Dado que aún no se han alcanzado soluciones a la actual crisis de la deuda, se necesitan avances urgentes. El fin de la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (ISSD) del G20 en diciembre de 2021 significa que los países deben reanudar los pagos de sus obligaciones de deuda a pesar del deterioro del contexto mundial, particularmente para los países de ingreso medio y bajo (MIC y LIC, por sus respectivas siglas en inglés).
De los 73 LIC elegibles para la ISSD, solo 43 solicitaron un total de USD 13 mil millones de suspensión del servicio de la deuda, lo que representa una cuarta parte de la cantidad que el G20 anunció que concedería la ISSD en abril de 2020 (véase el Observador de Invierno de 2021). El hecho de que la ISSD sólo suspendiera temporalmente los pagos bilaterales de la deuda, junto con la falta de participación del sector privado en el plan, contribuyó a que el mecanismo fuera ineficaz. Esto sucedió a pesar de las advertencias de la sociedad civil (véase el Dispatch Annuals 2021) y los directivos del FMI reconociendo que “también es fundamental que los acreedores del sector privado implementen el alivio de la deuda en términos comparables”.
Un análisis de enero realizado por Jubilee Debt Campaign (JDC), con sede en el Reino Unido, constató que “54 países en todo el mundo están en crisis de deuda, lo que significa que los pagos de la deuda están socavando la capacidad de los gobiernos para proteger los derechos económicos y sociales básicos de sus ciudadanos”. Según un artículo del grupo de expertos estadounidense Atlantic Council, “estos LIC se enfrentan a pagos del servicio de la deuda por valor de USD 11.000 millones más este año… lo que amenaza con desplazar el gasto público que se necesita con urgencia en salud, servicios sociales y otras necesidades de desarrollo”.
El 18 de enero el presidente del Banco Mundial, David Malpass, tuiteó: “Con demasiados países en desarrollo que enfrentan niveles récord de deuda externa e interna, no podemos darnos el lujo de esperar más. Los más pobres del mundo necesitan urgentemente un alivio profundo de la deuda, una mayor transparencia de la deuda y un reequilibrio de los poderes de los acreedores y deudores”.
Profundización de la recuperación divergente
La ISSD no hizo nada para abordar las obligaciones de deuda a largo plazo de los países, que se vieron exacerbadas por la pandemia. Además de esto, la crisis de Ucrania empeorará las perspectivas para muchos países que ya se encuentran en dificultades de deuda (incluida África Subsahariana) a medida que aumenta el costo de importar productos básicos clave, lo que exacerba sus dificultades de balanza de pagos, incluida su capacidad para pagar las deudas (véase el Observador de Primavera de 2022). Mientras tanto, países en dificultades de deuda como Zambia se ven obligados a hacer pagos a acreedores privados, como BlackRock, a expensas del bienestar de su propia población.
La recuperación ya divergente de la pandemia de Covid-19 probablemente se verá exacerbada por los ajustes de los países de ingreso alto (HIC, por su sigla en inglés) en sus políticas monetarias a medida que sus economías comiencen a recuperarse. Tal como señaló el FMI en un blog de abril de 2021, los MIC y los LIC se verán afectados negativamente por las tasas de interés más altas en los HIC, ya que estos extraen capital de los MIC y LIC, lo que da lugar a una depreciación de sus monedas y, por lo tanto, a un aumento de sus obligaciones de deuda emitidas en moneda extranjera. La situación en Ucrania ha empeorado esta tendencia, ya que en tiempos de crisis los inversores buscan seguridad en activos como el dólar estadounidense. Esto fortalece al dólar frente a otras monedas y exacerba las tendencias anteriores.
Las medidas adoptadas hasta ahora para abordar la situación de la deuda causada por la pandemia han sido insuficientes, ya que no lograron cancelar la deuda como lo han exigido los académicos y la sociedad civil (véase el Observador de Invierno de 2021). Numerosos llamados de OSC, académicos y expertos en deuda para un mecanismo de renegociación de la deuda con sede en las Naciones Unidas que, como señaló Patricia Miranda de la red de OSC de América del Sur y Central, Latindadd, “garantice un futuro de préstamos y endeudamiento responsables junto con una regulación basada en los derechos humanos y la justicia de género”, no se han materializado (véase el Dispatch Annuals 2020).
Además, otras cuestiones estructurales que contribuyen a una exacerbación de la crisis de la deuda y a la recuperación desigual de la pandemia, como la política de recargos del FMI (véase al interior de las instituciones ¿Qué son los recargos del FMI? ; Dispatch Springs 2021) y la visión institucional restrictiva del FMI sobre los controles de capital (véase el Observador de Primavera de 2022) también deben abordarse si el mundo quiere resolver la actual crisis de la deuda, que seguirá afectando más duramente a los más pobres y vulnerables.