser suficientes para satisfacer las necesidades básicas en «el país de base según el cual se definen los índices de precios, es decir, Estados Unidos». Ellos destacaron que este no era el caso, ya que, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el costo mínimo de alcanzar la «ingesta diaria recomendada”, en 2011 fue de US$ 5,04, con exclusión de los artículos no alimentarios. Los autores observaron que si se utiliza un PPA (Paridad del Poder Adquisitivo) en el umbral de US$ 5,04, «más del 80 por ciento de las personas en el sur de Asia y África subsahariana se encuentran viviendo por debajo del umbral de la pobreza» y que «incluso si sólo la mitad del nivel de Estados Unidos fuera utilizado, el índice de recuento de la pobreza casi se duplicaría en Asia oriental y el sur de Asia», en comparación con las cifras resultantes de la cifra de US$ 1,90 al día actualmente utilizada por el Banco. Por otro lado, el antropólogo Jason Hickel, escribiendo para el periódico británico The Guardian en noviembre de 2015, señaló que «en la India, los niños que viven con US$ 1,90 al día todavía tienen una probabilidad del 60 por ciento de estar desnutridos. En Níger, los niños que viven con US$ 1,90 tienen una tasa de mortalidad tres veces mayor que el promedio mundial».
Reddy comentó que los resultados de la búsqueda de un enfoque coherente, es decir, una cifra más alta que la de Estados Unidos, llevaría al Banco Mundial a conclusiones que no parece estar dispuesto a aceptar, de que «el nivel de la pobreza y la tendencia en realidad son mucho menos favorables a nivel mundial”, o que su método requiere revisión, o ambos. Teniendo en cuenta cuestiones más allá de las limitaciones metodológicas del umbral IPL señaladas en el artículo del New Left Review, Reddy manifestó su preocupación respecto “al monopolio de facto del Banco Mundial sobre dichas estimaciones, a la luz de la deferencia que recibe de las instituciones internacionales, gobiernos e incluso los académicos». Él hizo hincapié sobre este hecho diciendo, «lo que se necesita es un proceso mucho más robusto de pluralización y una lluvia de ideas… a través de los cuales los participantes puedan expresan perspectivas más variadas y diversas en los procesos técnicos, que de hecho, están siendo monopolizados por los funcionarios del Banco para la promoción y protección de una determinada forma de pensar». Reddy también hizo hincapié en que, dado que las decisiones políticas y de financiación están basadas en las cifras del umbral IPL ampliamente citadas, estas limitaciones tienen consecuencias reales sobre la forma como las actividades de desarrollo son concebidas y ejecutadas.
A un nivel igualmente fundamental, la economista Jayati Gosh, escribió en 2014 en el blog Triple Crisis, una crítica sobre el enfoque en la reducción de la pobreza en general, el cual contrasta con los esfuerzos anteriores por los economistas del desarrollo de comprender los cambios de transformación necesarios para apoyar a los países en desarrollo para hacer la transición al desarrollo. Ella fue especialmente crítica con las simplificaciones hechas por los proponentes de un enfoque en la reducción de la pobreza, señalando que «los patrones de comercio y las actividades económicas que determinan los niveles de empleo y su distribución» son ampliamente ignorados. Gosh también subrayó que es importante considerar «el olvido de la dimensión internacional en este tipo de análisis, y de la forma en que los procesos económicos globales y las normas inciden en la capacidad de los Estados en los países menos desarrollados, para siquiera intentar la diversificación económica y el cumplimiento de los derechos sociales y económicos de sus ciudadanos.»