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Análisis

Biden, el Banco y el FMI: ¿Una ruptura con el ‘Estados Unidos primero’ o su continuación a través de medios multilaterales?

25 enero 2021 | Traducción:Gustavo Alzugaray

DAVOS,24JAN03 - Joseph R. Biden, Senator from Delaware (Democrat), USA speaks during the session US Foreign Policy: Going it Alone? at the 'Annual Meeting 2003' of the World Economic Forum in Davos/Switzerland, January 24, 2003. Copyright World Economic Forum (www.weforum.org) swiss-image.ch/Photo by Daniel Ammann

Fonteh Akum, del Instituto de Estudios de Seguridad de Sudáfrica, habló por muchos dentro de los círculos de política exterior en un blog de noviembre para el grupo de expertos internacional Council of Councils cuando señaló que la elección de Biden “cosecharía dividendos multilaterales y diplomáticos predecibles”. Sin embargo, las opiniones de Biden sobre la naturaleza del multilateralismo que ha prometido apoyar merecen una investigación más profunda.

En un artículo de marzo para la revista estadounidense Foreign Affairs, Biden subrayó que: “Durante 70 años Estados Unidos, bajo presidentes demócratas y republicanos, jugaron un papel principal en la redacción de las reglas… que guían las relaciones entre las naciones”. Es precisamente el liderazgo de Estados Unidos al escribir las reglas promulgadas y aplicadas por el Banco Mundial y el FMI las que son impugnadas por los Estados y los movimientos de justicia internacionales. Los críticos han argumentado durante mucho tiempo que el actual orden multilateral construido por Estados Unidos y sus aliados europeos, anclado en las instituciones de Bretton Woods, ha protegido principalmente sus intereses y los de las élites del Sur (véase el Observador de Verano de 2019 y Bretton Woods at 75).

A medida que el mundo lucha por responder a múltiples crisis provocadas por la pandemia del Covid-19, en medio de propuestas para “reconstruir mejor”, crecen los llamados por reformas radicales del sistema multilateral (véase el Dispatch Annuals 2020). La pregunta clave planteada por la victoria de Biden es, por lo tanto, qué multilateralismo apoyará Biden, considerado en un artículo del Financial Times de abril “la última y mejor esperanza de los globalistas”: ¿El sistema fallido actual o una ruptura con el pasado?

Es precisamente el liderazgo de Estados Unidos al escribir las reglas promulgadas y aplicadas por el Banco Mundial y el FMI las que son impugnadas por los Estados y los movimientos de justicia internacionales.

Democratizar el multilateralismo

El mundo estará atento a la voluntad de Biden de tomar importantes medidas para abordar las brechas democráticas y de legitimidad históricas en el Banco Mundial y el FMI, por ejemplo, poniendo fin a las objeciones de Estados Unidos a las reformas de las cuotas del FMI, cuya última ronda fue anulada por la administración Trump. Para comenzar a reparar los daños causados, la administración podría apoyar los llamados para avanzar en el cronograma de la 16a Revisión de las cuotas del FMI, que de otro modo no se completará hasta diciembre de 2023.

La nueva administración también podría respaldar un examen exhaustivo de las propias fórmulas para garantizar que las revisiones de las cuotas no se limiten reasignar el poder a países emergentes importantes, como China e India, en detrimento de otros países en desarrollo (véase el Observador de Invierno de 2018). El apoyo de Biden al fin del “acuerdo de caballeros” que ve el liderazgo del Banco y del Fondo monopolizados por estadounidenses y europeos, respectivamente, tendría importantes consecuencias prácticas y simbólicas (véase el Observador de Primavera de 2019). Otras oportunidades para abordar la subrepresentación del Sur Global incluyen la revisión en curso de la participación en el Banco Mundial, así como el apoyo a la doble mayoría en la toma de decisiones (véase el Al interior de las instituciones de Abril de 2020).

El compromiso de Biden con un nuevo multilateralismo también será evidente si aboga por un papel central de las Naciones Unidas en la arquitectura financiera internacional, por ejemplo, apoyando el establecimiento de un organismo tributario con buenos recursos de las Naciones Unidas y un mecanismo de renegociación de la deuda.

