Tierra

Análisis

Las malas acciones de las clasificaciones de la facilidad para hacer negocios y la toma de control empresarial de la agricultura

2 mayo 2018 | Análisis externo | Traducción: Gustavo Alzugaray

Sunflowers. Photo: Boris Rumenov Balabanov / World Bank

Sunflowers. Photo: Boris Rumenov Balabanov / World Bank

Bajo la campaña ‘Nuestra tierra, nuestro problema’, ONG, sindicatos, organizaciones de agricultores, consumidores y grupos ambientalistas (más de 280 organizaciones de más de 80 países en total) exigieron que el Banco Mundial detuviera una de sus actividades más insidiosas: el ‘ranking de negocios’ de los países. El Informe haciendo negocios (DBR, por su sigla en inglés) del Banco ha calificado a los países de acuerdo co  n cuán bien sus gobiernos están “mejorando el clima de negocios” en los últimos 15 años. Pero este modelo adolece de fallas fundamentales (véase el Observador de Verano de 2017).

En enero de 2018, el economista jefe del Banco, Paul Romer, denunció públicamente la metodología defectuosa y la manipulación política del DBR del Banco Mundial que, según Romer, pudo haber sido utilizada para desfavorecer el ranking de Chile cuando gobernaba la socialista Michelle Bachelet. Pocos días después se produjo la renuncia de Romer.

En 2013 el propio Grupo de Evaluación Independiente (GEI) del Banco Mundial recomendó que se eliminen las clasificaciones de los países del DBR (véase el Observador de Otoño de 2013). El informe del grupo también criticó al DBR por ignorar “los beneficios sociales o económicos que brindan las regulaciones, como la seguridad, la protección ambiental, la protección del trabajador o la transparencia”. Al forzar a los países a competir entre ellos, las clasificaciones fomentan una carrera a la baja de la desregulación entre los países. El GEI también recomendó eliminar el indicador fiscal, que penaliza a los países que exigen a las empresas privadas pagar impuestos o hacer contribuciones a las pensiones y otros esquemas de protección social (véase el Observador de Invierno de 2017). La administración del Banco ignoró estas recomendaciones y ha mantenido un sistema de puntaje que recompensa a los gobiernos que no solo reducen los impuestos sino que, además, eliminan las regulaciones sociales, laborales y ambientales a favor de las empresas y la inversión extranjera.

Entregar recursos naturales como la tierra a las empresas y destruir la agricultura en pequeña escala no reducirá la pobreza.

EBA: La expansión del modelo fallido

Basado en el modelo del DBR, se lanzó el informe Facilitando los negocios en la agricultura (EBA, por su sigla en inglés) después de que los líderes del G8 pidieran al Banco Mundial en 2012 que creara un “Índice de facilidad para hacer Negocios en la Agricultura” para guiar a los diseñadores de políticas del mundo en desarrollo en el diseño políticas y regulaciones agrícolas “favorables a las empresas”. Comenzó con el financiamiento de los gobiernos de Dinamarca, Estados Unidos, Países Bajos y el Reino Unido, así como de la Fundación Bill y Melinda Gates.

El EBA dicta las llamadas “buenas prácticas” de regulación de la agricultura y califica a los países de acuerdo a qué tan bien las aplican e implementan. En base a los puntajes del EBA, el Banco Mundial aprovecha los cambios de política en la agricultura. Al promover una transformación agrícola “comercialmente orientada”, el Banco presenta a los agricultores forzados a abandonar la agricultura a través de la transferencia de tierras como ganando una “oportunidad” para asumir un empleo no agrícola y obtener mejores medios de subsistencia.

Según lo expuesto en un reciente informe del Oakland Institute, el objetivo del EBA es promover medidas y reformas que favorezcan la corporatización de la agricultura, incluyendo el aumento de la agricultura industrial y la privatización de las semillas en todo el mundo.

Entregar recursos naturales como la tierra a las empresas y destruir la agricultura en pequeña escala no reducirá la pobreza. La extensa serie de informes del Instituto de Oakland sobre inversiones agrícolas a gran escala en África mostró que la redistribución de la riqueza de las inversiones agrícolas no ha sido equitativa. La creación de empleo y las condiciones laborales en las granjas agrícolas no igualan los ingresos, la calidad de vida y los niveles de empleo generados por las pequeñas granjas. A su vez, la migración rural hacia ciudades superpobladas y afectadas por el desempleo no mejora los medios de subsistencia.

Si bien las inversiones en agricultura son claramente necesarias en el mundo en desarrollo, deberían beneficiar a los agricultores, las economías locales y nacionales y, en última instancia, contribuir a la seguridad alimentaria mundial. Esto requiere soluciones adaptadas localmente basadas en la experiencia, las necesidades y las demandas de los agricultores, pastores y comunidades rurales. Para que esto suceda, se debe rechazar el enfoque del Banco en la inversión extranjera, la agricultura a gran escala, los insumos comerciales para aumentar los rendimientos y los cultivos comerciales para la exportación. Como se evidencia en la serie de estudios de casos de agroecología del Instituto Oakland, los rendimientos agrícolas, los ingresos de los agricultores y la seguridad alimentaria pueden aumentar drásticamente con prácticas y políticas que fomenten la diversificación de cultivos, requieran menos insumos externos, mejoren la fertilidad del suelo y aumenten la biodiversidad. Hasta el momento, el Banco ha hecho oídos sordos a las preocupaciones planteadas por la sociedad civil y a las recomendaciones de su propio GEI.

Como resultado de la crítica de alto perfil de Romer, Chile ha exigido una investigación completa sobre el DBR. Los gobiernos holandés y danés, dos de los cinco donantes iniciales de la EBA a los que apunta la campaña Nuestra tierra, nuestro problema, han retirado su financiamiento al proyecto. A principios de 2018 Francia decidió retirarse de la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición del G8, una iniciativa que el EBA debía apoyar y complementar. A raíz de la creciente movilización de la sociedad civil, algunos gobiernos se han visto obligados a tomar medidas, dejando a Estados Unidos, el Reino Unido y la Fundación Gates cada vez más aislados en su misión de promover los intereses empresariales a través del EBA. Favorecerá al Banco continuar la misión declarada en su agenda de desarrollo, de acabar con la pobreza, en lugar de utilizarla mal para dañar a los pobres.


By Frederic Mousseau, Oakland Institute

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