Gobernanza de las IFI

Análisis

Selección del presidente del Banco Mundial: el ‘pacto de caballeros’ está vivo y en buena forma

17 abril 2019 | Traducción: Gustavo Alzugaray

Este número del Observador se publicó antes de que el Banco Mundial anunciara el nombramiento del nuevo presidente, el cual tuvo lugar el 5 de Abril 2019


Tras  la inesperada renuncia del presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, en enero, la selección de su sucesor fue objeto de un importante escrutinio. Más de 150 organizaciones de la sociedad civil, académicos y otros actores pidieron a la Junta que honrara su compromiso, tras la salida de Kim, de avanzar hacia un proceso abierto, transparente y basado en el mérito. La petición  se hizo eco de las demandas esbozadas por la propia asociación del personal del Banco en una carta de enero. Estas demandas no son nuevas y se identifican con viejos reclamos de terminar con el llamado ‘pacto de caballeros’, que garantiza que el director gerente del FMI sea un europeo y el presidente del Banco Mundial un estadounidense. También reflejan los reclamos realizados desde 2012, no por activistas de la sociedad civil ni por gobiernos descontentos del Sur global, sino por personal de alto nivel del Banco. El ex economista jefe, Joseph Stiglitz, y los ex vice presidentes principales, François Bourguignon y Nicholas Stern, afirmaron en un artículo en el Financial Times de 2012, que el proceso “no solo es hipócrita, además destruye la confianza y el espíritu de colaboración necesarios para lidiar con los profundos problemas a los que se enfrenta  el mundo”.

En el proceso de nominación, que fue del 7 de febrero al 14 de marzo, Estados Unidos nominó a David Malpass, un alto funcionario del tesoro, muy crítico con el multilateralismo. Los críticos subrayaron sus afirmaciones de que “el globalismo y el multilateralismo” habían “ido considerablemente muy lejos, hasta el punto de que están perjudicando a Estados Unidos y al crecimiento global”. Organizaciones medioambientales de la sociedad civil, tales como la estadounidense Oil Change International, también criticaron la nominación de Malpass a raíz de su actitud sobre el cambio climático. Resaltando la época de Malpass en el Bear Stearns, hoy en bancarrota, en el periodo previo a la crisis financiera mundial y su artículo de opinión en el Wall Street Journal, “No teman por el mercado de crédito”, de agosto de 2007, un artículo de marzo de 2017 en el canal de noticias Vox sobre su nombramiento al Tesoro de Estados Unidos, destaca su “mal juicio ante los principales asuntos económicos durante la década pasada (animando a la economía al borde de la Gran Recesión mientras advertía de un colapso justo cuando se ponía en marcha la recuperación)”.

El proceso no solo es hipócrita, además destruye la confianza y el espíritu de colaboración necesarios para lidiar con los profundos problemas a los que se enfrenta el mundo.Joseph Stiglitz, François Bourguignon y Nicholas Stern, ex altos funcionarios del Banco Mundial

Los principales legisladores estadounidenses también mostraron sus inquietudes ante la nominación de Malpass. La congresista Maxine Waters, presidente del Comité de Servicios Financieros de la Cámara, y el congresista Emanuel Cleaver, presidente del Subcomité de Seguridad Nacional, Desarrollo Internacional y Políticas Monetarias, declararon en un comunicado de prensa de febrero que, “Es difícil creer que cualquier esfuerzo serio por encontrar un candidato calificado con una visión convincente para la misión del Banco Mundial y una creencia en la legitimidad del financiamiento del desarrollo internacional conducirían a la nominación del subsecretario para asunto internacionales del Tesoro David Malpass”. La nominación de David Malpass también se quedó corta en cuanto a las demandas de la sociedad civil, académicos y demás signatarios de la carta abierta a la Junta Ejecutiva, que señalaba que “los candidatos deben tener un conocimiento probado – y experiencia de trabajo – en cuestiones de desarrollo, así como  n compromiso con el interés público”.

