Los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) se han posicionado con éxito como actores clave en la arquitectura mundial de financiamiento climático, mientras los esfuerzos por acordar un nuevo objetivo mundial de financiamiento climático fracasan en la 29ª Conferencia de las Partes (COP29) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en Bakú, Azerbaiyán, en noviembre. El grupo de la sociedad civil global Climate Action Network International (CAN-I) calificó el resultado como una “traición” de los países ricos a “las personas y el planeta”.
La COP2 acordó un Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCGQ, por su sigla en inglés) enormemente controvertido para el financiamiento climático, en el que los países desarrollados propusieron solo un aumento marginal de USD 300.000 millones en financiamiento público para el clima para 2035, muy por debajo de los USD 900.000 millones anuales solicitados por los Países Menos Adelantados y la Alianza de los Pequeños Estados Insulares, que protagonizaron una dramática retirada al cierre de las negociaciones de la COP29 el 23 de noviembre.
El enviado de Kenia para el clima, Ali Mohamed, lamentó que “si bien el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado aparece por escrito, su cumplimiento se deja a la incierta buena voluntad de los actores públicos y privados. No existen garantías de que el financiamiento climático llegue en forma de donaciones y no de préstamos con carga de deuda para los países vulnerables. África exigió objetivos claros para la mitigación, la adaptación y la gestión de pérdidas y daños. No recibimos ninguno”.
Encontramos financiamiento para proyectos relacionados con combustibles fósiles, violaciones de los derechos humanos y destrucción del medio ambiente, lo que plantea serias dudas sobre si el enfoque actual de los BMD realmente está ayudando a abordar el cambio climático en beneficio de las personas y los lugares más vulnerables.Petra Kjell Wright, Recourse
Diez BMD, entre ellos el Banco Mundial, anunciaron un nuevo objetivo conjunto de financiamiento climático al inicio de la COP29 el 12 de noviembre, cuya declaración conjunta decía: “estimamos que para 2030, nuestro financiamiento climático colectivo anual para países de ingreso bajo y medio alcanzará los USD 120.000 millones”.
El objetivo de USD 300.000 millones del NCQG incluye el financiamiento climático de los BMD a los países de ingreso bajo y medio que es atribuible a los países desarrollados a través de su capital desembolsado. De acuerdo con un blog de Joe Thwaites, del Consejo de Defensa de los Recursos Nacionales de Estados Unidos, utilizando los informes de 2022 como referencia, “la cantidad [de financiamiento climático de los BMD] atribuible a los países desarrollados sería de USD 84.000 millones” para 2030.
“Al fortalecer el papel del financiamiento de los BMD en el nuevo acuerdo climático, los países desarrollados lograron escapar de su obligación de proporcionar financiamiento público en forma de subvenciones a gran escala a los países en desarrollo, lo que redujo las esperanzas de estos países de lidiar de manera efectiva con los impactos climáticos y la transición hacia un futuro de energía limpia”, dijo Mariana Paoli, de la organización de la sociedad civil (OSC) británica Christian Aid. “Esto no solo amenaza con empeorar sus deudas, sino que traslada la carga de los países desarrollados a los enfoques que priorizan el sector privado. Este reverso en la narrativa es generalizado y moralmente incorrecto porque lo que guiará el financiamiento es dónde se pueden encontrar las ganancias y no las necesidades de los países en desarrollo, especialmente de las comunidades más marginadas”, agregó Paoli.
La estrategia de los países ricos para canalizar el financiamiento climático a través de los BMD amenaza con empeorar la crisis de deuda
Tal como se señaló en un informe de la OSC holandesa Recourse en vísperas de la COP29, el 70% del financiamiento climático de los BMD a los países de ingreso bajo y medio en 2023 se proporcionó en forma de préstamos, mientras que solo el 4% fue en forma de donaciones. Esta es una preocupación urgente, ya que el resultado del NCQG se produce en medio de lo que los grupos de deuda han llamado la “peor crisis de deuda de la historia”. En 2023 el servicio de la deuda consumió el 38% de los ingresos presupuestarios y el 30% del gasto público en todo el Sur Global, mientras los países de ingreso bajo enfrentaban sus pagos de deuda más altos desde 1998, superando el gasto en salud, educación y acción climática.
Más allá de esto, existen serias preocupaciones sobre el enfoque de los BMD para la acción climática, en general. “Las cifras de financiamiento climático de los bancos de desarrollo deben leerse con mucha cautela” dijo Petra Kjell Wright, de Recourse. “Encontramos financiamiento para proyectos relacionados con combustibles fósiles, violaciones de derechos humanos y destrucción ambiental. Esto plantea serias dudas sobre si el enfoque actual de los BMD está ayudando realmente a abordar el cambio climático a las personas y en los lugares más vulnerables”.
