El 30 de marzo, el FMI publicó los resultados del examen del directorio ejecutivo de su Visión Institucional (VI) sobre la Liberalización y Gestión de los Flujos de Capital. El examen era esperado con impaciencia por los responsables de la formulación de políticas, los académicos y la sociedad civil, ya que se esperaba que reflejara la evidencia disponible y reconociera que la regulación de los flujos de capital debería ser una parte esencial y permanente del conjunto de herramientas de política macroeconómica de los Estados y, por lo tanto, un cambio de ruta importante respecto de sus predecesores (véase el Observador de Invierno de 2021). El examen revisó la visión institucional de 2012, que en ese momento fue inmediatamente criticada por el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, quien se quejó de que “la experiencia ha demostrado que el libre flujo de capital no es necesariamente la opción preferible en todas las circunstancias” (véanse los Update 83 y 80). Una evaluación realizada en septiembre de 2020 por la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) del FMI, IMF Advice on Capital Controls se hizo eco de algunas de estas preocupaciones (véase el Observador de Primavera de 2021). Si bien tomó nota de algunos avances, destacó que el asesoramiento del FMI sobre los flujos de capital seguía siendo excesivamente restrictivo. De manera crucial, la OEI sugirió que una visión institucional revisada debería permitir un uso preventivo y más duradero de las medidas sobre el flujo de capital (MFC).
El examen decepciona, ya que conserva la mayor parte del marco de políticas anterior
El profesor Kevin Gallagher, de la Universidad de Boston, si bien acogió con beneplácito el reconocimiento de la nueva visión de que las regulaciones de entrada deberían estar en vigor y ser preventivas, lamentó que mantuviera muchas de las deficiencias de su predecesor. Hizo hincapié en que la nueva visión no dice nada sobre la necesidad de regular los flujos de capital “para evitar que la fuga masiva de capitales sigue siendo preocupante” (véase el Observador de Primavera de 2022). Del mismo modo, señaló que el examen no abordó “los aspectos multilaterales de los MFC, como la necesidad de regular los flujos de capital en ‘ambos extremos’, es decir, también en los países de origen, ni la necesidad de conciliar el asesoramiento del FMI con los miles de acuerdos comerciales y de inversión que no solo hacen que los MFC sean procesables, sino que pueden desencadenar pagos masivos a los inversores privados”. Finalmente, advirtió que sigue habiendo una “necesidad real de mejorar la implementación de la visión institucional existente y nueva. La evidencia muestra que se le dio un tratamiento desigual en los primeros 10 años”.
La opinión actual no respondió al llamado a un cambio en la visión institucional del FMI hecho conjuntamente por el profesor Gallagher y el profesor de la Universidad de Columbia Joseph Stiglitz en un artículo del 7 de marzo en Project Syndicate, en el que recomendaron que el directorio ejecutivo del FMI impulsara cuatro reformas a la política de cuentas de capital del Fondo: Asesorar a los países para que promulguen regulaciones permanentes que permitan el desarrollo rápido de MFC durante oleadas y paradas repentinas; recomendar que los MFC formen parte de un enfoque múltiple; apoyar las reformas de los tratados de comercio e inversión para otorgar a los países de mercados emergentes y en desarrollo más autonomía para utilizar MFC; garantizar que el personal esté capacitado para aplicar nuevas políticas.
El examen conserva la mayor parte del marco de políticas descrito en la VI de 2012 y, por lo tanto, es una gran decepción.Kavaljit Singh, Madhyam
Daniela Prates, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, estuvo de acuerdo con Gallagher y calificó el examen de “tímido”, señalando que el Fondo declaró que las recomendaciones generales permanecen sin cambios. Prates dijo que considerar los MFC preventivos y las medidas macro prudenciales únicamente en casos de riesgos sistémicos cuando otras medidas son inadecuadas sigue siendo muy restrictivo y enfatizó que “los MFC en general son importantes para aumentar la autonomía política de los países de ingreso medio y bajo y permitirles mantener un tipo de cambio competitivo” (véase el Observador de Invierno de 2021). Señaló además que el examen no tiene en cuenta el hecho de que los descalces de divisas también pueden producirse en el sector público ni la especificidad del contexto de los países de ingreso medio y bajo que da lugar a riesgos sistémicos asociados con los descalces de divisas.
Kavaljit Singh, director de la organización sin fines de lucro Madhyam, con sede en la India, se hizo eco de Prates y Gallagher enfatizando que: “Una lectura más detallada de la revisión de 98 páginas del examen institucional revela que no propone ninguna nueva reflexión ni ningún nuevo marco macroeconómico sobre la gestión de los flujos de capital transfronterizos y, por lo tanto, no puede considerarse como un cambio importante respecto de la VI de 2012. Más bien, reafirma los principios básicos y los fundamentos intelectuales de la VI de 2012. Excepto por permitir medidas de gestión de flujos de capital (a las de controles de capital) de forma preventiva sobre las entradas y enumerar algunas excepciones (como la seguridad nacional y los asuntos relacionados con los impuestos), el examen conserva la mayor parte del marco de políticas esbozado en la VI de 2012 y, por lo tanto, es una real decepción”.