Durante las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el FMI en Bali, Indonesia, el Banco publicó su Informe sobre el Desarrollo Mundial (IDM) 2019, que explora la naturaleza cambiante del trabajo.
El informe provocó una indignación generalizada como resultado de su apoyo a la desregulación del mercado laboral y su afirmación de que las preocupaciones sobre la automatización son “infundadas” (véase el Observador de Verano de 2018). En lugar de complementar los entendimientos actuales sobre el futuro del trabajo, las recomendaciones del informe chocaron con actores clave de la comunidad internacional.
De hecho, en contraste con un reciente documento de trabajo del FMI que advertía sobre los peligros de la automatización, el IDM afirma que las inquietudes sobre el impacto de la tecnología en el empleo y la desigualdad son “en general infundadas”. Además, a pesar de haber sido publicado el mismo mes que un informe histórico en el que se advierte que tenemos 12 años para limitar el cambio climático, el IDM no menciona las políticas de transición. Lo que es más, la afirmación del Banco de que “las onerosas regulaciones también hacen que sea más costoso para las empresas reorganizar su fuerza laboral para adaptarse a las tecnologías cambiantes” contradice su propio IDM 2013, que afirmaba que las regulaciones laborales tenían poco o ningún impacto en los niveles de empleo.
El apoyo a una mayor desregulación solo reforzará las estrategias de las empresas de plataforma para subvertir las reglas de relación laboral, aumentar el trabajo precario, pagar salarios de pobreza y socavar los derechos de los trabajadores.Sharan Burrow, secretaria general de la CSI
Las respuestas críticas al IDM por parte de comunidades de gran alcance, incluidas feministas, organizaciones internacionales, sindicatos y diversos grupos de la sociedad civil, llamaron la atención sobre el aislamiento del Banco en su apoyo a la expansión del sector privado a expensas de los derechos de los trabajadores.
Feministas en desacuerdo con el veredicto del Banco
En respuesta a la falta de consideración del IDM sobre las desigualdades de género, las expertas en género Shahra Razavi y Silke Staab, resaltaron que “no se hace referencia al papel fundamental del trabajo de cuidados no remunerado en el desarrollo de capacidades humanas”. De hecho, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de este año confirmó que las mujeres realizan el 76,2% del trabajo global de cuidados no remunerado y que, a pesar de que este trabajo hace una contribución económica y social sustancial, sigue siendo en su mayor parte invisible y no es contabilizado para la toma de decisiones económicas. Razavi y Staab afirmaron también que el IDM “continúa unido a una visión neoclásica bastante estrecha del capital humano … sin considerar la orientación y la crianza de los niños, que crea los fundamentos básicos que la educación y la experiencia pueden mejorar”. Este análisis concuerda con la crítica de Elisabeth Prügl al Banco Mundial, quien recientemente expuso el papel del Banco en la elaboración de una versión de hegemonía neoliberal con rostro feminista (véase el Observador de Otoño de 2018).
De hecho, en referencia al IDM, la asesora internacional sobre políticas para los derechos de las mujeres en ActionAid International, Wangari Kinoti, declaró: “los esfuerzos para aumentar la participación de las mujeres en el trabajo que, al mismo tiempo, debilitan las protecciones laborales e ignoran las realidades crudas de la explotación del trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres representan el desmantelamiento del trabajo digno y las normas internacionales sobre derechos humanos. De esta manera se profundizarán y ampliarán las desigualdades de género”.
Dar más poder al capital para erosionar la participación laboral
Las voces de la sociedad civil unieron fuerzas en un evento del Foro de Políticas de la Sociedad Civil, durante las Reuniones Anuales del Banco Mundial y el FMI en Bali, para discutir el borrador del informe que, argumentaban, apoya políticas de desregulación perjudiciales. Kate Lappin, de la Internacional de Servicios Públicos, con sede en Francia, declaró: “Si no afrontamos el hecho de que la tecnología está reduciendo el valor del trabajo en la economía … terminaremos en un entorno en el que el capital [tendrá] mayor poder contra el trabajo”.
En respuesta a su publicación, que tuvo lugar pocos días después del evento, Oxfam declaró que la justificación central del IDM, la desregulación, está desacreditada y plantea serias dudas sobre el compromiso del Banco con la reducción de la desigualdad (véase el Observador de Primavera de 2018).
