El Sur Global enfrenta graves deficiencias estructurales que debilitan su soberanía económica y lo ponen a merced de una arquitectura financiera mundial neocolonial.

El Sur Global enfrenta graves deficiencias estructurales que debilitan su soberanía económica y lo ponen a merced de una arquitectura financiera mundial neocolonial.
El informe Nueva Agenda para la Paz del Secretario General de la ONU identifica amenazas crecientes a la paz y la estabilidad mundiales y propone reformas urgentes al injusto sistema económico. El Banco Mundial y el FMI se resisten a la reforma de políticas y gobernanza.
Las alianzas de la sociedad civil piden priorizar la sostenibilidad de la vida sobre la deuda, mientras el FMI sigue insistiendo en que la situación no es "sistémica", en contraste con lo que el Secretario General de la ONU ha llamado una "falla sistémica".
Sin una reforma de los DEG para aumentar las reservas y estabilizar las economías, los canjes bilaterales reforzarán aún más las asimetrías existentes en el sistema financiero internacional.
La propuesta del Grupo Africano de un Convenio Tributario de la ONU avanza mientras las OSC siguen presionando a los países ricos para que no lo bloqueen.
Un nuevo libro detalla los efectos de la austeridad sobre el género y argumenta que los derechos humanos de las personas que viven en países con problemas de endeudamiento deben tener prioridad sobre los intereses financieros de los acreedores.
Los países ricos deben acordar una ambiciosa reposición de la AIF-21 para abordar las crisis económicas y de liquidez agravadas, que causan altos niveles de sobreendeudamiento en los países de ingreso bajo.
El éxito de la Hoja de Ruta de Evolución del Banco Mundial dependerá de la voluntad de los países desarrollados de cerrar la brecha con los países en desarrollo aumentando el poder de toma de decisiones del Sur Global y comprometiéndose a un aumento de capital.
Desde Sudáfrica hasta Túnez, pasando por Libia y Egipto, el Banco y el FMI han demostrado que no son aliados apropiados para hacer frente a la magnitud de la crisis que enfrenta el mundo, sobre todo teniendo en cuenta su historial.
La reciente ampliación de los BRICS crea una presión adicional para la reforma de la gobernanza del FMI.