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Análisis

La sociedad civil aún espera que florezca la ‘primavera del FMI’

11 enero 2018 | Traducción: Gustavo Alzugaray

Durante las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial de 2017 (véase el informe Dispatch de BWP) la palabra de la semana fue, sin dudas, ‘desigualdad’. Desde la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, expresando su gran sorpresa porque, en lugar de gravar a los ricos, “la forma más eficaz de reducir las desigualdades sería cerrar la brecha de género”, hasta el título del buque insignia del FMI, el Monitor Fiscal 2017, “Tackling Inequality [Abordar la desigualdad]”. Quizás este enfoque en aumento desde 2013 finalmente elevó el ‘asunto definitorio de nuestro tiempo’ al grado de ‘núcleo’ del trabajo del FMI, garantizando su supervivencia en el Fondo más allá de una moda pasajera y respondiendo en parte al pedido de la sociedad civil de proteger las victorias de la ’primavera del FMI’ (véase el Observador de Verano de 2017).

En respuesta a este cambio significativo en la retórica del FMI, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) tuvieron gran vigencia en la semana, armadas con nuevas investigaciones en profundidad y con las voces de los directamente impactados por la forma en la que las sugerencias sobre políticas del FMI aún alimentan la desigualdad en la práctica, pidiendo al FMI que predique con el ejemplo en temas de desigualdad.

La Fight Inequality Alliance, una amplia coalición de OSC, publicó una declaración de 133 OSC y organizó una demostración pública durante las reuniones anuales. Declaró que, “Estamos unidos en el convencimiento de que el Banco Mundial y el FMI alimentan, demasiado a menudo, la desigualdad” y que, aunque recientemente estas instituciones han reconocido la crisis de la desigualdad, “durante 40 años estuvieron entre los responsables de crearla y mantenerla”.

En comparación con otros, como el Banco Mundial, el FMI se ve mejor en relación con la desigualdad, pero solo porque todos lo están haciendo muy mal.Matthew Martin, Development Finance International

Otra declaración preparada por Global Unions, un colectivo de sindicatos internacionales, señaló que “las acciones en … el asesoramiento sobre políticas han tardado en ponerse al día con … la investigación y el discurso sobre la necesidad de reducir la desigualdad”. En rechazo a las afirmaciones del FMI, agregó que “muchos de los programas y las recomendaciones sobre políticas del FMI siguen apoyando medidas que debilitan los ingresos mínimos, las regulaciones para la protección laboral o los consejos de salarios … a pesar del papel que los sistemas de consejos de salarios han tenido en el alcance de una distribución del ingreso más equitativa”.

Un informe de 2017 de New Rules for Global Finance, Friedrich-Ebert Stiftung y Development Finance International (DFI), Are the Multilateral Organizations Fighting Inequality?, hizo un balance de si las instituciones internacionales están “siendo exitosas en ayudar a los gobiernos a combatir la desigualdad”. Al presentar el informe, Matthew Martin, de DFI, explicó que “en comparación con otros, como el Banco Mundial, el FMI se ve mejor en relación con la desigualdad, pero solo porque todos lo están haciendo muy mal”.

Un informe de marzo de Christina Aid examinó cómo las políticas fiscales regresivas exacerban las desigualdades entrecruzadas, tales como las basadas en la identidad, el género, la situación económica, el impacto del cambio climático o la ubicación geográfica, en América Latina y el Caribe. Durante la presentación del informe en las reuniones anuales, los presentadores concluyeron que las políticas y las prácticas del FMI y del Banco Mundial no abordan de manera adecuada este entrecruzamiento. A su vez, el Compendium of Feminist Macroeconomic Critiques [Compendio de críticas macroeconómicas feministas] de Bretton Woods Project subrayó las formas en las que las políticas comúnmente recetadas por el FMI siguen socavando los derechos de equidad de género de las mujeres, a pesar del cambio de retórica del Fondo.