En contraste con el IDM, el Informe sobre la Desigualdad Global 2018, una publicación anual del Laboratorio sobre la Desigualdad Global sobre las tendencias de desigualdad mundial, identificó que los empleos mejor remunerados son clave para abordar el lento crecimiento de los ingresos de la mitad más pobre de la población y agregó que las “tasas de salarios mínimos saludables son herramientas importantes para lograrlo”. El informe destacó además que “el 1% de personas que perciben los ingresos más altos capturó el doble de ese crecimiento que el 50% de las más pobres”. Este es un hecho que preocupa especialmente diez años después de la crisis financiera ya que, tal como señala David M. Kotz, las semillas de la crisis sistémica nacen de la creciente desigualdad y un sector financiero sumergido en actividades de riesgo y en una serie de grandes burbujas de activos.
La Confederación Sindical Internacional (CSI), que representa a 207 millones de trabajadores, hizo pública una respuesta por escrito al IDM. La confederación declaró que la denegación de desafíos del informe, tal como la crisis de desigualdad mundial existente, a veces contradice sus propias conclusiones y desconoce los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y concluye que “esto invalida al IDM 2019 como una contribución seria a las discusiones sobre el futuro del trabajo”.
La secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, declaró que “el apoyo a una mayor desregulación solo reforzará las estrategias de las empresas de plataforma para subvertir las reglas de relación laboral, aumentar el trabajo precario, pagar salarios de pobreza y socavar los derechos de los trabajadores”. Un reporte de la misma organización encontró que la economía informal es particularmente vulnerable a los abusos, ya que está expuesta a condiciones de trabajo inadecuadas e inseguras y, a menudo, paga menos.
Al Banco Mundial contra la corriente
Sumándose a estas voces, la OIT emitió una respuesta cuestionando el enfoque de algunas de los temas clave abordadas en el informe del Banco. La declaración especificó que “siguen preocupados por el enfoque de IDM sobre las instituciones del mercado laboral, las regulaciones, la economía informal y la protección social” y agregó que “un mundo con mercados laborales desregulados, combinados con una asistencia social y un seguro social mínimos tendría altos costos humanos y económicos”.
En su mención sobre la Renta Básica Universal (RBU), la Organización Internacional del Trabajo, declaró que el reporte no aporta suficiente detalles para mostrar que la RBU garantizaría una cobertura social mínima. Lo que es más, a principios de este año la OIT lanzó un reporte argumentando que mientras algunas propuestas pueden mejorar redistribución y justicia social, otras pueden resultar en la corrosión de la protección social de los modelos de pequeños estados neoliberales.
Una consulta que deja un sabor amargo
El proceso de consulta superficial durante la redacción del informe respaldó las extensas críticas de de que el Banco no está dispuesto a escuchar voces externas. La publicación del IDM siguió a un año de esfuerzos de las coaliciones y organizaciones de todo el mundo para resaltar la insuficiencia de sus conclusiones y recomendaciones iniciales, así como los intentos de reformar sus conclusiones de acuerdo con los estándares internacionales.
Una vez publicado el borrador de IDM, a inicios de 2018, sus fallos fueron ampliamente documentados por académicos, sindicatos, redes y prensa nacional e internacional. Sindicatos mundiales, más de 80 grupos de la sociedad civil y grupos de expertos y académicos enviaron una carta solicitando que el IDM “fuera reescrito para promover el trabajo digno y la reducción de la desigualdad, y que esto quedara claro al presentar el informe a la Junta Ejecutiva”. A pesar de estos esfuerzos, el informe final sigue siendo sorprendentemente similar a los borradores iniciales, con solo un pequeño puñado de cambios, como el desmonte de su apoyo a los contratos de cero horas. Este enfoque pone en tela de juicio la medida en que el Banco Mundial ha abordado las preocupaciones sobre la producción de conocimiento que surgieron en el Informe Deaton de 2006, en el que se acusaba al Banco de tener un enfoque autorreferencial sobre la investigación y el aprendizaje que “aumenta a un nivel casi de parodia” (véase el Observador de Verano de 2018).