En junio, la Alianza para la Lucha contra la Desigualdad celebró su cuarta reunión mundial en Brasil, un país que recientemente ha estado sujeto a las políticas del Banco (véase el Observador de Primavera de 2018) y el Fondo (véase el Observador de Primavera de 2018) que probablemente exacerbarán los niveles ya extremos de concentración de la riqueza. Los socios de la Alianza se reunieron en São Paulo para intercambiar ideas y estrategias de socios involucrados en luchas locales, regionales e internacionales contra la crisis mundial de desigualdad.
La Alianza reúne a movimientos sociales, sindicatos y ONG, como el Movimiento Popular Asiático sobre la Deuda y el Desarrollo y el Movimiento dos Trabalhadores Rurales Sem Terra, de Brasil, para tomar medidas contra los “actuales niveles de desigualdad” y para “construir un mundo más igualitario y sostenible” usando una variedad de medios. Por ejemplo, la Alianza celebró una Semana de Acción de Lucha contra la Desigualdad, que tuvo lugar bajo el lema ‘Fin de la era de la avaricia‘ en paralelo al Foro Económico Mundial celebrado en Davos, en enero. La reunión en Brasil siguió al lanzamiento en abril de una Declaración de la primera reunión panafricana de la Alianza en Arusha, Tanzania, en la que los signatarios expresaron su indignación por el nivel actual de desigualdad entre países y se comprometieron a trabajar en todo el mundo en solidaridad con los pueblos africanos.
La reducción de la desigualdad comprende uno de los objetivos gemelos del Banco adoptados en 2013, fomentando el “crecimiento del ingreso del 40% del umbral inferior de la población en cada país”. Recientemente, aunque de manera menos formal, el FMI también reconoció los impactos potencialmente negativos de la desigualdad en la llamada ‘primavera del FMI’ (vease el Observador de Verano de 2017).
Desde Argentina hasta Túnez y Haití, y más allá, la gente dice basta ya de políticas y programas de las IFI que alimentan la crisis de desigualdad.Jenny Ricks, FigAlianza para la Lucha contra la Desigualdad
Aunque se ha dicho sobre el cambio en la retórica del Fondo y algunas de sus prácticas, tal como señaló el relator especial de la ONU sobre pobreza extrema y derechos humanos, Philip Aston, “el Fondo hace muy poco para garantizar que los miembros más vulnerables de la sociedad estén protegidos de los efectos potencialmente devastadores de la consolidación fiscal repentina que regularmente prescribe” (véase el Observador de Verano de 2018). Las críticas del relator especial se suman a las que resaltan el impacto negativo de las políticas del Fondo sobre la igualdad de género (véase el informe de BWP El FMI y la igualdad de género‘) y subrayan el impacto nocivo de las políticas del FMI sobre protección social en países de bajos ingresos (véase el Observador de Verano de 2017).
Las preocupaciones sobre el impacto de las políticas del Banco en la desigualdad son muy variadas. La sociedad civil sigue siendo muy crítica con el enfoque de impuestos y regulaciones del Banco, como se ve en su oposición al Informe haciendo negocios del Banco (véase el Observador de Invierno de 2017) y el impacto negativo del Banco sobre la desigualdad, dado su impulso continuo de asociaciones público-privadas (véase el Observador de Primavera de 2018 y las minutas de la reunión de Primavera de 2018 del FPSC), su contribución a la privatización de servicios sociales esenciales como la salud y la educación, y su creciente dependencia del apalancamiento de la inversión del sector privado, como lo demuestra su enfoque Maximizar el financiamiento para el desarrollo (véase el Observador de Verano de 2017). El borrador del Informe sobre el Desarrollo Mundial 2019 sobre La naturaleza cambiante del trabajo, del Banco, da a los miembros de la Alianza y a otros actores preocupados por la crisis mundial de la desigualdad una causa adicional de preocupación, ya que aboga por políticas que aumentan la desigualdad, como el debilitamiento de los sindicatos y la flexibilización de los mercados laborales (véase el Observador de Verano de 2018).
Tras recientesacontecimientos en la Alianza, los participantes en Brasil dirigieron su atención a las próximas Reuniones anuales del Banco Mundial y el FMI que se celebrarán en Bali, Indonesia, del 8 al 14 de octubre, donde los grupos regionales están preparando una serie de actividades. Jenny Ricks, de la Alianza para la Lucha contra la Desigualdad, señaló que “en las reuniones anuales de este año, las personas que viven en la primera línea de la desigualdad harán oír su voz. Desde Argentina hasta Túnez y Haití, y más allá, la gente dice basta ya de políticas y programas de las IFI que alimentan la crisis de desigualdad. Pero Bali también será un espacio donde los movimientos definan las alternativas que necesitamos para crear un mundo justo, equitativo y sostenible: las soluciones comienzan con nosotros”.
Las acciones planificadas en Bali son una continuación de las actividades de la Alianza en las Reuniones anuales 2017 del FMI y el Banco Mundial en Washington, donde se llevó a cabo una protesta y se emitió una declaración en representación de 133 organizaciones exigiendo que el Banco Mundial y el FMI “dejen de alimentar la crisis mundial de desigualdad” (véase el Dispatch Autumn de 2017).