Las negociaciones entre el FMI y Argentina han entrado en una fase crucial, ya que el gobierno argentino pidió flexibilidad antes de un reembolso de USD 2.800 millones en marzo de 2022, parte de un total de USD 19.000 millones que debe al Fondo el próximo año. El expresidente Mauricio Macri firmó un acuerdo de USD 57.000 millones con el FMI en 2018, el más grande en la historia del Fondo (véase el Observador de Otoño de 2019).
Los obstáculos de la negociación son los recargos (véase el Observador de Invierno de 2021), la duración del período de reembolso y el ritmo de los recortes de gastos propuestos. Para aplacar las tensiones, Argentina está buscando la bendición del FMI para una nueva estrategia económica nacional antes de llevar el plan al Senado, controlado por la oposición, en diciembre. Según fuentes gubernamentales, Argentina tiene esperanzas sobre la aprobación del FMI si presenta estrategias para mejorar la administración tributaria y buscar financiamiento de otros prestamistas, como el Banco Mundial. Sin embargo, el Fondo probablemente esperará recortes sustanciales en el gasto público, a lo que el gobierno se opone.
Adrian Falco y Lionel Stiglitz, de la organización argentina Fundación SES, afirman que “Argentina no puede pagar su deuda con el FMI en 2022. De hecho, el presupuesto enviado al Senado [en septiembre de 2021] establece que no será posible desarrollar políticas públicas esenciales si Argentina debe gastar el 4% del PIB en pagos al FMI”. Agregaron que el FMI “debe pensar en las necesidades de un país de cuya crisis macroeconómica son parcialmente responsables”. Voces como la del Financial Times se han hecho eco de las críticas sobre el “controvertido” préstamo del FMI, señalando que “se dejaron de lado las preocupaciones sobre hacer un préstamo tan grande a un país que ya había sido rescatado por el Fondo 21 veces en seis décadas”.