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El FMI aumenta su influencia en el África subsahariana

19 octubre 2016 | Traducción: Maria Eugenia Arzayús

International Monetary Fund Managing Director Christine Lagarde meets with women leaders, January 2016 in Douala, Cameroon. IMF Staff Photo/Stephen Jaffe

El FMI es cada vez más activo en los estados del África subsahariana, con dieciséis actuales préstamos a países de la región y más en discusión. A pesar de haber aprobado hace apenas dos años la narrativa del ‘África Creciente’ (ver Observador Otoño 2014), el FMI manifiesta graves preocupaciones en su informe de abril de 2016, Perspectivas económicas para el África subsahariana. En éste abogó por recortes en los gastos y la política fiscal prudente para «evitar un ajuste desordenado», señalando que los países son «vulnerables a una crisis financiera si las condiciones externas empeoran aún más». Las preocupaciones se han centrado en los niveles de deuda en la región, y sobre todo en el uso de bonos en moneda extranjera para cerrar las brechas financieras.

En 2016, la sociedad civil local expresó su preocupación sobre el impacto de las condiciones, ya que, por ejemplo, en Ghana, uno de los países del ‘África Creciente’, (ver Observador Verano 2016), el FMI está presionando fuertemente para que cumpla con sus condiciones. En agosto de 2016, los medios de comunicación de Ghana informaron que un tramo de US$ 300 millones del préstamo del FMI a Ghana por US$ 918 millones de 2015, podría no ser desembolsado debido a la preocupación por una propuesta de ley del parlamento relativa a la política del banco central. A principios de septiembre de 2016, Ghana emitió otro bono en moneda extranjera, por un valor de €750 millones (US$ 840 millones). Una declaración del gobierno reportada por el Financial Times, aseguró al FMI y a los inversores que Ghana «no estaba ‘considerando ningún gasto que fuera a impedir al país cumplir con los déficits fiscales fijados para el año’, según lo exigido por el programa del FMI».

Kenia también está contemplando la financiación mediante bonos, aunque bajo su acuerdo preventivo de US$ 1.5 mil millones con el FMI, anunciando en mayo de 2016, se espera reduzca su «déficit fiscal en un 3 por ciento durante los próximos dos años». En una carta de septiembre de 2016 al Financial Times, Tim Jones, de la Campaña para la Deuda del Jubileo (una ONG del Reino Unido), sostuvo que la preocupación de los inversores e instituciones como el FMI sobre el aumento del uso de bonos, lo que lleva a sus demandas de estricta adherencia a los límites de déficit fiscales, no toma en cuenta el riesgo que se deriva de los «préstamos directos de bancos, gobiernos e instituciones multilaterales». Jones advirtió que el continuo «fracaso global para crear procesos de reestructuración de la deuda» representa una «gran motivo de preocupación».

El enfoque del FMI en la imposición de límites estrictos en el gasto del gobierno fue un importante punto de discusión durante las últimas elecciones de Zambia en agosto de 2016. Después de las encuestas se renovaron las discusiones de préstamos con el FMI. Bloomberg sugirió que unos US$ 1.2 a US$ 1.5 mil millones para Zambia estaban en proceso de negociación, lo que requeriría que Zambia, de acuerdo con el reelegido presidente Edgar Lungu, “acabará por completo con las subvenciones, o que las redujera progresivamente». Kryticous Nshindano de la red de ONGs de Zambia, la Sociedad Civil para la Reducción de la Pobreza, comentó «El riesgo de reducir la inversión en los servicios públicos sociales claves es alto; es imperativo que se pongan en marcha suficientes y amplias salvaguardias sociales para proteger a las personas más vulnerables de Zambia, especialmente a aquellas que viven en la pobreza absoluta”.