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La agenda pro-empresarial impulsa al IDM del Banco Mundial sobre la naturaleza cambiante del trabajo

23 julio 2018 | Análisis externo | Traducción: Gustavo Alzugaray

The City at the Crossroads of History mural.

The City at the Crossroads of History mural. Credit: Mike Alewitz

El futuro del trabajo se ha convertido en un tema popular para la investigación en organizaciones e institutos internacionales. La Organización Internacional del Trabajo de la ONU ha creado una comisión sobre el tema y le dedicará su conferencia del 100 aniversario, en 2019.

Los principales temas de casi toda la investigación han sido la predicción de la deslocalización laboral masiva, el aumento del trabajo precario, la presión a la baja sobre los salarios y la desigualdad exacerbada a menos que se establezcan políticas sólidas para proteger los intereses de los trabajadores. Incluso un documento de trabajo reciente del FMI que modela el impacto de las nuevas tecnologías advirtió que, sin respuestas de política vigorosas, “la participación del trabajo [en el ingreso nacional] cae sustancialmente y crece la desigualdad mundial”.

El próximo Informe sobre el Desarrollo Mundial (IDM) 2019: La naturaleza cambiante del trabajo, del Banco Mundial, cuya publicación está programada para octubre, presenta un claro contraste con esta idea. El IDM busca desacreditar lo que considera malentendidos sobre el impacto de la “economía del curro” y afirma que, contrariamente a las percepciones populares y la evidencia sustancial, la desigualdad está disminuyendo. Las altas tasas de informalidad laboral en las economías en desarrollo pueden ser un problema legítimo pero, según el informe, siempre han existido y se pueden resolver si las regulaciones sobre las operaciones comerciales, como los salarios mínimos, se debilitan sustancialmente.

"Los principales temas de casi toda la investigación han sido la predicción de la deslocalización laboral masiva, el aumento del trabajo precario, la presión a la baja sobre los salarios y la desigualdad exacerbada a menos que se establezcan políticas sólidas para proteger los intereses de los trabajadores".Peter Bakvis, Confederación Sindical Internacional

Los sistemas de seguridad social financiados a través de contribuciones de empleadores y empleados para proporcionar pensiones y otros beneficios son, según el informe, un legado de otros tiempos que no puede desempeñar un papel significativo en los países en desarrollo. El borrador del IDM 2019 sugiere que ya no se obligue a las empresas a asumir los costos de la protección social.

En su lugar, el apoyo básico a los ingresos sería provisto por el Estado, financiado a través de impuestos generales. Si bien el borrador del informe sugiere que algunos sectores o actividades con impuestos bajos podrían generar ingresos para este tipo de apoyo básico, estas ideas son, en el mejor de los casos, conjeturales. Sin una cooperación fiscal internacional extensamente mejorada y altamente improbable (en el futuro previsible), los países en desarrollo tendrán que depender del otro pilar importante para financiar la protección social presentado en el IDM: los impuestos regresivos sobre el consumo, tales como impuestos al valor agregado.

La naturaleza cambiante del tema del trabajo puede ser nueva, pero el estribillo de política propuesto suena tristemente familiar a quienes recuerdan las primeras ediciones del emblemático informe Haciendo negocios del Banco (véase el Observador de Primavera de 2018). Durante años ese informe abogó por la desregulación del mercado laboral a gran escala y aún apoya la reducción de las obligaciones de las empresas a pagar impuestos y contribuir a las pensiones de los trabajadores o los planes de salud y seguridad ocupacional. Transferir los costos de las empresas a los trabajadores y al Estado no es nueva doctrina en las publicaciones del Banco, y no es sorprendente encontrarla en el borrador del IDM 2019.

Más sorprendente es hasta donde llegan los autores del IDM 2019 en la creación de una realidad que justifica trasladar la carga del ajuste de los dueños de negocios a todos los demás. Primero está su afirmación de que la desigualdad está disminuyendo, lo que ‘prueban’ presentando un conjunto de datos de coeficientes de Gini para un número limitado de países que comienza en 2008, el año de la crisis económica mundial. Esto ignora una tendencia clara de aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza en la mayoría de los países desde la década de 1980 y se contradice con la disminución de los datos de participación salarial a los que el IDM apenas se refiere.

Otro es el reclamo repetido de que el mercado laboral oneroso y otras regulaciones son la razón de que la informalidad permanezca alta, aunque el informe reconoce que hay evidencia limitada de esto y muestra una disminución constante en los costos de creación de empresas en los últimos 15 años sin impactos perceptibles en la informalidad.

El anterior IDM 2013 del Banco: Empleo realizó una revisión exhaustiva de la investigación sobre los impactos de las regulaciones laborales en el empleo y concluyó que “tienden a ser insignificantes o modestos”. El borrador del IDM 2019 no solo ignora esta evaluación, sino que se aparta del IDM 2013, que abogó por un nivel de regulación que no sea “excesivo ni insuficiente”, fomentando la desregulación generalizada del mercado de trabajo en todos los países.

Dado el tema del futuro del trabajo, en marzo la Confederación Sindical Internacional (CSI) organizó una delegación de economistas laborales de 38 miembros para reunirse con el equipo del IDM. Este último canceló la reunión horas antes de que se llevara a cabo. Finalmente, solo después de que el secretario general de la CSI apeló al presidente del Banco, Jim Yong Kim, y las preocupaciones sobre el informe obtuvieron la atención de la prensa, se realizó una consulta. La CSI realizó un seguimiento presentando 27 páginas de inquietudes y sugerencias a los autores del IDM. Más tarde, los organismos sindicales internacionales y las organizaciones de la sociedad civil enviaron una carta conjunta al Banco solicitando un nuevo borrador. Al momento de escribir estas líneas, el informe sigue defendiendo una agenda marcadamente pro-empresarial que contradice el objetivo del propio Banco de reducir la desigualdad mundial.


por Peter Bakvis, Confederación Sindical Internacional