El denominado “acuerdo de caballeros” es otro pilar más del sistema antidemocrático de gobernanza. El proceso de selección del líder del Banco Mundial y el FMI está sujeto a un histórico acuerdo de caballeros, el cual ha asegurado que el director ejecutivo del FMI haya sido siempre un europeo y el del Banco Mundial un ciudadano americano. Este pacto se remonta al momento en el que se crearon las instituciones, cuando el número de miembros se limitaba a 45 estados y los poderes europeos aún conservaban extensas colonias. Una vez EE.UU. nomina a su candidato para presidente del Banco, Europa usa sus extensos derechos de voto en la junta para asegurar que el candidato americano es elegido, a cambio de que EE.UU. apoye al candidato europeo para el puesto de presidente ejecutivo del FMI. Los europeos eligen su candidato principal – la mayoría de los cuales han sido franceses – y esperan que EE.UU. estampe su sello de aprobación (ver Update 76).
El nombramiento de David Malpass, el candidato nominado por EE.UU. en abril de 2019, para el puesto de presidente del Banco Mundial, demostró que el acuerdo de caballeros sigue vivo y en buena forma (ver Observador Primavera 2019). A pesar de la petición de más de 150 organizaciones de la sociedad civil (OSC) pidiendo el compromiso del Banco con su promesa de un proceso abierto, transparente y basado en el mérito – de la cual hicieron eco las peticiones de la asociación de trabajadores del Banco – Malpass fue nombrado presidente. El único candidato que se presentó fue Ziad Hayek, quien fue nominado por el gobierno Libanés, pero que renunció haciendo alusión a presiones de “otros gobiernos”.
OSCs alrededor de todo el mundo han señalado durante mucho tiempo que el Fondo y el Banco continuan dañando su legitimidad al adherirse al acuerdo de caballeros (ver Observador Primavera 2019). Para remplazar este proceso arcaico e ilegítimo, éstas han pedido la implementación de un proceso abierto, democrático, basado en el mérito y transparente para la elección de los lideres de ambas instituciones. Lo que es más, este proceso, dicen, debería involucrar una participación significativa de los estados miembros de ingresos bajos y medios y permitir que cualquier estado, independientemente de su nacionalidad, presente candidatos en igualdad de condiciones.
Por ejemplo, una carta de 2011 de la sociedad civil al FMI llamó a lo siguiente:
- El candidato debe obtener el apoyo abierto de al menos la mayoría de los países miembros del FMI, sin un solo bloque que ejerza un poder excesivo. La mejor manera de garantizar esto es que el ganador deba obtener el apoyo de la mayoría de las accionistas con derecho a voto así como de los países miembros.
- El proceso de selección debería de ser reforzado. Este debería incluir un procedimiento de solicitud pública abierto para que cualquiera lo solicite, y tiempo suficiente para permitir una deliberación adecuada, entrevistas en público y procedimientos de votación abierta, y
- Se debe establecer una descripción clara del trabajo y calificaciones. El candidato adecuado necesita ser – y ser visto como – independiente y capaz de trabajar con una variedad de partes interesadas, incluidos los grupos de la sociedad civil.
Las demandas para acabar con el acuerdo de caballeros se han complementado con llamadas más generales sobre una reforma democrática de la gobernanza. Los desequilibrios en los derechos de voto del FMI, por ejemplo, han sido desde hace mucho tiempo un punto de discordia entre los países estructuralmente subrepresentados. El próximo proceso de selección del director gerente del FMI coincidirá con la decimoquinta revisión general de cuotas del FMI (ver Observador Invierno 2018). Lejos de ser visto como una oportunidad para reforzar la legitimidad del Fondo con una redistribución integral de los derechos de voto, se espera que la 15a revisión cimente las desigualdades estructurales, reavivando las llamadas a la reforma de la gobernanza.