Finanzas

Comentario

Se necesita una reforma de las cuotas en el FMI para abordar los desafíos del siglo XXI

26 octubre 2022 | Comentario externo | Traducción:Gustavo Alzugaray

Protesters in Washington DC during 2021 IMF and World Bank Annual Meetings. Credit: Phi Pasqualini/ Shutterstock

Protesters in Washington DC during 2021 IMF and World Bank Annual Meetings. Credit: Phi Pasqualini/ Shutterstock

El FMI es una institución multilateral con afiliación mundial, sin embargo, los países que eligen su liderazgo no representan a la mayor parte de la economía ni de la población mundial. Entonces, ¿por qué son los que tienen la batuta? Un “acuerdo de caballeros” de 1944, otorga a un estadounidense el papel de líder del Banco Mundial y reserva el liderazgo del FMI para un europeo (ver Antecedentes, ¿Qué es el ‘acuerdo de caballeros’?)

Las respuestas a las crisis en curso, en particular las subidas de los tipos de interés en las economías avanzadas, que están perjudicando al resto del mundo, refuerzan la sospecha de que estos países velan por sus propios intereses.

La dinámica de poder entre la influencia formal e informal de los países sobre otras decisiones en el FMI es similar. Estados Unidos tiene un poder de voto suficiente para vetar decisiones importantes dentro del Fondo y, junto con otros miembros del G7 y la Unión Europea, tienen una mayoría general de votos. El poder de voto de los países está determinado por su cuota, a la que se agrega un número de “votos básicos” distribuidos uniformemente entre todos los miembros. Los votos básicos sólo representan el 5,5% del total, y el poder de voto sigue de cerca la distribución de cuotas (véase Al interior de las instituciones, El Banco Mundial, la gobernabilidad del FMI y la toma de decisiones). Las cuotas también se utilizan para determinar las distribuciones de las asignaciones de Derechos Especiales de Giro (DEG). Los mismos requieren una mayoría del 85%, por lo que quedan sujetos al veto de Estados Unidos. Esto da lugar a una distribución desigual de los DEG, que en gran medida se han destinado a los países de ingreso alto en detrimento de aquellos que necesitan urgentemente recursos adicionales no relacionados con la deuda para responder a la evolución de las crisis (véase el Observador de Otoño de 2021 y el de Primavera de 2021).

Los países receptores de programas que fracasan o perjudican a las personas no tienen forma de hacer que el FMI rinda cuentasLara Merling, Global Development Policy Center

En el FMI, los 190 países miembros están representados por 24 directores ejecutivos. Once de ellos están controlados por un solo país que tiene la mayoría de los votos. Esta distribución diluye aún más las voces de los países de ingreso medio y bajo, con los países del África subsahariana representados por sólo dos directores ejecutivos.

La reforma de las cuotas sigue siendo difícil de alcanzar, lo que refuerza el déficit democrático del FMI

Se supone que las cuotas del FMI, asignadas a los países miembros cuando se incorporan al FMI, deben reflejar su importancia relativa en la economía mundial y determinar las contribuciones a los recursos del Fondo. Las cuotas del FMI se revisan periódicamente, pero en los últimos 30 años, sólo dos revisiones dieron lugar a un aumento de las cuotas (véase el Observador de Verano de 2019 y el de Invierno de 2018). El poder de veto de Estados Unidos ha significado que los cambios recientes en el tamaño y las distribuciones de las cuotas dieran lugar a ajustes en la fórmula, manteniendo el veto de Estados Unidos (véase el Observador de Invierno de 2019).

Las afirmaciones de que, para salvaguardar los recursos, es necesario vincular las contribuciones al poder de voto son cuestionables. Para satisfacer las necesidades de financiamiento, el FMI recurrió a acuerdos independientes con países específicos, lo que no les otorga poder de voto adicional. Además, la condición de acreedor preferente del FMI significa que hay pocas razones para preocuparse por la falta de pago de los prestatarios, ya que ese estatus tiene impactos muy negativos en la percepción de su solvencia.

Los límites de acceso y las políticas sobre las tasas del FMI siguen basándose estrictamente en las cuotas. El FMI cobra comisiones de penalización, conocidas como recargos (véase Al interior de las instituciones, ¿Qué son los sobrecargos del FMI?), a los países que piden prestado por encima del 187,5% de su cuota o con deuda pendiente después de 36 meses – 56 meses en el caso del crédito en el marco del Servicio Ampliado del FMI (véase el Observador de Invierno de 2022). El FMI argumenta que esto es necesario para desalentar el uso excesivo de recursos por parte de un pequeño número de países. Sin embargo, dado que las cuotas no aumentan para satisfacer las necesidades, es casi la norma que los préstamos superen ese umbral: a julio de 2022, 12 de los 16 préstamos activos superaron el 187,5% de la cuota de cada prestatario. Es probable que esta situación empeore a medida que se oscurezcan las perspectivas económicas mundiales.

Las propias métricas y evaluaciones del FMI reconocen que pocos de sus programas tienen éxito en sus propios términos y, en la mayoría de los casos, los países en que se ejecutan programas no cumplen con las proyecciones de crecimiento del FMI (véase el Observador de Otoño de 2022). Las medidas de austeridad impuestas por el FMI están vinculadas a peores resultados en materia de pobreza y desigualdad (véase Observador de Verano de 2022). Sin embargo, los países en el extremo receptor de programas que fracasan o perjudican a las personas, no tienen medios para exigir cuentas al FMI (véase el Observador de Verano de 2022). En los últimos 20 años, de un total de 275 programas del FMI terminados, sólo 7 se encontraban en economías avanzadas y 117 en el África subsahariana, una región que sólo posee el 3,5% de las acciones con derecho a voto.

A medida que el FMI aborda el tema del cambio climático, esto significa que las economías avanzadas, históricamente grandes emisores, guiarán y decidirán el enfoque del FMI. Los países del Foro de Vulnerabilidad Climática, que controlan solo alrededor del 5% de los votos, a pesar de ser el hogar de más de 1.400 millones de personas, no tendrán voz en la configuración de la política del FMI (véase el Observador de Otoño de 2022).

Para que Estados Unidos y sus colegas cumplan con sus compromisos de apoyar el multilateralismo y un orden “basado en reglas”, deben apoyar las reformas de la estructura de gobernanza del FMI que permitan a todos los países tener voz en la manera en que se hacen las reglas. Sólo un FMI que responda a las necesidades de todos los países miembros y no sólo de los países acreedores y que rinda cuentas cuando fracase, puede mantener su legitimidad. La revisión en curso de las cuotas del FMI, que concluirá a fines de 2023, es la oportunidad perfecta para llevar a cabo estas necesarias reformas.