Nominado de Líbano: hoy y aquí …

La esperanza de tener un proceso de selección que incluya más de un candidato recibió un impulso cuando, en febrero, el gobierno de Líbano nominó a Ziad Hayek para el puesto. Sin embargo, la legitimidad del proceso recibió un duro golpe poco después, cuando el sitio de noticias Devex detalló el 4 de marzo la retirada del nominado libanés, mientras el candidato sugería que su renuncia se debió a la presión de “otros gobiernos”. El proceso, particularmente a la luz de la retirada supuestamente forzada del único oponente al nominado estadounidense, representa un cisma radical entre el compromiso declarado de la junta con un proceso abierto, transparente y basado en los méritos y el proceso real. El resultado refleja el de 2016, con un estadounidense, en ese caso Jim Yong Kim, postulándose sin oposición (véase el Observador de Otoño de 2016). Este acontecimiento parece confirmar los temores expresados por Stiglitz y sus colegas de que “el control de los países desarrollados sobre el proceso de selección también desalienta a los países en desarrollo a presentar un candidato que pueda tener un amplio apoyo entre ellos”, lo que limita la cantidad y la calidad de las opciones disponibles para la junta.

La conveniente gobernanza

El proceso de selección contrasta también con el discurso del Banco sobre la buena gobernanza y la necesidad de que los países prestatarios representen adecuadamente las necesidades y opiniones de todos sus ciudadanos, en particular los que tienen menos influencia. Por citar un ejemplo, en julio de 2018 el Banco lanzó el Fideicomiso de Múltiples Donantes de la Alianza para el Gobierno Abierto, de USD 12 millones, para “aumentar la transparencia del Estado, mejorar la rendición de cuentas y fortalecer la participación ciudadana, así como la capacidad de respuesta del Estado”. El Marco Estratégico para Integrar la Participación Ciudadana en las Operaciones del Grupo Banco Mundial también indica la intención de mejorar su propia rendición de cuentas a los afectados por sus programas y actividades. Sin embargo, la sociedad civil subraya que aún queda mucho por hacer, y persiste la preocupación por la falta de voluntad del Banco de proporcionar un remedio adecuado a las comunidades afectadas por sus proyectos, su continua ausencia de una política de derechos humanos, el desprecio por  el adecuado reasentamiento de las poblaciones desplazadas por los proyectos financiados por el Banco y la erosión de las salvaguardias ambientales y sociales (véase el Observador deInvierno de 2018, el de Otoño de 2016 y el de Primavera de 2015). La hipocresía identificada por Stiglitz, Bourguignon y Stern en 2012 parece una descripción acertada del contraste entre las iniciativas mencionadas y el proceso utilizado para seleccionar al nuevo presidente del Banco.

Con alianzas como estas …

Tal como se argumenta en la reacción de enero de Christian Aid ante la renuncia del presidente Kim, el proceso plantea importantes “preguntas sobre el sistema económico mundial y el limitado papel que desempeñan los países en desarrollo dentro de las instituciones diseñadas para apoyarlos”. Christian Aid destacó que el acuerdo actual, que garantiza que los países desarrollados, con el 12% de la población mundial, tengan el 50% del poder de toma de decisiones, es profundamente injusto, señalando que “su asesoramiento en materia de políticas podría no reflejar las necesidades de los países en desarrollo. En cambio, amenaza los intereses de los inversionistas y empresas de los países desarrollados que se arrastran hacia las opciones políticas que propone”. También contradice las normas aceptadas sobre la efectividad de la ayuda, como la Declaración de París y la Agenda de Acción de Accra, y el Foro de Alto Nivel de Busán sobre la eficacia de la ayuda, que subrayan que las alianzas para el desarrollo sólo pueden tener éxito si son lideradas por países en desarrollo.

El proceso también es contradictorio con el apoyo del Banco a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y, en particular, el ODS 16, cuyo objetivo es “crear instituciones eficaces, responsables y transparentes a todos los niveles” (véase el Observador de Primavera de 2019). Las preocupaciones persistentes con la falta de una diversidad adecuada en los altos niveles directivos del Banco y del Fondo también se reflejaban en el Comunicado de Primavera de 2018 del G24, que exhortó a ambos a fortalecer “los esfuerzos para abordar la severa falta de representación de algunas regiones y países en reclutamiento y progresión profesional, incluso a nivel directivo” y destacó la importancia de mejorar la diversidad del personal (véase el Dispatch sobre las Reuniones Anuales de 2018).

Las reformas necesarias en el proceso de selección deben esperar por lo menos otros cinco años. Los interesados en poner fin al ‘pacto de caballeros’ deben ahora mirar hacia la próxima competición por el liderazgo del FMI.