Medio ambiente

Comentario

La Iniciativa Bridgetown pide un nuevo Fondo Mundial para la Mitigación del Clima financiado a través de Derechos Especiales de Giro

6 febrero 2023 | Comentario externo | Traducción:Gustavo Alzugaray

Barbados Prime Minister Mia Mottley speaks at COP27 on 9 November, where she called for reforms to the World Bank and other elements of the international financial architecture to address the climate crisis. Credit: UNFCCC.

Isaiah Berlin dividió el mundo en erizos y zorros, en el cual “el zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe mucho de una sola cosa”. En el debate sobre el clima hay muchos zorros tratando de ser erizos. La “atribución” más común es la idea de que los grandes emisores de países en desarrollo como China e India no entienden de ciencia ni les importa; o no entienden de economía, o deben estar al acecho de poderosos intereses locales de carbón o de intereses extranjeros de petróleo y gas, o una multitud de otros imperdonables. Según dicen los zorros que intentan ser erizos, la 27ª Conferencia de las Partes de la CMNUCC (COP27) en Egipto no tuvo éxito porque los países en desarrollo industrializados no aumentaron su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Los compromisos más ambiciosos pero sin financiamiento (véase el Observador de Invierno de 2021) no nos llevarán a ninguna parte rápidamente. El cambio a las energías renovables requiere mucho capital y el costo del capital en los países de ingreso bajo y medio (LMIC, por su sigla en inglés) es prohibitivo. Antes de que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzara a elevar las tasas de interés, el costo promedio de capital para un proyecto solar fotovoltaico era del 3% en Europa, según la Agencia Internacional de Energía, y del 12,5% en Brasil. Hoy, esa brecha es más amplia. Según un informe de noviembre de 2022 del Grupo de Expertos Independientes de Alto Nivel sobre Financiamiento Climático, necesitamos más de USD 1 billón en proyectos de transición al año para los LMIC, excluyendo a China. Pocos serían comercialmente viables con ese costo de capital. Podemos vender ‘mitigación de riesgos’, gritan los financieros zorros, pero el erizo replica que no pueden mitigar los riesgos que se derivan de la forma en que funciona el sistema financiero internacional.

Durante una crisis, crece la demanda de monedas de reserva internacionales, como dólares estadounidenses, euros y yenes. Esto permite a los países emisores responder a la crisis con políticas fiscales y monetarias activistas, que limitan los riesgos sociales y económicos. Es por eso que Japón, Italia y Grecia, que tienen ratios de deuda a PIB mucho más altos que la mayoría de los LMIC, gastaron mucho más en el alivio de la Covid-19 e igualmente tienen costos de endeudamiento más bajos que todos ellos (véase el Observador de Otoño de 2022). En otros lugares, la crisis ha reducido la demanda de monedas, lo que obligó a los gobiernos a recortar el gasto y elevar las tasas de interés, alimentando así la perturbación social y económica (véase el Observador de Invierno de 2022). Las ofertas de algunas subvenciones y el seguro de riesgo del proyecto no compensan ese riesgo para los inversores privados. Pero si los gobiernos de los LMIC tienen que financiar la transición ellos mismos, se hundirán en océanos de deuda mucho antes de que los mares se los traguen (véase el Observador de Verano de 2022).

Abordar la magnitud del desafío de la transición

La “Iniciativa Bridgetown” propuesta por la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, busca romper el estancamiento sobre el financiamiento climático utilizando el poder de las monedas de reserva internacionales en forma de Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI para impulsar la inversión privada en proyectos de transición en LMIC sin costo directo para los contribuyentes de países ricos o pobres (véase Al interior de las instituciones, ¿Qué son los Derechos Especiales de Giro (DEG)?). Existe una alta teología en torno a los DEG, sin embargo, el FMI simplemente emite DEG a los países miembros en relación con el tamaño de sus economías (es decir, su cuota dentro del FMI; véase el Observador de Invierno de 2022 y el de Otoño de 2022). Los DEG otorgan a los tenedores el derecho a obtener préstamos de otros miembros del FMI a través de la canasta de monedas del DEG a tasas bajas (actualmente del 2,7%).

Junto con los fideicomisos existentes del FMI financiados por DEG, como el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza y el Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad (véase el Observador de Verano de 2022), ‘Bridgetown’ propone un Fondo Mundial para la Mitigación del Clima que puede contener USD 500.000 millones de DEG nuevos o no utilizados. Mediante el uso de los DEG como garantía, el Fondo Fiduciario toma prestadas las monedas subyacentes de la canasta de DEG y vuelve a prestar este efectivo a proyectos en LMIC a cambio de acciones en los proyectos. Prestar directamente a proyectos en lugar de a Estados sería la principal diferencia con respecto a otros fideicomisos existentes del FMI. Estos préstamos se convertirían en un activo del Fideicomiso de Mitigación y un pasivo del proyecto, lo que saca efectivamente la mitigación climática de los balances de los LMIC e involucra mucho al sector privado, un componente esencial si se considera la falta de espacio fiscal y el alto costo del capital en los LMIC. Los proyectos tendrían que ser precalificados mediante el uso de tecnologías probadas, altos estándares ambientales, sociales y de gobernanza, y serían elegidos por gestores de inversiones expertos en función de cuánto y qué tan rápido reduzcan de manera creíble el calentamiento global. Además, el fondo fiduciario trabajaría en estrecha coordinación con los gobiernos nacionales para garantizar que los proyectos que recibieran financiamiento estuvieran firmemente integrados en los planes climáticos nacionales y las estrategias industriales verdes, con miras a fomentar los flujos privados de financiamiento climático ‘para el desarrollo’ (véase el Observador de Otoño de 2022). Se estima que el capital del fideicomiso atraería entre USD 3 billones y USD 4 billones de ahorros privados a estos proyectos. Tras un examen inicial, el fondo fiduciario podría ampliarse con asignaciones futuras pequeñas pero periódicas de DEG.

Según el FMI, lograr la transición energética creará una ganancia neta global de USD 78 billones. Parte de este valor será capturado por las inversiones del fondo fiduciario, lo que le permitirá devolver DEG a lo largo del tiempo. Los riesgos pueden gestionarse, preservando el estado de los activos de reserva de los DEG. La financiación en una cesta de divisas reduce los riesgos del tipo de cambio; cobrar una tarifa inicial proporciona capital que absorbe las pérdidas, las que podrían distribuirse entre otros inversores de capital. Debido a que los DEG están respaldados por una cartera diversificada de inversiones con rendimientos, a menudo, basados en fuertes acuerdos de compra de energía, esto no es más inflacionario que el uso de cualquier otro instrumento de financiamiento. El plan apuesta por el éxito de una transición que no nos queda más remedio que completar. Actualmente, este es el único plan que está cerca de abordar la magnitud del problema. ¿Qué sentido tienen las reservas si no las usamos en una crisis?