El 16 de julio Christine Lagarde anunció que había presentado su renuncia al FMI como directora gerente, efectiva el 12 de septiembre, tras su nombramiento a la presidencia del Banco Central Europeo. Mientras tanto, la junta ejecutiva nombró interino al primer subdirector gerente del FMI, David Lipton. La junta tiene la intención de completar el proceso de selección antes del 4 de octubre.
Criterio práctico para la salud del sistema neocolonial y neoliberal
El sorpresivo anuncio desató la especulación habitual sobre los potenciales candidatos a ocupar el puesto de Lagarde así como la tradicional petición por parte de la sociedad civil y otros de abolir el histórico “acuerdo de caballeros” para liderar el Banco y el FMI.
Este acuerdo extraoficial, en vigor desde la fundación de las instituciones hace 75 años, ha garantizado que el FMI siempre sea dirigido por un europeo y el Banco Mundial por un estadounidense (véase Al interior de las instituciones, ¿Qué es el ‘acuerdo de caballeros’?). Las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo han señalado durante décadas que el Fondo y el Banco siguen socavando su legitimidad al adherirse a este acuerdo. Estos han exigido el fin del dominio absoluto europeo sobre el puesto más alto del FMI y el cumplimiento de su compromiso de “adoptar un proceso abierto, basado en el mérito y transparente para la selección del director gerente del FMI” (véase el Update 76).
Si los europeos insisten en tratar al Fondo Monetario Internacional como un feudo hereditario, destruirán la institución.Ambrose Evans-Pritchard, Daily Telegraph
La elección de otro director gerente europeo, inmediatamente después del nombramiento del candidato estadounidense David Malpass como presidente del Banco Mundial este año (véase el Observador de Primavera de 2019) demostraría inequívocamente que los procesos de sucesión de liderazgo en las instituciones de Bretton Woods siguen siendo antidemocráticos, opacos e ilegítimos. El retraso de la esperada 15a revisión de cuotas del FMI, que supondría una oportunidad para distribuir de manera más equitativa los poderes de voto en la junta ejecutiva del FMI (véase el Observador de Verano de 2019), agrava aún más la crisis de legitimidad del Fondo, en un momento en que la idoneidad del sistema multilateral está cada vez más cuestionada. En palabras de Ambrose Evans-Pritchard, del periódico británico Daily Telegraph, “Si los europeos insisten en tratar al Fondo Monetario Internacional como un feudo hereditario, destruirán la institución. La credibilidad mundial se marchitará”.
El carrusel de candidatos de este año
El Financial Times informó el 29 de julio que los gobiernos europeos estaban considerando tres candidatos para el puesto: Jeroen Dijsselbloem, ex ministro de finanzas holandés y ex jefe de ministros de finanzas de la zona euro; Olli Rehn, gobernador del Banco Central de Finlandia; Kristalina Georgieva, directora ejecutiva del Grupo Banco Mundial. Otros nombres mencionados en diversas fuentes de noticias como candidatos potenciales incluyen a Tharman Shanmugaratnam, presidente del Comité Monetario y Financiero Internacional, el órgano de dirección de los ministros de finanzas para el FMI y Raghuram Rajan, economista y execonomista jefe y director de investigación del FMI.
Según el medio de comunicación Bloomberg, los ministros europeos ya han dejado claro que es una “prioridad” nombrar a otro europeo, presentado conjuntamente por la UE y, en palabras del político francés Bruno Le Maire, “sin rivalidades inútiles”. En respuesta, Wolfgang Münchau, del Financial Times, comentó: “Para ellos [los ministros de finanzas de la Eurozona], se trata de si alguien es de la eurozona o no, de izquierda o de derecha, del Norte o del Sur. El mundo necesita una persona de primera clase para dirigir el FMI. No se debería permitir que Europa trate al Fondo como un vertedero para funcionarios a la deriva”.
La cuestión de si los gobiernos no europeos estarán en condiciones de designar candidatos antes de la fecha límite del 6 de septiembre sigue siendo importante. La nominación sin oposición en marzo de David Malpass después de la renuncia del candidato libanés, Ziad Hayek, debido a la supuesta presión de “otros gobiernos”, según informó el medio de noticias Devex, no es un buen augurio para aquellos interesados en ver una carrera competitiva hacia la dirección del Fondo. Según Mark Sobel, ex representante de Estados Unidos ante el directorio ejecutivo del FMI, “Si a los mercados emergentes no les gusta [que Europa se mantenga a cargo del Fondo], tienen que presentar un candidato creíble y dar pie a una batalla: ganar o perder. Estados Unidos y Europa no les entregarán el duopolio en bandeja de plata”.
¿La cuarta vez es un encanto?
