Condicionalidad

Comentario

La economía es política: el programa del FMI en Egipto no puede tener éxito si no se reforman ambas

3 julio 2024 | Comentario externo | Traducción:Gustavo Alzugaray

Anti IMF Loan Protest in Down Town, Cairo. Source: Gigi Ibrahim, Flickr

El FMI ha aumentado su préstamo a Egipto – el segundo mayor prestatario del FMI después de Argentina – de USD 3.000 millones a USD 8.000 millones. Cuando el programa más reciente termine, el FMI volverá de nuevo. Desde que el presidente de Egipto, Abdel Fattah El Sisi, llegó al poder en 2014 la deuda externa de Egipto se ha disparado de USD 46.100 millones a USD 168.000 millones en diciembre de 2023.

Ocho años de reformas económicas en coordinación con el FMI no han logrado la estabilidad macroeconómica ni el crecimiento inclusivo en el país. Las cifras del FMI muestran que desde que Egipto inició las reformas en 2016, el PIB en dólares estadounidenses corrientes se ha reducido, pasando de USD 351.440 millones en 2016 a USD 347.590 millones proyectados en 2024. En ese tiempo, el país ha sufrido repetidas crisis de liquidez que exigen un apoyo financiero regular. El tipo de cambio oficial colapsó repetidamente en 2016, 2022 y 2024. Los egipcios han soportado castigadores niveles de inflación durante la última década, con una inflación subyacente que el año pasado superó el 40%, mientras que la inflación en alimentos y bebidas superó el 70%. La participación en la fuerza laboral ha disminuido desde 2016. En el caso de las mujeres, según el Banco Mundial, se ha desplomado, cayendo al séptimo nivel más bajo del mundo. Millones de egipcios han caído en la pobreza y el gobierno se niega a publicar cifras actualizadas desde hace varios años.

El FMI en Egipto: financiar la captura de las élites

Entonces, ¿de qué le sirvió a Egipto todo este endeudamiento y casi una década de reformas? Durante este período, Egipto ha sido uno de los mayores importadores de armas del mundo. El gobierno está construyendo una nueva capital gigantesca de USD 58.000 millones, un proyecto supervisado por una empresa propiedad del ejército egipcio. En la nueva capital está la torre más alta de África, el monorail más largo del mundo, así como un nuevo palacio presidencial que encargó el presidente Sisi.

Es poco probable que el nuevo programa del FMI posibilite un rescate significativo de Egipto en ninguno de los dos frentes. Más deuda sin abordar las fuentes políticas de los problemas económicos de Egipto significa una profundización de la crisis.

Desde que llegó al gobierno, el apalancamiento del Estado egipcio con una fuerte dependencia del endeudamiento externo, con el apoyo del FMI, ha sido fundamental para financiar la estrategia del presidente Sisi para consolidar su poder. En 2023 Bloomberg estimó que Egipto era el segundo país con más probabilidades de caer el cese de pagos. Sin embargo, en su último informe, el personal técnico del FMI hizo afirmaciones generosas en las que clasificaba la deuda de Egipto como sostenible “pero no con alta probabilidad” (véase el Observador de Otoño de 2022 y el de Otoño de 2020).

Para que den los números, el nuevo programa del FMI prevé una austeridad significativa, con medidas que incluyen un tope a las inversiones públicas para facilitar los pagos de la deuda, lo que reducirá la relación deuda/PIB. El tope a las inversiones es el comprensible intento del FMI de frenar el gasto imprudente y de auto enriquecimiento de los líderes egipcios en proyectos vanidosos que han ayudado a llevar al Estado casi a la bancarrota. El problema es que las tasas de crecimiento previstas en el nuevo programa parecen insostenibles. Se prevé que el crecimiento del PIB aumente del 4,4% en 2024-2025 al 5,6% en 2028-2029, pero esto ocurre mientras el FMI predice tasas de inversión anémicas que oscilan entre el 9,9% y el 11,4%. El FMI parece estar esperando inversiones privadas importantes, lo que parece poco probable dado que el sector privado ha estado en un estado persistente de contracción, el costo del endeudamiento interno es prohibitivo y el poder adquisitivo de la base de consumidores ha sido devastado por una década de inflación y una moneda colapsada. Además, las condiciones políticas que disuaden la inversión, como la falta de acceso a información fiable debido a la represión de la prensa y a un poder judicial fuertemente cooptado, siguen sin ser abordadas, lo que socava la Estado de derecho.

En el centro de los problemas de Egipto hay un liderazgo que ha aprovechado al Estado para sus intereses mezquinos y se ha negado obstinadamente a las reformas necesarias para rescatar la economía del país y, ni hablar, a invertir en el bienestar de sus habitantes. Se trata de una crisis política con consecuencias económicas. Es poco probable que el nuevo programa del FMI posibilite un rescate significativo de Egipto en ninguno de los dos frentes. Más deuda sin abordar las fuentes políticas de los problemas económicos de Egipto significa una profundización de la crisis.

Más préstamos del FMI: mismo enfoque, mismo resultado

El FMI, entre otros patrocinadores financieros de Egipto, ha desempeñado un papel central en la facilitación de esta crisis persistente. Se otorgaron grandes préstamos a Egipto para programas de reforma que no solo no abordaron el contexto político, sino que en realidad contribuyeron al deterioro de muchas de las áreas que querían mejorar, al tiempo que enriquecían y empoderaban a los gobernantes del país.

El diseño del programa del FMI es insuficiente para estabilizar de manera sostenible las finanzas de Egipto y fomentar un crecimiento importante impulsado por el sector privado, ni de reducir la pobreza, la desigualdad o mejorar significativamente la protección social. El FMI no es el único responsable de los problemas de Egipto, pero es innegable que ha ayudado a permitir la mala praxis económica de los dirigentes, lo que llevó a Egipto a este angustiante momento. Este nuevo programa es un intento de encontrar una salida, pero hay demasiados problemas estructurales que siguen sin abordarse, mientras que otros están en vías de empeorar.

Cuando termine este programa, es probable que los niveles de deuda de Egipto sigan siendo más altos de lo proyectado, al igual que la inflación, y es casi seguro que Egipto necesite otra inyección de financiamiento. Pero dado que el último rescate de Egipto por parte de los Emiratos Árabes Unidos, el FMI, el Banco Mundial y la Comisión Europea se estima en USD 57.000 millones (más del 15% del PIB), queda por ver si Egipto seguirá siendo visto como demasiado grande para quebrar o convertirse, en palabras del ex economista del Banco Mundial Ishac Diwan, “demasiado grande para rescatar”.