Los pilotos de vigilancia aún miopes ante la desigualdad

Tal vez como un anticipo a estas críticas, durante le pasado año, el FMI ha indicado repetidamente y de forma explícita su compromiso para poner en práctica su investigación sobre la desigualad. En palabras de Lagarde, el FMI se compromete “no solo a hablar sino a actuar”, lo que hará principalmente a través de un análisis piloto de la desigualdad en los informes de vigilancia, los documentos anuales nacionales que el FMI elabora sobre el estado de la macroeconomía de sus miembros.

Oxfam analizó estas afirmaciones en un informe de octubre, examinando 15 pilotos de vigilancia de la desigualdad, y no encontró “ninguna evaluación de los impactos distributivos de los objetivos macroeconómicos centrales y el asesoramiento de políticas” ni que “alguno de los pilotos explorara por completo las alternativas al rápido ajuste fiscal y monetario”. Concluyó que, al enfocarse en compensar a los perdedores en lugar de cuestionar las propias reformas estructurales, el FMI “no está promoviendo políticas que reduzcan la desigualdad”. Otro informe de Oxfam que examina informes de vigilancia para cinco países encontró una brecha entre el compromiso del FMI de apalancar la política fiscal para luchar contra la desigualdad y su asesoramiento fiscal real a los países en desarrollo, concluyendo que el FMI había contribuido poco a la progresividad fiscal en estos países.

Un estudio de ActionAid International, mientras tanto, revisó 124 informes de vigilancia de 2016, y mostró que el Fondo ahora recomienda medidas para aumentar la participación femenina en la fuerza de trabajo en más de uno de cada cinco países, tal como muestra un análisis de vigilancia similar del Centro para el Desarrollo Global. Sin embargo, casi el 80% de esos países también recibió instrucciones del FMI de “comenzar, aumentar o no desviarse de los planes de consolidación fiscal” en los mismos informes de vigilancia, subrayando que el asesoramiento sobre políticas del FMI sigue ignorando la contradicción del espacio fiscal necesario para abordar la desigualdad de género.

Más y más evidencia de las crecientes contradicciones políticas

Los temas comunes de estas revisiones incluyeron la conclusión de que el enfoque del Fondo respecto de la desigualdad no es sistemático, además de ser contradictorio con otros consejos de política del FMI. La mayoría de las revisiones encontró, además, poca evidencia de consulta con grupos relevantes de la sociedad civil nacional y advirtió que este trabajo no será sostenible si no se institucionaliza más dentro del Fondo, tal como sostiene el Capítulo V del Compendio de BWP. Dado que se espera que el Fondo desarrolle sus primeras lecciones aprendidas “oficiales” de los pilotos de desigualdad en su actual revisión interina de vigilancia, que se completará en 2018, la sociedad civil espera con ansias que se tengan en cuenta algunos de sus análisis.

En términos más generales, la defensa del Fondo de su trabajo sobre desigualdad y las críticas de la sociedad civil permanecen desconectadas. La descripción del Fondo parece ser que la institución solo necesita tiempo para poner en práctica las conclusiones de su nueva investigación, pero que generalmente está de acuerdo con la sociedad civil y que va en la dirección correcta. Sin embargo, la crítica más matizada que es común a casi todos los análisis de la sociedad civil es que existen grandes conflictos entre el abordaje importante de la desigualdad y el grueso de los consejos de política convencionales del FMI, que el FMI no reconoce. Esta contradicción fue ejemplificada por los comentarios de Marialuz Morena Badia, del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, quien enfatizó repetidas veces que el FMI se preocupa por la equidad de género y reconoce el espacio fiscal para lograrlo, cuando se le preguntó sobre los impactos nocivos de las políticas de austeridad del Fondo, sin embargo, respondió: “en términos de austeridad … no se puede desafiar la gravedad”. Lovisa Möller de ActionAid respondió: “Cuando la austeridad significa que el Estado no provee, las sociedades pueden mantenerse a flote porque trasladan los costos a las mujeres. La actitud cerrada del FMI hacia el reconocimiento y la reparación de los impactos de género de sus prescripciones políticas fundamentales, especialmente la austeridad, demuestra que todavía tiene un largo camino por recorrer en asuntos de desigualdad”.