Lagarde fue nombrada en 2011 cuando el entonces director gerente, Dominique Strauss-Kahn, renunció inesperadamente después de acusaciones sobre una brutal agresión sexual contra una empleada de un hotel de Nueva York, que se resolvió fuera de la corte. La competición llegó en un momento crítico en las conversaciones sobre la crisis de la Eurozona y dos semanas antes de la Cumbre del G8, lo que generó una sensación de urgencia que los gobiernos europeos usaron para apresurar la candidatura de Lagarde (véase el Update 57). Ese proceso fue considerado la tercera competencia consecutiva por el liderazgo en la que hubo una oposición concreta al candidato europeo, con el gobernador del Banco Central mexicano, Agustín Carstens, enfrentado a Lagarde. Sin embargo, Carstens carecía de los avales necesarios de otras economías de mercados emergentes como para plantear un serio desafío a la candidatura de Lagarde (véase el Update 76).
En una sesión informativa preparada para la competencia de 2011, que sigue siendo relevante hoy, la sociedad civil exigió un proceso de selección justo y reiteró las viejas demandas de reformas en la gobernanza del FMI, como la toma de decisiones por doble mayoría para fortalecer la representación de países en desarrollo. Estos sostenían que el candidato adecuado “debe ser, y debe ser visto, totalmente independiente de cualquier interés nacional o regional”, debe tener “un enfoque riguroso en la pobreza” y estar “bien versado en los problemas particulares de los países de ingresos bajos y medianos” (véase el Update 75).
Largo y accidentado camino por delante hacia un cambio transformador
En adelante, los desafíos que el nuevo jefe del FMI tendrá que sortear incluyen otra crisis de deuda (véase el Observador de Invierno 2017-2018), para la cual es necesaria la estabilidad financiera internacional, y la credibilidad de la institución, con un director gerente que pueda actuar como un árbitro “equitativo” entre los Estados deudores y los acreedores. Una prueba de ello es la percepción de que, en la crisis griega, Lagarde eligió indefectiblemente “el favoritismo de Berlín sobre los intereses de la institución que dirigía … cuyo personal era inflexible en que Grecia necesitaba una reducción total de la deuda”, según el artículo de opinión del ex ministro de finanzas griego, Yanis Varoufakis, en the Guardian. Un blog de enero del Comité para la Abolición de la Deuda Ilegítima que expuso documentos secretos de la junta ejecutiva que demostraban que los directores ejecutivos holandeses, alemanes y franceses indujeron a error a la junta en el programa griego, aportó más pruebas del efecto corrosivo del actual acuerdo. La capacidad del líder para hacer frente a los desafíos planteados al sistema multilateral actual, como por ejemplo, las actuales tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, tendrá impactos duraderos.
Ante el mayor programa del FMI de la historia, que parece cada vez más insostenible en Argentina y que la dirige hacia otra potencial crisis de insolvencia (véase el Observador de Invierno de 2018), el nuevo director gerente tendrá que hacer frente a los crecientes llamamientos para que el FMI cambie su rumbo en la reestructuración y condonación de la deuda. Junto con el creciente descontento por parte de los accionistas del Sur Global por la falta de avances en la reforma de las cuotas, el nuevo jefe del FMI se enfrentará a desafíos críticos para los que serán claves las percepciones sobre la legitimidad de la institución. Según señaló un informe del Centro Internacional para Estudios Monetarios y Bancarios de 2018, la incapacidad o falta de voluntad de un nuevo líder para abordar los desequilibrios en las estructuras de gobernanza del Fondo y mejorar la legitimidad de la institución podría provocar una degradación de la influencia del FMI, mientras se enfrenta a la amenaza de tener un “papel mundial cada vez menor” y la fragmentación del sistema financiero en las zonas dólar, euro y renminbi.
En cuanto al trabajo del Fondo bajo Lagarde por intentar mostrar un ‘rostro más amable’ de la institución, Nadia Daar, de la Oficina de Oxfam en Washington, dijo en un comunicado sobre su partida: “todavía queda un largo camino por recorrer para convertir el discurso de alto nivel en acción a nivel de país, con muchos empleados que todavía impulsan políticas que corren el riesgo de ampliar aún más la brecha entre ricos y pobres. La tarea para el sucesor de Lagarde es tomar la antorcha y trabajar duro para transformar al FMI en una institución que apoye la estabilidad y el crecimiento sostenibles utilizando estrategias que ayuden verdadera y consistentemente a reducir las desigualdades”. Aún está por verse si el nuevo director gerente asumirá el desafío de lograr un cambio transformador, que es el mantra de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y aprovechará la oportunidad para cuestionar y realinear verdaderamente sus prácticas y políticas (véase el Observador de Primavera de 2019), en particular en relación con el cambio climático (ODS 13), la desigualdad de género (ODS 5), las desigualdades económicas (ODS 10) y el trabajo digno (ODS 8). La sociedad civil estará vigilando atentamente.
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