Los últimos meses han demostrado ser particularmente tumultuosos para el FMI, con miles de personas tomando las calles de todo el mundo para exigir un cambio. En un contexto turbulento en América Latina, las políticas respaldadas por el FMI han desencadenado disturbios civiles en toda la región, lo que ha dado lugar a que la organización de la sociedad civil (OSC) Latindadd encabezara una declaración conjunta al FMI, en octubre, condenando las “conocidas políticas de austeridad” causantes de “impactos económicos y sociales devastadores”. En Ecuador, estallaron protestas nacionales, lideradas por líderes indígenas, contra la austeridad respaldada por el FMI como parte de un préstamo de USD 4.200 millones, lo que determinó que se revirtieran los recortes de los subsidios a los combustibles en octubre de 2019 (véase el Dispatch de Annuals de 2019). En Argentina, el mayor préstamo del Fondo fue recibido con extensas protestas en 2018 y 2019 y, en octubre, Mauricio Macri perdió las elecciones presidenciales frente al crítico del FMI Alberto Fernández (véase el Observador de Otoño de 2019 y el de Verano de 2018).
Si bien los acontecimientos en América Latina han dominado los titulares, las protestas relacionadas con las recomendaciones de política del FMI también han estallado una vez más en toda la región de Medio Oriente y el Norte de África (MENA, por su sigla en inglés) (véase el Observador de Verano de 2018).
Egipto, que recibió un préstamo del FMI por USD 12.000 millones en 2016, ha visto una ola de protestas en respuesta a las recomendaciones de política del Fondo, a pesar de las amenazas de uso de la fuerza de las autoridades egipcias. En octubre las autoridades se vieron obligadas a bajar los precios de los combustibles tras las manifestaciones, a pesar de que el director gerente adjunto del Fondo respaldó en julio la “eliminación de la mayoría de los subsidios a los combustibles”. Si bien el préstamo fue aclamado como un éxito, con un rápido crecimiento económico del país favorecido por los inversionistas internacionales, la tasa de pobreza pasó del 27,8% en 2015, antes del préstamo del FMI, a casi un tercio de la población en la actualidad.
Las políticas de austeridad apoyadas por el FMI contribuyeron a una disminución del gasto social y un aumento de la pobreza.Abdo Nabil, Oxfam
En el Líbano, en octubre, tuvieron lugar protestas generalizadas, huelgas y bloqueos de carreteras, que culminaron con la dimisión del primer ministro Saad Hariri el 29 de octubre, con manifestantes que exigían cambios como: la reducción de la pobreza y el fin de la corrupción. Si bien el FMI no tiene un programa de préstamos en el Líbano, su artículo IV de 2018 exigía medidas de austeridad, tales como “restringir los salarios públicos”. Su artículo IV de 2019, publicado el primer día de los levantamientos, el 17 de octubre, pedía una “consolidación fiscal frontal y sostenida”, mientras la agencia de noticias Reuters informaba, en el mismo mes, que el Fondo insiste en “medidas de austeridad duras”, que los políticos han “prometido públicamente no tomar”. Es poco probable que este enfoque de “más de lo mismo” usado para la gestión de las crisis económicas alivie a los manifestantes. La OSC Arab NGO Network on Development señaló en su boletín de octubre/noviembre que las protestas del Líbano surgieron por “un sistema económico estructuralmente defectuoso” y que la situación actual puede atribuirse a “las consecuencias directas de la economía rentista y las políticas macroeconómicas liberales que el país ha adoptado abiertamente desde la década de 1990, y que definitivamente constituirá el combustible de la revolución que no se detendrá hasta cambiar los sistemas económicos y políticos en su totalidad”.
Las huelgas en Túnez anularon un proyecto de ley salarial respaldado por el FMI en febrero, a lo que siguió la Comisión por la Verdad y la Dignidad de Túnez en busca de reparaciones del FMI y el Banco Mundial por violaciones de los derechos humanos relacionadas con el legado de los programas de ajuste estructural (véase el Observador de Otoño de 2019 y el de Primavera de 2019). Además, en Jordania, el Primer Ministro Hani al-Mulki dimitió en junio de 2018, en medio de las mayores protestas en Jordania desde la Primavera Árabe de 2011, después de impulsar reformas impopulares apoyadas por el FMI (véase el Observador de Verano de 2018).
Un informe sobre los programas del FMI en Egipto, Jordania y Túnez de la OSC Oxfam International, presentado al Fondo en octubre, concluyó que “las políticas de austeridad apoyadas por el FMI contribuyeron a una disminución del gasto social y a un aumento de la pobreza, dejando a las mujeres como las más afectadas” (véase el Observador de Invierno de 2019).