La evidencia del creciente enfoque del Banco en situaciones de fragilidad y conflictivas (SFC), tal como se desprende del informe Sustainable Financing for Sustainable Development de abril, se puede ver en una variedad de iniciativas, como el establecimiento de las áreas de soluciones transversales (CCSA, por su sigla en inglés) para temas de Fragilidad, Conflicto y Violencia (FCV) y la duplicación de recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), el brazo de préstamos de bajos ingresos del Banco Mundial, dedicados a SFC de USD 7.000 millones en la AIF17 a USD 14.000 millones en la AIF18.
El fundamento para el “punto de giro para la prevención” se delineó en marzo en un informe del Banco Mundial sobre la maximización del impacto del Banco en SFC, que señalaba que, “según las proyecciones actuales, la proporción de personas más pobres del mundo que viven en medio de la fragilidad, el conflicto y la violencia podría llegar al 60% en 2030” y subrayaba que, “los riesgos de fragilidad, conflicto y violencia son diversos y están cada vez más vinculados a los sistemas políticos, económicos y sociales mundiales, lo que significa que los efectos secundarios de la fragilidad pueden extenderse por todo el mundo”.
A pesar de los recientes esfuerzos del Banco, las evaluaciones de 2014 y 2016 de las actuaciones del Banco en SFC del Grupo de Evaluación Independiente (GEI) plantean importantes preocupaciones sobre el enfoque del Banco en estos contextos.
El Grupo Banco Mundial no abordó adecuadamente las limitaciones principales y no tuvo un enfoque integral para el desarrollo del sector privado.GEI, Grupo Banco Mundial
¿Mejor o solo más involucrado en SFC?
Como reafirmación de las conclusiones del informe 2014 del GEI sobre el aprendizaje del Banco de que, “alrededor del 70% … del personal [del Banco] siente que la presión por prestar ha desplazado el aprendizaje”, la evaluación de las operaciones en Países de Ingreso Medio (PIM) de 2016 del GEI recalcó que “los incentivos institucionales y del personal para la participación en situaciones de conflicto y la toma de riesgos parecen estar rezagados detrás del espíritu del enfoque estratégico sobre FCV [del Banco]”. Las conclusiones sobre la no alineación de los incentivos en el Banco reflejan, en cierta medida, las del informe de abril de la oficina de evaluación independiente (OEI) del FMI sobre El FMI y los Estados Frágiles, que detalla el impacto negativo de las estructuras de incentivos en el Fondo sobre sus operaciones en SFC (véase el Observador de Verano de 2018).
Si bien la evaluación subrayó que la continuidad en la política de personal es necesaria para asegurar la “profunda comprensión de la economía política” requerida para el éxito en SFC, esta observó que “no era común en los casos observados”. Esto está potencialmente exacerbado por factores identificados en el informe 2017 del GEI sobre el desempeño del Banco, que planteó dudas importantes sobre la medida en que el personal del Banco utiliza las evaluaciones externas y del GEI para “alimentar de manera rutinaria las operaciones del Banco Mundial” (véase el Observador de Verano de 2018). Las conclusiones del GEI repiten las de una evaluación de julio del OEI, que concluyó que el Fondo no aprende lo suficiente de sus evaluaciones internas.
Maximización de las finanzas para el desarrollo en SFC: carencia de un enfoque integral
Al tiempo que la sociedad civil en general ha criticado mucho la estrategia Maximizar el Financiamiento para el Desarrollo del Banco (véase el Observador de Verano de 2017), los informes del GEI destacan importantes limitaciones en el trabajo del sector privado del Banco en SFC. La evaluación 2014 concluyó que “el Grupo Banco Mundial no abordó adecuadamente las limitaciones principales y no tuvo un enfoque integral para el desarrollo del sector privado”.
Es importante destacar que, dada la relevancia de las industrias extractivas y la agricultura en SFC, la evaluación también observó que “las operaciones en SFC no han prestado mucha atención al aprovechamiento de las inversiones en industrias extractivas para crear derrames en la economía” y que el apoyo del Banco “a la agricultura no ha sido proporcional a su impacto potencial en el empleo, la reducción de la pobreza y la seguridad alimentaria en SFC”.
Al comentar las conclusiones de la evaluación de 2014, la evaluación de 2016 destacó que poco ha cambiado, señalando que “el Grupo Banco Mundial todavía carece de un enfoque integral y secuenciado para el desarrollo del sector privado en situaciones de FCV en los países que no están en SFC”. Estas conclusiones son particularmente preocupantes a la luz de los continuos resultados de desarrollo deficientes de las inversiones de la Corporación Financiera Internacional (CFI), tal como se ha documentado en la evaluación de 2017 del GEI del desempeño del Banco y el empuje de los accionistas para aumentar las inversiones de la CFI en SFC, tal como se refleja en el establecimiento de la ventana para el sector privado de USD 2.000 millones de la AIF18 y el proyecto del aumento general de capital.
La categorización de la fragilidad sigue siendo un problema
La evaluación del GEI de 2014 también informó de los desafíos asociados con el uso del Banco de la Evaluación Institucional y de las Políticas Nacionales (CPIA, por su sigla en inglés) para determinar el estado de SFC, ya que el instrumento “no se basa en el análisis de la fragilidad y el conflicto” y las “calificaciones no han sido coherentes con la fragilidad real y los riesgos de conflicto en muchos países”. La evaluación de 2016 del GEI observó que las calificaciones CPIA excluyen a los PIM, donde se producen un número significativo de conflictos. También subrayó que, aunque los diagnósticos sobre FCV eran útiles cuando se usaban, su uso no era la “norma”.
Fuera del GEI persisten las preocupaciones sobre la efectividad de la clasificación usada por el Banco (y otros). Simon Maxwell, del grupo de expertos británico Overseas Development Institute afirmó en un blog de agosto que la gran variedad y la inconsistencia de definiciones de fragilidad ‘degrada’ el valor de la categorización. Un documento de antecedentes de la ONU, de 2014, también cuestionaba la efectividad de las categorizaciones de los países en general.