Garantizar una recuperación justa y ecológicamente sostenible

Biden planea implementar un paquete de estímulo de USD 7 billones para ayudar a Estados Unidos a “reconstruir mejor”. Será crucial que su retórica interna y su enfoque contracíclico se igualen con la acción en el ámbito internacional. Los signos hasta la fecha son ambiguos.

Mientras que, según la publicación financiera estadounidense Market Watch, se considera que la nominación de Janet Yellen como secretaria del Tesoro de Biden fue para “mitigar el riesgo de cualquier reglamentación o regulación progresiva material que sea perjudicial para los sectores bancario y de servicios financieros”, la elección fue elogiada por el premio Nobel Paul Krugman y la revista Foreign Policy a la luz de su apoyo a las políticas contracíclicas. Independientemente de las posiciones de política interna de Yellen, una prueba clave será si presiona contra las metas de consolidación fiscal prescritas por el FMI en los planes de recuperación de los países en desarrollo (véase el Dispatch Annuals 2020 y el Observador de Otoño de 2020). Dado el firme apoyo de Wall Street a Biden, los críticos del enfoque de maximizar el financiamiento para el desarrollo del Banco Mundial, que privilegia al sector privado y promueve el carácter financiero del desarrollo y la acción climática, deben esperar a que se aclare la posición de la administración sobre la privatización, la desregulación y el impulso para el establecimiento de nuevas clases de activos de inversión (véase el Observador de Primavera de 2020).

Teniendo en cuenta el coro de llamamientos para una nueva asignación de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del Fondo para aliviar la crisis de la deuda en evolución, la atención se centrará en si Yellen revertirá la oposición actual de Estados Unidos a ella. Si bien hay esfuerzos en el Congreso de Estados Unidos para apoyar una emisión de DEG equivalente a USD 2,8 billones, Yellen esbozó su propia posición en una entrevista de marzo con el grupo de expertos estadounidense Brookings Institution, expresando su preferencia por una expansión de la capacidad de préstamo de emergencia del FMI en su lugar.

Como señaló el sitio de noticias en línea Inside Climate News, las decisiones de Biden de reincorporarse al Acuerdo de París y nombrar al ex Secretario de Estado de Estados Unidos John Kerry como Enviado climático de Estados Unidos han sido ampliamente bienvenidas. Biden ha declarado que la administración “liderará un importante impulso diplomático para elevar las ambiciones de los objetivos climáticos de los países” y “convocará una cumbre mundial del clima para involucrar directamente a los líderes de las principales naciones emisoras de carbono”. Se espera que el cambio en la política estadounidense fortalezca significativamente las coaliciones dentro del Banco Mundial para asegurar nuevas acciones sobre el cambio climático y presionar al FMI para que cumpla el objetivo de “reverdecer la recuperación”. Sin embargo, las OSC que durante mucho tiempo se han opuesto a la condicionalidad del Banco y del Fondo estarán preocupadas por el lenguaje utilizado en el plan climático de Biden, que apoya el desarrollo de fuertes condiciones relacionadas con el clima en los Instituciones de Bretton Woods. Los planes estipulan que Estados Unidos “trabajará con instituciones financieras internacionales para buscar alivio de la deuda compartida para los países, siempre que utilicen esos fondos para un desarrollo respetuoso con el clima”. Esto plantea interrogantes sobre si la “condicionalidad positiva” propuesta es coherente con una transición justa o agregará un mecanismo para que los acreedores dicten términos y abran los mercados del Sur Global.

Pocos de los que trabajan en defensa de los derechos humanos y el medio ambiente en un sistema económico mundial justo derramarán lágrimas ante el cambio de liderazgo en Washington. Sin embargo, en un momento en que el mundo se enfrenta a la crisis climática y de desigualdad, la concentración del poder empresarial y financiero y la desconfianza en las instituciones, continúan las dudas sobre si Biden apoyará los cambios estructurales que se necesitan con urgencia.