Condicionalidad

Análisis

Malas noticias para Argentina: El cruel FMI está de vuelta

27 julio 2018 | Traducción: Gustavo Alzugaray

Argentina President Mauricio Maccri

Photo credit: World Travel & Tourism Council. https://bit.ly/2mHqB6U

En 2006 el presidente Néstor Kirchner canceló el total de la deuda con el FMI. El actual presidente, Mauricio Macri, acaba de volver atrás y ha firmado un gigantesco acuerdo de apoyo de USD 50.000 millones. Kirchner se jactaba de que Argentina había puesto fin a 50 años de una relación muy conflictiva con el FMI. Ahora, su regreso es presagio de problemas económicos para muchos argentinos. En consecuencia, se espera el caos político.

1956-76: La relación antes de la guerra

El golpe militar de 1956 que derrocó al gobierno de Juan Perón marcó el inicio de la relación de Argentina con el FMI, cuando Argentina pasó a ser miembro de la institución. Pero la relación realmente se estropeó después del golpe militar de 1976, en el que fue el período más oscuro de Argentina. Los asesinatos, la tortura, las personas desaparecidas y la represión general se convirtieron en parte de la vida cotidiana. Económica y socialmente, el golpe pegó duro. El neoliberalismo implacable tomó el control. Se firmó un nuevo Acuerdo Stand-by con el FMI, pero esta vez dejó una enorme deuda externa que pesó sobre la economía hasta que Kirchner la pagó.

1983-2006: El período de la confrontación

En 1976 la deuda externa de Argentina ascendía a USD 7.000 millones; en 1980, se casi cuadruplicó. Los créditos provinieron principalmente de bancos estadounidenses, incitados por el FMI en el contexto del proceso de liberalización financiera mundial impulsado por Estados Unidos. El aumento unilateral de las tasas de interés de Estados Unidos llevó a que la falta de pago aumentara drásticamente el saldo de la deuda. Como la deuda fue el resultado de la especulación financiera, no dejó una capacidad productiva fortalecida. Por lo tanto, el nivel de la deuda simplemente se disparó ya que no había medios para pagar siquiera los intereses, que equivalían a las exportaciones de un año. Cuando el gobierno militar se derrumbó, el nuevo presidente elegido democráticamente en 1983, Raúl Alfonsín, heredó una deuda de USD 42.000 millones, la cuarta más grande del mundo, y la primera medida per cápita.

"El neoliberalismo nacional y el FMI se han unido para vender la teoría de que ‘no hay alternativa’"Hernan Neyra, Universidad de Buenos Aires, y Andrés Ferrari Haines, Universidade Federal do Rio Grande do Norte

El FMI, que hizo oídos sordos a los reclamos de la ilegitimidad de la deuda contraída bajo una dictadura militar antidemocrática, asumió el papel de orador y negociador en nombre de los acreedores privados. A lo largo de la década de 1980, el FMI siguió presionando para que se aplicaran recortes más duros que afectaron de forma desproporcionada a los más desfavorecidos. Para la sociedad argentina, ansiosa de afirmar su nueva democracia débil en medio de una inflación fuera de control, la imagen del Fondo se empañó. La década terminó con una agitación política y una hiperinflación descontrolada que obligaron a Alfonsín a dimitir en 1989.

Más tarde Argentina adoptó el programa del Consenso de Washington que, junto con la convertibilidad de la moneda nacional frente al dólar, redujo la inflación y luego impulsó el crecimiento económico. En 1992-1994 el FMI presentaba a Argentina ante el mundo como protagonista de esta estrategia “exitosa”. Sin embargo, después de 1995, con el final del programa de privatización, la recesión y el alto desempleo volvieron para quedarse. Una vez más el servicio de la deuda se volvió difícil y, nuevamente, el FMI intervino para presionar por él. La década de 1990 estuvo marcada por grandes recortes sociales continuos con el fin de preservar los ingresos presupuestarios para pagar la deuda. La agitación social creció. Finalmente, en diciembre de 2002, la sociedad “expulsó” con furia al entonces presidente Fernando de la Rúa y cortó las relaciones con el neoliberalismo y el FMI.

2018: Hola FMI, hola recesión

Macri ha vuelto al regazo del FMI. Esto fue una sorpresa. Para estar seguro, la economía está en un estado calamitoso. Sin embargo, por primera vez, Argentina regresa al FMI sin sufrir una importante crisis en la balanza de pagos. A pesar de que el gobierno había heredado una deuda de USD 240.000 millones, su propia política de 2016-2017 fue la responsable de una deuda adicional de USD 80.000 millones.

El gobierno ha dicho que llamó al FMI para “evitar” una crisis. Si bien el FMI aseguró el gasto social como porcentaje del PIB, Argentina tuvo que recortar los salarios y el número de trabajadores estatales en un 0,5% del PIB para cumplir con las condiciones crediticias del FMI. Tanto el FMI como el gobierno declararon que una política monetaria estricta y un tipo de cambio libre también deberían ayudar a reducir la inflación del actual 27% al 9% para 2020.

El neoliberalismo nacional y el FMI se han unido para vender la teoría de que ‘no hay alternativa’. Este parece ser el resultado inevitable después de diez años espantosos de populismo retrógrado que ahora debe ser corregido por la teoría económica “adecuada”. Cualquier curso alternativo, como los impuestos progresivos, los incentivos fiscales para impulsar la producción y el empleo o el control de los flujos internacionales de capital, se han descartado sin consideración ni debate. Lo dicho, la pasada administración Kirchner tuvo muchos defectos y la economía que dejó no lucía muy bien. Pero este movimiento de Macri y el FMI se enfrenta a la sociedad. A diferencia de lo que sucedía en el pasado, hoy reina la democracia y 2019 es un año de elecciones.

En julio, se envió una carta abierta a la directora gerente del FMI, firmada por una multitud de diputados de la oposición, líderes sindicales, activistas de derechos humanos, artistas y representantes sociales, repudiando el acuerdo como “odioso y execrable”. Argumentan que el acuerdo es ilegal porque tales acuerdos, según establece la Constitución argentina, son prerrogativa del Poder Legislativo, no del Ejecutivo. Por lo tanto, la resistencia social ha comenzado y probablemente se intensificará. Esto no debería ser una sorpresa. La historia argentina lo dice.


por Hernan Neyra, Universidad de Buenos Aires, y Andrés Ferrari Haines, Universidade Federal do Rio Grande do Norte