El Grupo Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (GBM y FMI) fueron creados en 1944, cuando la mayor parte de África aún estaba colonizada. Cuando celebraron por primera vez sus Reuniones Anuales en el continente africano, en Nairobi hace 50 años, no se introdujeron cambios fundamentales en estas instituciones, ni se anunciaron tales cambios en las segundas Reuniones Anuales con sede en África, celebradas en Marrakech (Marruecos) en octubre de 2023, que condujeran a una arquitectura financiera mundial descolonizada en el corto plazo (véase el Dispatch Annuals 2023).
El Sur Global enfrenta graves deficiencias económicas estructurales que debilitan su soberanía económica y lo ponen a merced de una arquitectura neocolonial de comercio, finanzas e inversión internacional, tal como se analiza en el informe de mayo titulado Just Transition: A Climate, Energy and Development Vision for Africa, del que soy coautor como parte del Independent Expert Group on Just Transition and Development. Esto se ilustra con una simple estadística: la arquitectura económica mundial genera anualmente USD 2 billones en flujos financieros netos del Sur Global al Norte Global.
Estos flujos financieros netos negativos son el resultado directo del papel que históricamente se le impuso al Sur Global como el lugar: 1) donde el mundo industrializado puede adquirir materias primas baratas; 2) donde la producción industrial del Norte Global puede ser objeto de dumping en un gran mercado de consumo; 3) para destinos turísticos de bajo costo; 4) para la externalización de tecnologías obsoletas y la fabricación en cadena de montaje de baja tecnología y bajo costo de mano de obra en nombre del “desarrollo” y la “cooperación”, lo que garantiza que el Sur Global permanezca encerrado en la parte inferior de la cadena de valor mundial.
espués de décadas de “liderazgo” por parte de las instituciones financieras internacionales a través del financiamiento para el desarrollo, los préstamos y la “asistencia” y la “cooperación” técnicas, el hecho de que el Sur Global esté atrapado en un círculo vicioso de la deuda significa una de dos cosas: a) incompetencia o b) trampa intencionada.
La necesidad de un nuevo paradigma de desarrollo liderado por el Sur Global es urgente
Si el Sur Global no articula una visión de futuro para un siglo XXI justo, equitativo y sostenible, es seguro que seremos presa de la visión estratégica de otras grandes potencias económicas que se sienten cómodas viéndonos desempeñar el mismo papel que desempeñamos en el pasado (véase el Observador de Primavera de 2023). La buena noticia es que estas múltiples crisis son un recordatorio de que ni el Sur Global ni el Norte Global pueden permitirse ignorar estos importantes desequilibrios en términos de estabilidad financiera, social y ecológica.
La respuesta del Sur Global a las crisis múltiples del siglo XXI requiere una transformación estructural para reparar tres grandes deficiencias económicas: 1) la soberanía alimentaria; 2) la soberanía energética; 3) la excesiva dependencia de las manufacturas de bajo valor añadido y de las industrias puramente extractivas. Estas deficiencias equivalen a déficits comerciales estructurales, depreciación de las monedas del Sur Global y aumento de los costos de importaciones críticas como alimentos, combustible y medicinas. Esto obliga a los gobiernos del Sur Global a aumentar los subsidios a los alimentos y los combustibles para proteger a los más vulnerables y a pedir prestados dólares en un intento desesperado por estabilizar artificialmente su tipo de cambio. Esta dinámica lleva al Sur Global al círculo vicioso de la creciente deuda externa que culmina en crisis de deuda soberana, lo que reduce la capacidad fiscal para invertir en prioridades nacionales, fortalece el control de las instituciones financieras mundiales y debilita aún más la soberanía económica (véase el Observador de Invierno de 2023).
Si bien es importante centrarse en la crisis de la deuda externa, es crucial que la reconozcamos como un síntoma de las tres deficiencias económicas señaladas. Por lo tanto, cuando hablamos de reestructuración de la deuda, financiamiento en condiciones favorables e incluso de cancelación de la deuda, debemos reconocer que, si no abordamos las causas profundas de la deuda externa, garantizamos que seguirán surgiendo nuevas crisis de deuda soberana y que persistirán los desequilibrios mundiales.
El Sur Global debe seguir exigiendo una arquitectura financiera mundial justa, para que las nuevas asignaciones de Derechos Especiales de Giro (DEG) vayan a los países en desarrollo (véase el Informe, Reconceptualising Special Drawing Rights as a tool for development finance), para que se cumpla con los USD 100 mil millones en financiamiento climático prometidos a los países en desarrollo, para obtener condiciones de financiamiento más favorables, para aumentar el financiamiento del Fondo Verde del Clima y para obtener financiamiento inmediato a gran escala del Fondo de Pérdidas y Daños. Sin embargo, nada de esto puede reemplazar la necesidad de una transformación estructural estratégica del Sur Global. El Sur Global tiene la oportunidad de presentar un frente unido con un compromiso inquebrantable con la acción colectiva sobre la deuda, el financiamiento climático, las negociaciones sobre la arquitectura financiera y, lo que es más importante, sobre el acceso y el uso de minerales estratégicos que están bajo el control soberano de los países del Sur. Estos deben aprovecharse para las políticas industriales Sur-Sur en lugar de exportarse como materias primas para asegurar la hegemonía económica del Norte Global.
Por último, es vital que el Sur Global rechace las falsas soluciones que se nos han impuesto. Las políticas que fomentan las exportaciones terminan dando lugar a más importaciones de combustible, bienes de capital e insumos intermedios. Las políticas que promueven la inversión extranjera directa terminan aumentando las importaciones de combustible para la producción de energía y el transporte. Las políticas que promueven la liberalización de los servicios financieros terminan perjudicando a los inversores nacionales e invitando a ataques especulativos desde el exterior. Todas estas políticas se disfrazan de soluciones pero son, en realidad, trampas estructurales.
Después de décadas de “liderazgo” por parte de las instituciones financieras internacionales a través del financiamiento para el desarrollo, los préstamos y la “asistencia” y la “cooperación” técnicas, el hecho de que el Sur Global esté atrapado en un círculo vicioso de la deuda significa una de dos cosas: a) incompetencia o b) trampa intencionada. El GBM y el FMI no tienen una visión para descolonizar las economías africanas ni para abordar las raíces de nuestros problemas de deuda externa. Esto debería impulsar los esfuerzos en todo el Sur Global para construir instituciones financieras alternativas que desafiarían la hegemonía de las arquitecturas mundiales de comercio, inversión, finanzas e impuestos, y convertiría al Banco Mundial y al FMI en instituciones redundantes que deben transformarse radicalmente o desmantelarse.