Este año se llevará a cabo la 21ª reposición de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Grupo Banco Mundial, el brazo del Banco que proporciona financiamiento en condiciones concesionarias y donaciones a los países de bajo ingreso. En diciembre el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, argumentó que los accionistas de la institución deben hacer que “la próxima reposición de la AIF sea la más grande de todos los tiempos”.
La AIF-21 tiene lugar en el contexto de una crisis múltiple que ha afectado gravemente la capacidad de respuesta de muchos países de bajo ingreso. De hecho, el contexto es más dramático que en 2021, el año de la reposición anterior. El llamado de Banga se produce en un momento difícil, en el que los principales donantes de la AIF han hecho hincapié en sus propias limitaciones fiscales, y en el que algunos donantes importantes de la AIF, como Estados Unidos y el Reino Unido, enfrentan elecciones generales este año.
La falta de apetito por compromisos adicionales de asistencia para el desarrollo en el extranjero por parte de los principales donantes es evidente en la controvertida Hoja de ruta de la evolución del GBM (véase el Observador de Primavera de 2024), que hasta ahora se ha centrado en la optimización de los balances y las innovaciones financieras mediante una mayor expansión del enfoque del desarrollo basado en el “financiamiento privado” (véase el Observador de Verano de 2023 y el de Verano de 2017). En un momento en que los países que reúnen las condiciones para recibir la AIF se enfrentan a crecientes necesidades de financiamiento para responder a la crisis múltiples, la AIF es, sin duda, una fuente de financiamiento esencial.
Centrarse en una reposición “histórica” de la AIF21 amenaza con oscurecer... el marco de políticas [requerido] para lograr la... transformación socioeconómica de los países del Sur Global
Sin embargo, al igual que en el caso de la Hoja de Ruta, si se hace hincapié en una reposición ‘histórica’ de la AIF-21 se corre el riesgo de oscurecer el énfasis esencial que debe tener la AIF-21 para lograr realmente la transformación socioeconómica que tanto necesitan los países del Sur Global. Lamentablemente, es difícil argumentar que la AIF haya cumplido en este sentido. Tal como destacó un informe de julio de 2023 del Center for Global Development (CDG), con sede en Estados Unidos, “de los 81 países que formaban parte de la AIF en 1996, se han graduado solo 17”.
Al igual que con la Hoja de Ruta, sigue existiendo una pregunta central: ‘¿Más dinero para qué?’ Por ejemplo, la cuestión del empleo y la transformación económica (JET, por su sigla en inglés) —un tema especial de la AIF-20— es fundamental para todos los países, pero aún más para los países de la AIF, muchos de los cuales son frágiles y están afectados por conflictos. Los indicadores renovados del Sistema de Gestión de Resultados (RMS, por su sigla en inglés) deben proporcionar pruebas claras de la adicionalidad a través de la creación de empleo sostenible, digno y de calidad. Cualquier RMS en materia de JET también debe desarrollar una metodología sólida para evaluar el grado en que las políticas y los programas del Banco apoyan la transformación económica, por ejemplo, la disminución de la dependencia de los productos básicos, el aumento de la diversificación económica y el apoyo a la innovación tecnológica y la producción tecnológica nacional. El crecimiento económico y el desempeño de las finanzas del sector privado son indicadores inadecuados de un impacto positivo en el desarrollo.
El apoyo de la AIF a las operaciones del sector privado en el punto de mira
En 2017, la AIF asignó USD 2.500 millones para una Ventana del Sector Privado (VSP) dedicada a respaldar proyectos del sector privado financiados por la Corporación Financiera Internacional (CFI), el brazo del Banco para el sector privado, y el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI), el brazo de seguros de riesgo del Banco Mundial. En el contexto de la AIF-20, la sociedad civil cuestionó el apoyo continuo de esta ventana, dado el riesgo de desviar el escaso financiamiento concesionario, en ausencia de pruebas sólidas de su adicionalidad para el desarrollo. En particular, y en relación con el enfoque en la necesidad de una reposición histórica, esto rompió con la práctica anterior, ya que en el pasado la CFI contribuyó a los recursos de la AIF.
Un informe del Grupo de Evaluación Independiente (GEI) del Banco a principios de 2024 pareció mostrar una mejora en los desembolsos de la VSP en la AIF-20′ y desde entonces ha sido utilizado por sus partidarios. Sin embargo, el informe, al igual que en el caso del Banco en general, combina las contribuciones al ‘desarrollo del mercado’ con los resultados en materia de desarrollo, a saber, la mejora del desarrollo humano y la transformación económica. Incluso según las propias mediciones de la VSP, Charles Kenny, de CGD, identificó tres deficiencias clave expuestas por el informe: (i) ha sido muy lento en la utilización de sus recursos de la AIF; (ii) no ha detenido una caída en los compromisos generales de la CFI en los países más pobres y frágiles del mundo; iii) los proyectos de la CFI en esos países están obteniendo peores resultados que nunca: en el primer semestre de la década de 2010, más de la mitad de los proyectos de la CFI en los países de la AIF fueron calificados como ‘satisfactorios’, mientras que ahora solo lo fue el 36%. Sin embargo, el GEI presenta un tono general de apoyo a la VSP, con lo que se pierde la oportunidad de exigir un replanteamiento de esta ventana de la AIF y de cuestionar la pertinencia de las variables utilizadas para determinar si los resultados del proyecto son satisfactorios.
La AIF-21 ofrece una plataforma para debatir el modelo de desarrollo que el Banco promoverá en los países de ingreso bajo. Esto incluye la forma en que el Banco construirá una infraestructura de finanzas públicas nacionales resiliente y servicios públicos universales de alta calidad. Sin embargo, este debate solo tendrá lugar si la gerencia y los accionistas del Banco, junto con la amplia gama de partes interesadas que abogan por una reposición de recursos de la AIF, van más allá del tamaño de su dotación financiera. Tal como lo demuestran los mediocres datos sobre la graduación de la AIF y el desempeño económico, las donaciones adicionales de la AIF y los recursos concesionales, por importantes que sean, son insuficientes. La AIF-21 debe enfocarse en políticas sólidas y medibles que apoyen a los países de la AIF para romper el ciclo de dependencia del financiamiento para el desarrollo y emprender transformaciones económicas ecológicamente sostenibles y justas que las poblaciones y los Estados del Sur Global han buscado desde hace mucho tiempo.