A pesar de ser observadores de la CMNUCC, en lugar de partes en ella, el Banco Mundial y demás BMD continúan ganando prominencia en el panorama del financiamiento climático: el Banco ha sido durante mucho tiempo el anfitrión de numerosos fondos fiduciarios de créditos de carbono (véase al interior de las instituciones, What is the role of the World Bank in carbon trading markets?); en 2008 se crearon los Fondos de Inversión en el Clima, que inicialmente estaban destinados a servir como un puente temporal mientras se establecía un fondo para el clima con sede en las Naciones Unidas (véase el Observador de Verano de 2019); y más recientemente se logró un acuerdo para albergar el Fondo de Respuesta ante Pérdidas y Daños (FRPD) durante los próximos cuatro años (véase el Observador de Invierno de 2023), con su papel de anfitrión y fideicomisario confirmado en la COP29.
El financiamiento climático declarado por el Banco ha crecido drásticamente en la última década, alcanzando los USD 42.600 millones en el año fiscal 2024, que finaliza el 30 de junio. Sin embargo, en un artículo de opinión de Kjell Wright en African Arguments, publicado el 14 de noviembre, la autora señaló que uno de los principales problemas con el financiamiento climático de los BMD “es la falta de transparencia sobre lo que se está contabilizando. Por ejemplo Oxfam no pudo verificar el 40% – es decir, USD 7.000 millones –- de lo que el Banco Mundial declaró como financiamiento climático para un año fiscal. El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) declaró que alcanzaron su objetivo de que el 50% de sus aprobaciones de financiamiento sean para financiamiento climático en 2022, tres años… [antes] de su fecha límite de 2025, pero no hicieron pública la información relevante. Mientras tanto, el Banco Africano de Desarrollo (BAfD) no ha publicado nigún registro público de lo que cuenta como financiamiento climático”.
El financiamiento climático basado en préstamos de los BMD es un total insignificante en las promesas al FRPD auspiciado por el Banco, que llega solo a USD 731,5 millones, mientras que solo tres países hicieron nuevas promesas en la COP29, a pesar de los billones en daños que ya está causando la emergencia climática en los países de ingreso bajo y medio.
Abundan las falsas soluciones en un mundo en llamas, con los BMD al volante
Con el aumento de la temperatura mundial que, este año, superará en 1,5 °C los niveles preindustriales, el Banco Mundial y otros BMD siguen mostrando el camino para alentar soluciones de política que hasta ahora no han logrado doblegar la curva de emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
El pabellón del Banco Mundial en la COP29 estuvo lleno de charlas sobre los créditos de carbono, así como de actividades para atraer al sector privado a las iniciativas de financiamiento climático. Esto incluyó una nueva iniciativa del Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (OMGI), el brazo de seguros políticos del Banco, para asegurar créditos de carbono, a pesar de que se ha demostrado que muchos tienen impactos insignificantes en la reducción de las emisiones (véase el Observador de Invierno de 2024).
El Banco Mundial y otros BMD siguen promoviendo el financiamiento privado como una solución para la acción climática, en consonancia con su enfoque a menudo criticado de ‘miles de millones a billones’ (véase el Observador de Verano de 2023). El presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, viajó a Bakú por un solo día, con el fin de promover el apoyo del Banco a la inversión privada en la acción climática, en un evento copatrocinado por el FMI y el Financial Times el 12 de noviembre, en el que se mostró particularmente efusivo sobre los esfuerzos del Banco para crear clases de activos a partir de los préstamos de los BMD, con el fin de venderlos como valores a los inversores de Wall Street.
En una serie de eventos organizados por el Banco sobre ‘financiamiento climático’ del sector privado, se pasaron por alto en gran medida las compensaciones asociadas a este enfoque para los países y los ciudadanos – incluidos los contratos a largo plazo que hacen que los Estados sean responsables de garantizar los beneficios del sector privado, y el aumento de los precios de la energía y otros precios para los consumidores – (véase el Informe, Gambling with the Planet’s Future). La obsesión del Banco con la inversión extranjera directa parece no atenuarse, ignorando en gran medida los pedidos de fortalecimiento de los préstamos en moneda local y la inversión del sector privado nacional.
Por el contrario, tal como lo explicó el asesor de PowerShift África, Fadhel Kaboub, “100 sindicatos del Sur Global que representan a más de 100 millones de trabajadores firmaron una declaración conjunta en la COP29, en la que afirman que el financiamiento climático debe reclamar y restaurar los bienes y servicios públicos y pedir una transición justa y equitativa”. En su declaración, los sindicatos pidieron “un enfoque hacia lo público para abordar el cambio climático, que requiera un cambio importante en las políticas que se alejen de la actual política de ‘privatizar para descarbonizar’ y se adopten en un marco audaz a favor del sector público”.
Sin embargo, con el Banco y sus compañeros de los BMD a cargo del financiamiento climático, la justicia climática parece mantenerse firmemente al margen.