Tierra

Análisis

Las inversiones del Banco Mundial en la Gran muralla verde: ¿Un espejismo en el desierto?

2 junio 2021

Tierra agrícola en Malí.

En la One Planet Summit for Diversity, celebrada el 11 de enero, el Presidente del Banco Mundial, David Malpass, anunció un nuevo compromiso de financiamiento del Grupo del Banco Mundial en las tierras secas sahelianas de África, que colindan con el extremo sur del desierto del Sahara, por un total de USD 5.000 millones en los próximos cinco años. Tal como señaló el comunicado de prensa del Banco, las inversiones aparentemente servirán “para ayudar a restaurar los paisajes degradados, mejorar la productividad agrícola y promover los medios de vida en 11 países africanos en una franja de tierra que se extiende desde Senegal hasta Yibuti”. Las inversiones están incluidas en una iniciativa más amplia: la Gran muralla verde del Sahel, que se anunció por primera vez en 2007. El nuevo compromiso del Banco formaba parte de los USD 14.000 millones prometidos a la iniciativa de la Gran muralla verde en la cumbre de One Planet de enero por Parte de Francia y otros donantes.

Como se señaló en un blog de enero de Ian Scoones, del Institute of Development Studies con sede en el Reino Unido, y Camilla Toulmin, del International Institute of Environment and Development, la iniciativa es ciertamente de una escala “grandiosa”: “Se extiende a lo largo de 8000 kms y 100 millones de hectáreas,… el avance de los desiertos del Sáhara se revertirá a través de la plantación de árboles y el reverdecimiento de los paisajes a través de la región del Sahel. … Visible desde el espacio y llamado una maravilla de la naturaleza, el simbolismo de un muro que revierta la degradación ambiental, sofoque la insurgencia y el conflicto y frene el flujo de migrantes es dramático”.

Sin embargo, quedan preguntas importantes sobre la justificación subyacente del desarrollo de la iniciativa, de las que se han hecho eco las conclusiones del propio Grupo de Evaluación Independiente (GEI) del Banco en sus evaluaciones de las inversiones existentes del Banco en el Sahel.

Con demasiada frecuencia, las decisiones se toman en un mapa en una oficina lejana sobre un área que se considera vacía y adecuada para el reverdecimientoIan Scoones, Institute of Development Studies y Camilla Toulmin, International Institute of Environment and Development

La Gran muralla verde: Una continuación de las (malas) interpretaciones coloniales

Tal como describen Scoones y Toulmin, las teorías científicas sobre la expansión del Sahara hacia el sur surgieron por primera vez durante la era colonial europea , y más tarde se demostraron erróneas. Señalan, “en 1934, el científico colonial… E.P. Stebbing afirmó por primera vez que el Sahara se estaba expandiendo año tras año. Esto se basó en análisis defectuosos, pero en ese momento se alimentó de la apocalíptica idea de la degradación ambiental. Se realizaron enormes esfuerzos en medidas de conservación del suelo, junto con la regulación de las poblaciones granjeras y ganaderas”.

La narrativa de la desertificación que se extiende hacia el sur en el Sahel ha persistido, a menudo proporcionando la razón para las intervenciones financiadas con fondos extranjeros. Sin embargo, tal como señalan Scoones y Toulmin, un cuerpo emergente de evidencia muestra que el Sahel desafía tales explicaciones simplistas: “La degradación de las tierras secas emerge a través de una interacción compleja de los procesos y no se expande en una sola dirección. Las imágenes satelitales y la evidencia arqueológica de estas regiones de tierras secas muestran períodos húmedos y secos, con el reverdecimiento y secado de los paisajes que ocurren por fases con el tiempo. Se trata de entornos muy variables, donde los intentos de estabilidad y control son inútiles, y los medios de vida se sirven mejor a través de la diversificación, la propagación del riesgo y la movilidad”.

Análisis del GEI plantea preguntas críticas

Un blog de enero del GEI proporcionó una visión general de sus evaluaciones de la participación del Banco en la Gran muralla verde hasta la fecha, a través del Programa Sahel y África Occidental en apoyo de la Iniciativa de la Gran muralla verde (SAWAP, por su sigla en inglés). Aunque no es una evaluación de todos los proyectos financiados por el Banco Mundial en el marco del SAWAP, el GEI presentó la muestra como indicativa de algunas de las lecciones aprendidas de la iniciativa hasta ahora.

Si bien el GEI afirmó que el SAWAP ha sido un “éxito técnico”, que aparentemente aumentó la cubierta de vegetación y rehabilitó tierras en los sitios del proyecto, se advierte que,  “una comprensión precisa del cambio en la cubierta vegetal a través del Sahel, atribuible a las inversiones de los donantes en la Gran muralla verde, ha estado limitada debido a la poca inversión en la medición (por ejemplo, nunca se implementó el índice normalizado de diferencia vegetativa para medir el cambio en la vegetación, recomendado al comienzo del SAWAP por el Banco Mundial a través de un proyecto regional). Y, lo que es más importante, ninguno de los proyectos del Banco Mundial estimó el efecto de cambiar los patrones de lluvia en los efectos del reverdecimiento”.

El GEI también destacó otras cuestiones relacionadas con los proyectos SAWAP financiados por el Banco Mundial. Entre ellas, “el uso de cerramientos de zonas , una práctica de ordenamiento del territorio que busca restaurar la tierra degradada excluyendo al ganado y a los seres humanos de acceder abiertamente a ella a corto y medio plazo, lo que amenaza con exacerbar la vulnerabilidad” de quienes dependen de tierras comunales.

El blog agregó que, en algunos casos, los proyectos están empeorando las desigualdades localizadas: “Aumentar el valor de las tierras degradadas, como lo hizo la iniciativa de la Gran muralla verde, cambia el cálculo de la toma de decisiones de los usuarios de la tierra – con mayores valores agrícolas, las élites pueden llegar antes a estas tierras y producir una invasión por parte de agricultores no tradicionales que amenaza con desplazar a la población local”. El blog continuó: “Debido a que la restauración de tierras beneficia principalmente a aquellos que tienen acceso a la ella, algunas mujeres y jóvenes están especialmente desfavorecidas en el Sahel».

¿Reverdecer el Sahel desde abajo?

Las evaluaciones del GEI muestran los posibles escollos de la iniciativa de la Gran muralla verde – incluyendo el peligro de que una fijación con compromisos de financiamiento y objetivos de plantación de árboles de gran valor pueda chocar con las prácticas locales delicadamente equilibradas de uso de la tierra en el Sahel, que emprenden agricultores, pastores y demás.

Tal como subrayaron Scoones y Toulmin, “el cambio climático puede convertirse en una explicación para los fracasos en la gobernanza, mientras que en el Sahel las agendas de seguridad y lucha contra el terrorismo pueden terminar con el desarrollo… Con demasiada frecuencia, las decisiones se toman en un mapa en una oficina lejana sobre un área que se considera vacía y adecuada para el reverdecimiento”. Scoones y Toulim concluyen: “Un enfoque para regenerar los paisajes y promover los medios de vida a través de una visión sensible y local para el desarrollo sostenible es el camino a seguir y, probablemente, costará menos de USD 14.000 millones”.

En un artículo de opinión para la Thomson Reuters Foundation el 3 de marzo, Wanjira Mathai y Salima Mahamoudou, del World Resources Institute, se hicieron eco de este sentimiento, argumentando que “la magia que puede restaurar las granjas, bosques y pastos degradados de África está en los millones de campeones locales en todo el continente, especialmente los jóvenes y las mujeres”.