Una reciente secuencia de acontecimientos ha puesto de relieve la fragilidad del sistema alimentario mundial: Primero la pandemia, luego la guerra de Rusia contra Ucrania y los consiguientes cambios en los patrones mundiales del comercio agrícola. Medio Oriente y África han sido los más afectados. A medida que se disparan los precios de los alimentos básicos importados, la población de estas regiones, que depende muchísimo de las exportaciones de alimentos de Ucrania, se ve empujada cada vez más a la inseguridad alimentaria.
El sistema actual de producción de alimentos en Ucrania, basado en la producción de monocultivos a gran escala y en la logística y el procesamiento centralizados, carece de resiliencia y es muy vulnerable a las amenazas externas. El Banco Mundial y otros financiadores internacionales han desempeñado un papel controvertido en el desarrollo de la agroindustria de Ucrania. Históricamente, han promovido reformas en los sectores agrícola y de la tierra que han provocado impactos ambientales a largo plazo, la centralización de los recursos financieros y naturales, y el consiguiente giro del país hacia la producción intensiva a gran escala (véase el Observador de Primavera de 2023). La agricultura sigue siendo una prioridad para la Corporación Financiera Internacional (CFI), el brazo de préstamos al sector privado del Banco Mundial, que planea invertir USD 1.500 millones en los sectores bancario, agrícola y de infraestructura de Ucrania como parte de las actividades de reconstrucción.
Tomemos el caso de Myronivsky Hliboproduct (MHP), el mayor productor avícola de Ucrania y Europa. Los bancos internacionales de desarrollo han mostrado un entusiasmo constante por invertir dinero en MHP, a pesar de las quejas de las comunidades locales sobre el impacto ambiental negativo de sus operaciones. La investigación en curso de las oficinas independientes de reclamos del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y la CFI representa un riesgo para la reputación de ambas instituciones. Además, la CFI está considerando un nuevo préstamo a MHP.
El Banco Mundial y otros financiadores internacionales han desempeñado un papel controvertido en el desarrollo de la agroindustria de Ucrania.
A medida que se acerca la reconstrucción, se necesita un nuevo enfoque
Las inversiones deben utilizarse estratégicamente para lograr una transformación cualitativa más profunda del sector, ya que Ucrania tiene la ambición de convertirse en una parte igualitaria de la familia de la UE. Las instituciones de la UE, los inversores públicos y la sociedad civil deben unirse para explorar formas de reconstruir y reorientar el sistema agrícola del país. Una prioridad en cualquier agenda debería ser poner en el centro de estos esfuerzos a los pequeños agricultores, la transparencia y la sostenibilidad. Una producción descarbonizada y descentralizada que pueda adaptarse al cambio climático sería menos vulnerable y más resiliente, tanto para Ucrania como para la seguridad alimentaria mundial.
La segunda Evaluación Rápida de Daños y Necesidades de Ucrania, realizada conjuntamente por el Banco Mundial, el Gobierno de Ucrania, la Comisión Europea y las Naciones Unidas, estima que las necesidades de reconstrucción y recuperación de la producción agrícola en Ucrania ascenderán a USD 29.700 millones entre 2024 y 2033. Sin embargo, la evaluación reconoce sus propias limitaciones a la hora de calcular las pérdidas indirectas a largo plazo para el sector, como la degradación de la cubierta del suelo y la contaminación causada por la acción militar. Por lo tanto, se necesitaría experiencia y financiamiento para restaurar las tierras dañadas y la reactivación agrícola de los territorios desocupados en Ucrania.
Además, cada nuevo día de guerra está profundizando las consecuencias a largo plazo para la producción agrícola y los medios de vida rurales. Para que la reconstrucción y el desarrollo de los territorios liberados tengan éxito, Ucrania debe garantizar la viabilidad rural y agrícola.
En primer lugar, las zonas rurales, a pesar de tener el nivel más alto de pobreza en Ucrania, sirven como lugares de trabajo para el 80% de todos los trabajadores agrícolas, incluidos los empleados informales. Es por esto que es esencial establecer condiciones justas e igualitarias para el acceso a recursos naturales y financieros, conocimientos y tecnologías de la información para los pequeños y medianos productores del sector agrícola.
En segundo lugar, se necesitan urgentemente medidas destinadas a mitigar el cambio climático y adaptarse a él. Durante la última década, antes de la guerra a gran escala, de todos los sectores de Ucrania, la agricultura mostró la tendencia al alza más pronunciada en el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero, con un aumento de casi el 30%. Además, el rendimiento del trigo de invierno en la zona esteparia de Ucrania es uno de los más volátiles del mundo, lo que demuestra los graves impactos del cambio climático.
Por último, garantizar la transparencia del mercado de tierras es otra consideración importante. El mercado de tierras ha funcionado durante toda la guerra. Sin embargo, debido a la ley marcial, es difícil evaluar la concentración de la propiedad de la tierra y el nivel de supervisión pública involucrado. La regulación estatal efectiva y la transparencia de los datos deben priorizarse en la segunda fase de la reforma del mercado de tierras de Ucrania, que comenzará en 2024.
Aunque muchos podrían esperar que la producción vuelva a los niveles anteriores a la guerra e incluso aumente, la recuperación del sector debería ir más allá de simplemente perseguir objetivos de crecimiento a toda costa. Las instituciones financieras internacionales deben centrarse en asegurar la liquidez de las explotaciones más pequeñas, garantizar inversiones ambientalmente sostenibles y un mercado de tierras transparente para la recuperación del sector agrícola.